Javier Barbado. Madrid
Un equipo de médicos e ingenieros de la Universidad de Valladolid (UVA) ha ideado un método para diagnosticar la apnea del sueño a partir de dos variables fisiológicas: la saturación de oxígeno en sangre y el flujo aéreo. Ambas se miden de forma rápida y rutinaria pero, con el algoritmo creado por estos especialistas, se obtiene una fiabilidad diagnóstica de la enfermedad del 90 por ciento que el especialista no consigue con la observación directa del enfermo.
Gonzalo Gutiérrez es ingeniero de telecomunicaciones del Grupo de Ingeniería Biomédica de la Universidad de Valladolid.
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Existe una tercera señal, la del latido cardiaco, igualmente válida para la diagnosis de esa patología, pero la fiabilidad del algoritmo es algo más baja con esa información, en concreto del 86 por ciento.
Por el momento se trata de un prototipo, pero, si sale adelante, supondrá una mejora en la detección de la enfermedad, que incluso podrá llevarse a cabo en el domicilio del paciente y no, como hasta ahora, en las unidades de sueño hospitalarias con el consiguiente ahorro económico, según ha confirmado a Redacción Medica Gonzalo Gutiérrez-Tabal, ingeniero e investigador del Grupo de Ingeniería Biomédica (GIB) de la universidad pucelana.
El GIB lo conforman, en esta línea concreta de investigación, cinco ingenieros de telecomunicaciones especializados en procesado de señal que colaboran con sanitarios del Hospital Río Ortega de Valladolid.
Los facultativos proporcionan a los ingenieros los datos clínicos y las señales del paciente, y a partir de esa información crean la fórmula matemática capaz de interpretar esa información desde un punto de vista diagnóstico en este caso, ha explicado Gutiérrez.
Método actual de diagnosis
El método de referencia diagnóstica de la apnea del sueño, en la actualidad, es la polisomnografía (PSG), que consiste en monitorizar al paciente en una unidad del sueño especializada con la supervisión de personal cualificado.
Durante la prueba –informan fuentes de la UVA– se registran más de 30 variables fisiológicas que son estudiadas por el médico especialista, quien realiza el diagnóstico y evalúa el grado de severidad de la enfermedad. Sin embargo, esta prueba conlleva diversos problemas: requiere la hospitalización del paciente durante una noche, con la consiguiente incomodidad para el mismo; supone unos elevados costes sanitarios en equipamiento y personal cualificado; obliga al especialista a analizar manualmente registros de unas ocho horas de duración, y colapsa las unidades del sueño, incapaces de hacer frente a un número creciente de afectados.
“Por todo ello, nuestro objetivo es simplificar esa prueba. Desarrollamos métodos de ayuda al diagnóstico mediante la utilización de un número muy reducido de señales fisiológicas, en concreto, tratamos de utilizar una única señal. Esto es posible gracias al uso de modelos matemáticos de reconocimiento de patrones, que permiten extraer de forma automática información que no es perceptible a simple vista por un especialista”, ha ratificado Gonzalo Gutiérrez.
El propio investigador del GIB, quien ha centrado su tesis doctoral en esta materia, ha recordado que el Síndrome de la Apnea-Hipo apnea del Sueño (SAHS) es un trastorno respiratorio caracterizado por episodios repetitivos de cese completo (apnea) o reducción notable (hipo apnea) de la respiración durante el sueño.
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