Las sociedades científicas dan el visto bueno al nuevo reglamento, que evolucionará con el tiempo

Código ético de Fenin: paso clave para independizar la formación médica
Sentados: Alfredo Diego, Ángel Gayete y Pablo Crespo. De pie: Andrés Íñiguez y José Soto.


5 nov. 2017 18:50H
SE LEE EN 31 minutos
El próximo 1 de enero de 2018 se pone en marcha el nuevo código ético de Fenin, la patronal del sector de la tecnología médica y el producto sanitario. El nuevo reglamento cuenta con el visto bueno de las sociedades científicas, que consideran que con él se puede salvaguardar la independencia de la formación médica. Sin embargo, también reconocen que va a ser necesario un periodo de adaptación a una norma que, a su vez, irá evolucionando e incorporando los cambios que se juzguen necesarios, según se vaya aplicando. 

Estas son parte de las conclusiones del debate Novedades éticas del sector de tecnología sanitaria, organizado por Sanitaria 2000, en el que además las agrupaciones médicas han valorado que la filosofía para el reparto de los fondos de la formación continuada que aportan las compañías sea compartida por todas las sociedades científicas. 

¿Por qué era necesario actualizar el código ético de Fenin?

Pablo Crespo, director legal de Fenin.

Pablo Crespo, director legal de Fenin: Es obligado agradecer a las sociedades científicas la colaboración y la ayuda que nos habéis brindado para mejorar nuestro código. El 20 de diciembre de 2016 aprobamos un código ético después de un año en el que trabajamos intensamente para poder elaborarlo. Pero no nos hemos quedado aquí: desde que aprobamos el código seguimos hablando con las sociedades científicas, que nos ayudan a mejorarlo porque su aplicación no es sencilla y tenemos mucho trabajo por hacer.
 
Hemos decidido dar un paso importante, que es cambiar el modelo de relación con los profesionales sanitarios a título individual para favorecer la formación médica independiente. ¿Era necesario? Bueno, todos los cambios son buenos, siempre que sean con buena intención y vayamos en la dirección adecuada.Tenemos que ver cómo somos capaces de implementar y aplicar esto que hemos conseguido. Y nos va a permitir evitar conflictos de interés y manejarnos de una forma más ética. Eso no quiere decir que no lo estemos haciendo ahora, pero siempre hay oportunidades para mejorar y la industria de tecnología sanitaria las quiso explorar a nivel europeo y aquí en España.
 
El código es complejo porque las compañías tendrán que dar sus ayudas a través de las instituciones y organizaciones sanitarias para facilitar la participación de los profesionales sanitarios en los congresos. La industria tiene que dejar de ser la que decida qué profesional sanitario es el que va a asistir a ellos. Tendrán que ser las instituciones en base a criterios objetivos y no discriminatorios las que lo hagan, considerando qué profesional es el que tiene una mayor necesidad de formación. Sí que me gustaría que quedara claro que la industria ha estado plenamente comprometida con la formación médica, lo está y lo estará. Seguiremos estando del lado de los profesionales y su formación, porque sabemos la importancia que tiene para que los productos se usen en condiciones de seguridad y para que los profesionales saquen el máximo rendimiento al producto.
 
Alfredo, ¿comparte Johnson & Johnson las reflexiones que acaba de comentar Pablo?
 
Alfredo Diego, director de Health Care Compliance Officer, MD&D de Johnson & Johnson en España y Portugal: No estoy aquí para representar a la industria en general, me represento a mí mismo, en cierto sentido, y mi opinión no tiene por qué ser necesariamente la opinión oficial de J&J, ni las prácticas que podamos comentar aquí tienen que ser necesariamente las mejores del sector, creo que es importante este ‘disclaimer’ por mi parte, en este sentido.
 
La relación entre la industria y los profesionales sanitarios ha sido, es y va a seguir siendo buena. Es lo que genera el avance de la sanidad en definitiva, tanto si hablamos de medicamentos como si hablamos de productos o tecnologías sanitarias. Lo que tenemos que hacer es que las cosas sean transparentes y limpias en el sentido de no tener una influencia indebida sobre los profesionales sanitarios. Ese es el sentido en el que va el código, para que las interacciones sean transparentes, correctas, buenas y no ejerzan una influencia indebida.

Andrés Íñiguez, presidente de la Sociedad Española de Cardiología (SEC): Nosotros estamos absolutamente de acuerdo con la transparencia y creo que es deseable que una sociedad científica sea transparente. La nuestra lo es y, no en vano, es la primera sociedad que desde hace ya más de tres años publica anualmente un informe de transparencia que es público y que está a disposición de todo el que lo solicita o lo quiera leer.
 

Andrés Íñiguez, presidente de la SEC.

Dicho esto, es importante también hacer énfasis en lo que afecta a los profesionales, porque en los distintos ámbitos en los que se ha intentado aplicar la transparencia ha habido discrepancias, no de concepto, sino respecto a cómo se hace efectiva. Sobre todo teniendo en cuenta lo que se ha denominado como transferencias de valor a los profesionales por parte de la industria, un concepto que es discutible porque en realidad no existen. El profesional no las recibe. En realidad quienes perciben esas transferencias de valor son las entidades que organizan actividades de las que los médicos se pueden beneficiar en concepto de formación. Por tanto, conviene discriminar lo que es la percepción de una transferencia de valor del profesional por un trabajo que él hace, de lo que son las transferencias de valor que algunas instituciones biosanitarias o patronales han, arbitrariamente, definido y aplicado al profesional y que son, en alguna opinión legal, claramente improcedentes.
 
José Soto, vocal de Sociedad Española de Directivos de la Salud (Sedisa): La transparencia parece que se ha puesto de moda y parece que le damos una transcendencia que no tenía hasta ahora. ¿Por qué? Porque hay un imperativo social, no de nuestros profesionales o de los clientes de la industria solo, sino de la sociedad en conjunto de comportamientos éticos. Que se nos entienda, que se vea desde fuera que no ocultamos nada porque eso es un valor social ético en alza.
 
Debemos de implicarnos también, compartir los mismos valores éticos y aceptar el imperativo social de que tenemos que dar la información que recibimos de las organizaciones empresariales, trasladar información a la sociedad de qué estamos haciendo con ese dinero, con esas ayudas, con ese apoyo en general que estamos recibiendo para que mejoremos
 
Ángel Gayete, presidente de la Sociedad Española de Radiología Médica (Seram): la relación entre industria y profesionales sanitarios ha sido buena y confiamos en que siga siendo buena, de apoyo mutuo. Obviamente la transparencia es buena, en todo caso lo que habrá que ver es qué es lo que se transparenta, de qué manera, de qué forma, bajo qué criterios y qué es lo que se quiere transparentar que no se hubiera transparentado ya.
 
Ya había criterios éticos o normas de comportamiento en códigos anteriores a los de ahora. Quedaba definido en qué sitios eran lícitas o no era estas relaciones, por ejemplo, o hasta qué punto podía llegar la relación entre la industria y el profesional. Ahora, hablamos de transferencias de valor para la formación. En realidad esa transferencia como tal no existe, eso hay que dejarlo claro para que lo entienda toda la opinión pública. El médico no recibe una cantidad de dinero en ese concepto, sino la facilidad de acceder a esa formación continuada que está obligado a recibir y a ir completando durante toda su vida profesional.

Pablo, cuéntenos en qué consisten los cambios que se van a introducir a partir del 2018.
 
Pablo Crespo: El cambio más importante es la forma en la cual las empresas del sector de tecnología sanitaria van a seguir colaborando con la formación independiente y favoreciendo la asistencia de los profesionales sanitarios a los congresos. Las empresas dejarán de ser las que elijan qué profesional sanitario es el que tiene derecho a acceder a la formación médica. Serán las instituciones, organizaciones sanitarias, sociedades científicas u hospitales las que decidan qué profesional es el que tiene una necesidad de formación y, por tanto, cuál es el que tiene que asistir a un congreso científico. ¿Las empresas qué haremos? Llegaremos a acuerdos de colaboración con las entidades, sociedades científicas o, incluso, con los hospitales para poder vehiculizar estas ayudas a la formación y que sean estas instituciones las que decidan qué profesional o qué perfil de profesional es el que mejor se adapta a unas necesidades de formación concretas.

Me gustaría precisar que nuestro modelo de transparencia es un modelo diferente al que ha escogido la industria farmacéutica. En ningún caso vamos a publicar de forma individualizada la participación de los profesionales sanitarios en los congresos por un motivo fundamental: las empresas no sabremos qué profesional sanitario es el que ha ido a un congreso con las ayudas de las compañías. 

Lo que publicaremos nosotros, en una página web a nivel europeo, son esas ayudas que daremos a las instituciones u organizaciones sanitarias. Es decir, si una compañía da una aportación a la SEC, a Sedisa o a la Seram o al Hospital Clínico San Carlos para que sus profesionales vayan a un determinado congreso, se hará mención única y exclusivamente a la aportación que se ha dado a estas instituciones.

Y además, en este caso España va como un paso adelante. Somos el primer país que va a aplicar esta nueva regulación y que ya lo tiene todo organizado para hacerlo. No lo hemos hecho por colgarnos la medalla de ser los primeros, sino para tener más tiempo y seguir trabajando. En este año hemos tenido la suerte y la oportunidad de seguir recibiendo propuestas, comentarios, sugerencias y a día de hoy todavía seguimos implementando cambios para cuando entre en vigor el código en toda Europa.

Me gustaría introducir un último matiz. Hay que decir que estamos obligados a hacer esto porque la Administración desatiende una de sus obligaciones, que es la de colaborar con la formación de sus profesionales. Sería muy bueno que diera un paso adelante y pusiera los recursos necesarios para que la formación fuera posible. Dicho esto, siempre y cuando la Administración no favorezca la formación médica, desde la industria seguiremos del lado de los profesionales porque sabemos la incidencia que tiene esto en la salud pública, en la calidad del sistema sanitario, en la seguridad del uso de nuestros productos y en la efectividad del uso de la tecnología en beneficio del paciente.

Alfredo Diego, de J&J. 

Alfredo Diego: Hay que considerar que los códigos éticos y de autorregulación no son algo nuevo en la industria, en absoluto. Las multinacionales los tenemos desde hace muchos años, y la adaptación a este no ha sido tan traumática como podría parecer. Hay cosas que cambiar internamente, desde luego, y los requisitos de transparencia es algo que tenemos que implantar. Tenemos que establecer una serie de requisitos también para que la selección y organización de las ayudas se haga fuera de determinados departamentos para garantizar la independencia de la toma de decisiones.

Los códigos nos permiten establecer reglas del juego comunes para la industria. Había diferencias entre unas compañías y otras, algo que generaba confusión en el entorno, en las propias sociedades y en los profesionales sanitarios. Lo que hacen estos códigos, tanto el europeo como el local, como el del Fenin, que es una trasposición del europeo, es establecer un terreno de juego equivalente para todas las compañías, con unas reglas equivalentes por lo menos para todas las que se adhieran al código. Realmente no aspiramos a que sea un código de Fenin, sino a que sea un código de la industria al se puedan adherir tantas compañías, miembros o no de Fenin, como sea posible.

Andrés Íñiguez: Formación hay de dos tipos: una ligada al producto, que es una formación que obviamente tiene que dar la empresa porque es la que sabe cómo hay que utilizar adecuadamente su producto, y otra que es de actualización de conocimientos, que no es potestad de la industria sino de las sociedades científicas. O debería serlo. Y ahí creo que Fenin en la actualización de este código lo ha hecho bien, porque la que ha hecho ha sido contar con las sociedades científicas para ver cómo se regula su participación en esos contenidos formativos generales.

¿Por qué lo financia la industria? Porque, como muy bien ha dicho Pablo, la Administración sanitaria, que es quien por ley tiene la obligación de financiar eso, no lo hace, y desde hace años se ha transferido ese coste a la industria. Bueno, a mí me parece bien que los financie la industria siempre y cuando, y eso es lo que yo creo que ha hecho bien Fenin y no han hecho bien otras organizaciones, se respete el principio de independencia. Tú puedes financiar un programa sin ser parte del diseño del contenido y sin conocer a quién va a ir dirigido, o puedes financiar un programa hecho a tu medida y conociendo a quién va dirigido. Esto es muy trascendente porque la clave de las sociedades científicas es hacer los contenidos más adecuados a la necesidad del momento y de sus profesionales respetando el principio de independencia, es decir, que el profesional no se vea impactado por información sesgada de un tipo o de otro. Y esa es la clave de lo que ha hecho Fenin: dar una financiación sin restricciones a las sociedades científicas, que son dueñas absolutas de elaborar los contenidos científicos.

Un momento del debate: Andrés Íñiguez, José Soto, Eduardo Ortega (moderador), Alfredo Diego, Ángel Gayete y Pablo Crespo.


José Soto: Estamos satisfechos como sociedad científica del trabajo previo hecho por Fenin hablando con nosotros y con los gerentes o directivos de los hospitales. Creemos que esta acción se ha sustentado en tres conceptos importantes: primero, racionalidad en el sector de servicios sanitarios, donde no existe trabajo individual sino que es en equipo siempre. Segundo, respeto al reto de mejorar las prestaciones. Cada uno verá qué necesita, cada organización sabe dónde necesita formar más a sus socios o a sus elementos clave en el caso de un hospital.

Y, por último, siempre hemos creído que no se trata en ningún caso de sustituir a la Administración en poner dinero para la formación, sino en continuar desarrollando líneas de responsabilidad social corporativa de las organizaciones, tanto de las empresas como de los hospitales o de las sociedades científicas que buscan los resultados. Nos interesa a largo plazo, y en el largo plazo entendemos que Fenin acierta en su enfoque.

Ángel Gayete: De momento, el nuevo código nos genera ciertas incertidumbres. Entendemos que la base del código ético está en la separación del que por un lado está quien produce un producto y al mismo tiempo hace una aportación a la formación y por el otro del que tiene que recibir esa formación y que tiene una teórica capacidad de prescribir o de adquirir productos. Habrá que ver realmente a través de qué tercero y de qué forma se vehicula esto.

A nosotros nos preocupa, por una parte, si al romperse esta relación directa la industria va a seguir aportando exactamente lo mismo que hasta ahora. Nosotros, por supuesto, tenemos toda la confianza en que sea así, pero habrá que verlo a partir del 1 de enero del 2018. Refuerzo lo que ya se ha dicho en la mesa de que estamos hablando de esto porque estamos dando por sentado que la industria tiene que apoyar o financiar la formación cuando en realidad el BOE dice que lo debería de hacer el empleador, y la industria sale a salvarnos un poco a todos de esta carencia de cumplimiento.

Ángel Gayete, presidente de Seram.

Por otro lado, aquí se está hablando que se podrán vehicular estas aportaciones a través de las sociedades científicas, pero tampoco está claro que vaya a ser de forma exclusiva. De hecho, se podría hacer a través de los hospitales u otras instituciones. En el caso de las sociedades científicas, la distribución de las ayudas puede ser totalmente objetiva, porque se desvincula absolutamente al proveedor del beneficiario. Pero cuando es a través de hospitales, sí que se dan a un determinado servicio, a un grupo ya muy concreto.

Desde el punto de vista de las sociedades científicas está claro que lo que venga a través nuestro, sí que podemos ser responsables de aplicar unos determinados criterios que sean públicos, objetivos y transparentes, con unos programas de becas en los cuales quede meridianamente claro el a quién se le da y por qué se le da.
 
¿Cómo se pueden asegurar los criterios que aseguran la objetividad a la hora de dar esta formación continuada? 

Andrés Íñiguez: Eso entra en el cómo se ejecuta esa transparencia y, efectivamente, hay que regularlo. Las propias sociedades científicas tienen que regular cómo van a utilizar esas ayudas para financiar la formación de sus socios. Yo le puedo decir lo que la Sociedad Española de Cardiología ha decidido hacer y ha hecho ya. Nosotros hemos creado unos criterios para que las becas o ayudas a la formación se canalicen en base a dos conceptos: unas como ayudas para la promoción de la investigación y otras que son las propiamente dichas para formación, y esas becas se han puesto en manos de los servicios. ¿Por qué? Por una razón: hay que tener un balance entre la necesidad de formación y la necesidad de mantener la asistencia cubierta en el día a día, y nadie mejor que los servicios para saber cuál es el mínimo personal que necesitan para ello. Con esas dos instrucciones, nosotros daremos salida a la necesidad de formación o de promoción de la investigación financiada por la industria, de un tipo o de otro.

Y luego me gustaría hacer un último apunte, y es que todas estas políticas de buscar la transparencia en las relaciones entre la industria, las sociedades científicas y los profesionales tienen que ser exquisitamente cuidadosas con no colocar a terceros en situaciones de riesgo, porque esta transparencia, como yo he dicho muchas veces, a veces se intenta convertir en desnudez. Lo mínimo que se tiene que hacer es que esas políticas de transparencia, esos códigos éticos, sean absolutamente respetuosos con la legislación vigente en materia de protección de datos porque, como digo, todas las personas tienen su derecho a la intimidad y eso no puede conculcarse.
 
José Soto: Lo que entendemos nosotros es que no se trata de pasar la pelota solamente, "toma, ahí tenéis el problema, arreglarlo vosotros", porque de lo que estamos hablando es de justicia y equidad dentro de las organizaciones, dentro de las sociedades científicas, dentro de los hospitales, de las clínicas... ¿Cómo se regula eso? De una manera teóricamente sencilla, puesto que cada sociedad tiene unos fines por los que se ha constituido. El cumplimiento de los fines es el elemento esencial y básico para que no se destruya esa sociedad, o no se le sancione con una sentencia o con una intervención judicial por apartarse de los fines. Tenemos que dar anualmente memoria de nuestras actuaciones, de nuestros recursos... Y esto se garantiza con un programa y con unas actuaciones aprobados por los órganos de gobierno de cada sociedad científica con el respaldo de sus asociados.

Claro, ante quienes respondemos nosotros es ante los socios. Y tenemos establecido el control interno de transparencia, estamos obligados a transparentar todas las decisiones frente a los socios y frente a la sociedad civil. De lo contrario, igual que un gerente hospitalario puede verse a disposición de cualquiera que le exija responsabilidades, incluso en ámbitos penales, también una asociación científica puede verse exactamente en la misma contextura.

Y yo le diría a Fenin, hombre, a ver, hasta que pongamos en marcha esto probablemente haya algunas dudas en cuanto a cómo pongo esto, a qué dedico esto, quién me va a pedir esto, cómo va a ser. Pero que no le quepa ninguna duda a Fenin de que los hospitales y que las sociedades científicas vamos a ser transparentes y vamos a acoger la ética de los negocios justos, en los cuales participamos también nosotros. Lo nuestro en definitiva también es un negocio, el de recuperar la salud.

¿Estarían de acuerdo en que una organización, del estilo de Facme, generará unos criterios centrales para repartir la financiación de la formación?

Ángel Gayete: Podría estar bien, aunque también es cierto que después probablemente la realidad de las cuarenta y tantas sociedades científicas médicas sea distinta y tengan particularidades que seguramente requerirían matizaciones diferentes. Ahora, que la estrategia conceptual y filosófica fuera la misma sería bueno, teniendo siempre en cuenta las particularidades que, sin duda, existirán entre sociedades.

Andrés Íñiguez: Es difícil que cuando una sociedad científica da una serie de criterios de aplicabilidad de estos códigos éticos no sean compartidos por el resto de sociedades, si son lógicos y sensatos. En cualquier caso a mí me parece bien el que se intente consensuar cuáles deben ser esos criterios y, como decía Ángel, particularizarlos siempre porque cada sociedad, obviamente, tiene sus peculiaridades. Yo creo que en ese sentido no habría el más mínimo problema en hacerlo en el seno de la Federación de Asociaciones Científico Médicas (Facme), porque en el fondo es difícil no ponerse de acuerdo en algo en lo que todos de alguna manera participamos y creemos que debe ser de una forma determinada.

José Soto, vocal de Sedisa.

José Soto: No lo comparto y siento disentir al respecto. A lo mejor esto facilitaría que no hubiera ningún tipo de sospecha respecto a si este reparto de ayudas no es del todo limpio, por decirlo de alguna manera. Pero si estamos comprometidos como sociedades científicas y con Fenin, si hemos acordado con ellos trabajar conjuntamente en la ética, si hemos aceptado el paso que nos ha metido Fenin a nosotros de aportar transparencia a lo que recibimos, ¿qué más falta? Es mi planteamiento.
 
Creo que estar de acuerdo en lo que es el concepto de código ético de transparencia y de aplicabilidad de acuerdo al criterio del reglamento que ha actualizado Fenin y entrar en el detalle de cómo se vehiculizan esas ayudas son cosas distintas. Creo que todos estamos de acuerdo en lo que es el núcleo, pues se podría consensuar, pero probablemente también es verdad que el detalle de cómo aplicar esas ayudas para la Sociedad Española de Cardiología, pues probablemente tiene que ser un poco diferente del que tiene que aplicar Sedisa o la Sociedad Española de Radiología, porque su funcionamiento no es exactamente el mismo.

Hace unos momentos Ángel comentó la posiblidad de que con el nuevo código las compañías reduzcan su aportación. ¿Qué tiene que responder la industria?

Alfredo Diego: El código desde luego no está encaminado a reducir las aportaciones de la industria a la formación. Lógicamente, cada una de las empresas tiene que tomar sus decisiones sobre cómo va a ejecutar lo que dicen los códigos y cómo va a ponerlo en marcha. Y tenemos que tener en cuenta que no solamente son los códigos los que establecen cuál es el nivel de contribución que tiene la industria a la formación en general, sino que también están otras cuestiones como los presupuestos disponibles o los periodos en los que esos presupuestos se hacen efectivos. No puedo hablar por toda la industria, como es natural, pero desde luego lo que sí puedo decir es que el código no está pensado para la reducción, está pensado para reorientación de la manera en que los fondos que se dedican a la formación se hacen efectivos.

Pablo Crespo: Hilando un poco con el tema del reparto de los fondos, creo que no debe haber y no va a haber ninguna sospecha sobre la asignación o independencia de los profesionales. Precisamente buscamos plena independencia. Nosotros nos desatendemos absolutamente de cómo se organizan los congresos, y son las sociedades científicas las que deciden de qué se habla, a quién se habla y cuál es el entorno en el que se produce todo un congreso. Lo que queremos hacer es seguir financiándo todo bajo criterios de objetividad, de independencia, y en esto es en lo que tenemos que sentarnos a trabajar. Y desde luego trabajaremos de la mano de todas las sociedades científicas para ayudarles a articular los protocolos o procedimientos que sean necesarios. Nosotros queremos seguir trabajando del lado de las sociedades porque, por egoísmo, sabemos que es la mejor forma.

 ¿Consideran que quedan cuestiones por abordar en este código?

Andrés Íñiguez: el tema no está cerrado y estamos en discusión y aportando nuestras opiniones para mejorar no ya el código ético sino la forma de aplicarlo. Probablemente cometeremos errores o habrá situaciones que no tengamos contempladas y que habrá que contemplar para que se pongan sobre la mesa. El que acertemos a la primera o tengamos que ir rectificando, eso es parte de la vida diaria.
 
José Soto: Quizás debiera plantearse algo así como una comisión de cada sociedad con Fenin para evaluar una vez al año cómo vamos en general en esto. Evidentemente, podemos encontrarnos comportamientos oportunistas de nuestros socios y de los socios de Fenin, gente que quiera interpretar esta apuesta por la equidad y por la transferencia como una oportunidad para llevarse más a su terreno en detrimento de una distribución equitativa y justa.
 
Ángel Gayete: Bueno, si quedan o no nichos de transparencia, pues no sabría qué decirles. Quizá podría aumentarse la transparencia de lo que se maneja en I+D, en ensayos clínicos, etcétera. Y quizá la sociedad no es consciente de la complejidad de los costes, del esfuerzo económico y humano que conlleva el mantener la formación continuada de los profesionales que le atienden. A lo mejor habría que abordar esto en una campaña pública. ¡Que al final es una exigencia legal!
 
Alfredo Diego: Creo que en este momento el código es bastante completo, la revisión que se ha hecho respecto al de 2005 es muy importante. Se han incorporado varios capítulos nuevos, varias áreas nuevas, se ha regulado todo lo que tiene que ver con la formación independiente de una manera que creo que es bastante novedosa y bastante, por decirlo así, creativa. Y ahora lo más importante es ejecutar el código tal y como está planteado a partir del 1 de enero del 2018 y trabajar con las sociedades científicas. No nos olvidemos también con los hospitales, porque aquí estamos hablando de la manera en que se van a seleccionar las asistentes por parte de las sociedades científicas. Cuando les toque a ellos hacerlo quizá no sea tan fácil armonizarlo, por decirlo de esa manera, como mediante unos baremos comunes para las sociedades científicas.

Tenemos mucho trabajo por delante en los próximos años para la implantación del código, y de ahí probablemente van a salir nuevas áreas en las que seguir trabajando. Los códigos no son estáticos, ni tampoco llegan al detalle. Hay que trasponerlos luego a la realidad del día a día y una vez que lo hayamos hecho aprenderemos cómo es su ejecución.

Pablo Crespo: El código no está escrito en piedra, y su objetivo es que vaya dando respuesta a las necesidades que identifiquemos. Lo interesante es que vayamos con la disposición, que además ya tenemos, de mejorar los estándares éticos del sector, de tener una relación cada vez más profesional y más rigurosa entre las instituciones y las empresas, y que cualquier área de mejora que identifiquemos con consenso dé lugar a una actualización del código, desde luego.
 
CONCLUSIONES

Conclusiones del debate.

 
Andrés Íñiguez: Transparencia sí, absoluta, pero respetando el principio de independencia, la implicación de las sociedades científicas, poniendo criterios objetivos y salvaguardando siempre el derecho de intimidad de terceros.

José Soto: Sedisa mantiene el compromiso con la equidad y con la transparencia de sus actuaciones y de colaborar permanentemente. Estamos satisfechos con la propuesta de código ético de Fenin que entra en vigor en enero del 2018. Hacemos una llamada al resto de organizaciones empresariales a que se planteen en serio la colaboración con las sociedades científicas también en este campo, en el que nos comprometemos a hacer un esfuerzo permanente en mejorar.

Alfredo Diego: Quiero señalar fundamentalmente una cosa: un código ético, un código de conducta, es algo que regula el comportamiento de las empresas. Los principios son aplicables tanto al que se adhiere al código como a la otra parte. Por tanto, hay que comprender e interiorizar los principios fundamentales que inspiran el código y trabajar en un mismo sentido tanto las sociedades científicas, los profesionales sanitarios como las empresas para una mejora de la transparencia.

Además, un código ético, o un código de conducta en general, lo que hace es darnos un marco de referencia, en concreto a las empresas, de lo que se puede o no se puede hacer, dónde estás correctamente colocado y dónde no lo estás. Lo que hacemos en el código es darnos un marco de referencia dentro del cual nos podemos sentir cómodos tanto las empresas como los propios profesionales. Y en ese sentido me gustaría también destacar que es un mecanismo de protección que protege tanto a las empresas como a los propios profesionales. Un profesional sanitario que trabaje dentro de los principios del código está tan protegido como la empresa a la hora de justificar y explicar sus relaciones con la industria, que hasta el momento en muchas ocasiones han sido cuestionadas.

Ángel Gayete: Evidentemente la transparencia es algo que nos parece bueno y que nos protege y beneficia a todos. Tenemos el compromiso de que aquello que se vehiculice a través de las sociedades científicas se podrá adjudicar con unos criterios de objetividad adecuados. Se nos plantea un escenario complejo, porque para las sociedades científicas va a suponer un complejidad administrativa importante. A nadie se le escapa, y vamos a tener que manejar una serie de cosas que hasta ahora no habíamos manejado, como el acceso de los profesionales a la formación continuada. Lo asumiremos gustosamente, pero no es un escenario homogéneo, sino muy heterogéneo, si incluimos a los hospitales. Además, están las aportaciones de las compañías farmacéuticas, que tienen un código ético diferente. Vamos a tener que manejar un escenario complejo, pero seguro que con el tiempo le acabaremos cogiendo el truco.
 
Pablo Crespo: Todos tenemos por delante un reto muy importante. Es un cambio de modelo para el que tenemos que dialogar mucho para alcanzar las mejores soluciones. Varios comentarios: uno, hemos estado, estamos y estaremos del lado de la formación médica. Como industria, siempre estaremos apoyándola. Dos: reevaluaremos cualquier mejora de nuestro código ético para adecuarlo a las necesidades que pueda tener la industria o las sociedades científicas. Y por último, quiero dar las gracias a las sociedades científicas que nos han ayudado con el código. Queremos hacerlo bien, lo digo con toda la humildad. Tendremos que seguir trabajando y ustedes diciéndonos en qué nos hemos podido equivocar, y nosotros corrigiendo lo que se tenga que corregir. Y doctor Íñiguez, no tenga ninguna duda que desde Fenin vamos a respetar la legalidad vigente, los derechos de todos los terceros y no vamos a hacer ningún tipo de declaración individualizada que vaya a afectar a cualquier profesional sanitario. 

Primera parte del debate. 

Segunda parte del debate. 


¿Quieres seguir leyendo? Hazte premium
¡Es gratis!
¿Ya eres premium? Inicia sesión
Las informaciones publicadas en Redacción Médica contienen afirmaciones, datos y declaraciones procedentes de instituciones oficiales y profesionales sanitarios. No obstante, ante cualquier duda relacionada con su salud, consulte con su especialista sanitario correspondiente.