La especialista Cristina Romero reflexiona sobre los avances en la detección y el abordaje de esta enfermedad

Cristina Romero
Cristina Romero, jefa de Servicio de Radiología y coordinadora de Radiología de la Unidad de Mama del Complejo Hospitalario Universitario de Toledo.


21 dic. 2022 8:00H
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La tecnología sanitaria aplicada al cribado poblacional del cáncer de mama ha cambiado la forma de diagnosticar y tratar esta enfermedad. Concretamente, se ha demostrado que reduce el uso de quimioterapia neoadyuvante y la mortalidad de las pacientes al favorecer la detección precoz. Cristina Romero, jefa de Servicio de Radiología y coordinadora de Radiología de la Unidad de Mama del Complejo Hospitalario Universitario de Toledo, ha analizado en primera persona los beneficios de usar la técnica mamográfica Tomosíntesis Digital de Mama (TDM)

Gracias a esta técnica, "los profesionales sanitarios podemos prevenir el cáncer llegando antes al diagnóstico. La diferencia es abismal para las mujeres porque recibirán tratamientos menos agresivos y mejorará su calidad de vida", explica Romero. En este sentido, el cribado poblacional de cáncer de mama está fijado en mujeres a partir de 50 años; sin embargo, este mismo año, Europa ha recomendado bajarlo a 45 años y algunos territorios ya han tomado esta medida hace tiempo, como es el caso de Castilla-La Mancha.

Asimismo, la especialista pone en valor la necesidad de medir y analizar los datos de la sanidad pública. De esta forma, se podrá adquirir tecnología sanitaria con mayores garantías acerca de su eficacia y profesionalizar perfiles, entre otros aspectos.

Entrevista completa de Cristina Romero, jefa de Servicio de Radiología y coordinadora de Radiología de la Unidad de Mama del Complejo Hospitalario Universitario de Toledo.

Según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), el cáncer de mama es el más incidente en mujeres y parece que está aumentando entre las jóvenes. ¿Cuál es la explicación a estas estadísticas?

El cáncer de mama es una enfermedad de países desarrollados porque ahora tenemos una vida mucho más sedentaria. La obesidad juega un papel muy importante, al igual que no realizar actividad física y el consumo de tabaco. También hay un factor genético, pero eso solo explica entre un 3 y un 4 por ciento de los cánceres de mama.

Aunque la supervivencia al cáncer de mama es muy alta, hoy sigue siendo un importante problema de salud por su incidencia. ¿Qué se puede hacer para su prevención?

Hay una prevención primaria que es: hacer ejercicio, dejar el tabaco, seguir la dieta mediterránea y reducir el consumo de alimentos procesados, entre otros. Todo esto lo puede hacer el paciente si quiere. Luego, hay una segunda prevención que es la que hacemos los profesionales: intentar llegar antes al diagnóstico. La diferencia es abismal para las mujeres porque recibirán tratamientos menos agresivos y mejorará su calidad de vida y su recuperación.

A pesar de toda la prevención, sea primaria o secundaria, el cáncer de mama puede aparecer y la mujer no es culpable por ello, es la víctima. Puedes haber hecho todo muy bien y que aparezca aún así. Es importante que entre aquí la investigación, ya que necesitamos saber por qué se produce. Tras la pandemia del Covid-19 y la rápida llegada de vacunas, hemos aprendido que la investigación no es un lujo, es una necesidad.

¿Cuál es el perfil de pacientes que se encuentra en la consulta?

La experta apunta algunas de las ventajas que ha ofrecido el uso de la Tomosíntesis Digital de Mama (TDM).

Yo distingo dos: el de la mujer que está sana y el de la mujer sintomática. En estas últimas puede haber mujeres de cualquier edad que acuden porque les duele el pecho, empiezan con secreción, se han notado bultos, se les ha retraído un pezón, etc. A veces vienen por miedo porque tienen antecedentes familiares. Para este circuito de mujeres sintomáticas tenemos una infraestructura de profesionales con distintas tecnologías que van a solucionar el problema, independientemente del nivel donde esté. Puede ser una simple charla, una resonancia o una biopsia, entre otros.

En cuanto a la población sana, hay que distinguir entre revisiones y cribados. Por un lado, las mujeres sanas que voluntariamente quieren revisarse y estén por debajo de 45 años, el radiólogo debe adecuar la tecnología a su edad acorde con los protocolos establecidos. Otra cosa son los cribados poblacionales, donde la autoridad sanitaria llama a realizarse una prueba. Respecto a esto último hay que ser muy cauto y tener evidencia científica suficiente.

El cribado tiene que ser por definición una técnica lo más inocua posible porque la paciente no puede recibir un daño superior al beneficio que obtiene, porque ella está sana. La técnica que se utilice tiene que ser muy fiable, ahí entra el concepto de sensibilidad y especificidad de la prueba y las limitaciones de la misma. Ahora mismo la única prueba validada para el diagnóstico precoz del cáncer de mama es la mamografía.

El cáncer de mama en los años 90 era un problema de salud, al poner los cribados se empieza a reducir la mortalidad. La evidencia científica decía que teníamos que llamar a las mujeres a partir de 50 años que era cuando más se beneficiaban, pero este mismo año la comunidad europea ha aconsejado bajar la edad de los cribados de este cáncer a los 45 años.

Romero defiende el papel del radiólogo en la detección del cáncer de mama y en la elección de la tecnología a incorporar.


Según afirman diferentes estudios, la pandemia ha afectado a los programas de cribado de cáncer, ¿cómo se está retomando el ritmo después de estos dos años que hemos vivido?

Al parar los cribados en esos años después nos encontramos con cánceres más grandes. Por lo tanto, si en algún momento se dudó de que los cribados no valían, vimos que no era así. Cada comunidad se ha ido adaptando según las circunstancias, pero lo importante es que volvieron a arrancar con la mejor tecnología posible.

¿Por qué es importante emplear tecnología innovadora en el manejo de cáncer de mamá?

Cuando empecé a formarme en mama lo hice en radiología convencional. De repente dimos un salto y empezamos en el campo de la digitalización, el radiólogo tomó un papel mucho más proactivo. Nos adelantamos para que la mujer pudiera opinar sobre su proceso y su tratamiento. Después llegó la inteligencia artificial y la tomosíntesis. Sin embargo, en el circuito del cribado poblacional solo contamos con una única prueba y con eso tenemos que decidir si la mujer está sana o no. Por tanto, es de vital importancia para que esa decisión sea correcta contar con la máxima tecnología posible dentro de la evidencia existente. Una vez que la tengamos, hay que medir los resultados. Los radiólogos somos gestores de esa tecnología, tenemos que ver qué aporta y qué no.

"La Tomosíntesis Digital de Mama (TDM) nos permite ver dentro de la mama y esto es una ventaja, sobre todo en aquellas que son densas", indica Romero.


¿En qué consiste la técnica mamográfica Tomosíntesis Digital de Mama (TDM)? ¿Cuáles son los beneficios de la misma?

Una mamografía comprime y extrae una foto, pero lo que pasa dentro no siempre lo vemos. Con la TDM sí y esto es un adelanto, porque podemos observar el tamaño del tumor aunque sea pequeño y esto marca la diferencia. Hay mamografías muy transparentes porque la mama es grasa, pero hay mujeres que tienen una mama fibrosa y no se ve de la misma forma. La tomosíntesis hace un barrido y saca cortes pequeños que me permiten ver dentro. En el caso de las mamas densas aporta una gran ventaja. Hemos mejorado mucho la sensibilidad, pero también la especificidad.

Hay un estudio publicado en Journal Of Medical Screening en el que ha participado usted misma, donde concluye, entre otras afirmaciones, que la introducción de la TDM aumentó significativamente la tasa de detección de cáncer. ¿Qué otros puntos destacaría de esta investigación?

El artículo recoge una monitorización de 10 años donde hicimos una apuesta por la tomosíntesis. Los resultados fueron que gracias a esta tecnología y a la detección precoz se contribuyó a disminuir la mortalidad de cáncer de mama, sobre todo en el grupo de entre 47 y 59 años. Otro aspecto importante es que llamamos menos a las mujeres a que se realicen otras pruebas debido a la especificidad que nos aporta la TDM.

En esta investigación describimos también cómo disminuyó el tamaño tumoral, donde más bajó fue en el grupo de 45 a 50 años que tienen la mama más densa. Conseguimos detectarlo antes y reducir la quimioterapia neoadyuvante.

La especialista señala la necesidad de "personalizar el diagnóstico" y valorar las particularidades de cada mujer.


De todas las soluciones disponibles actualmente, ¿cuáles considera que es la más completa para contribuir tanto en la detección temprana como en el diagnóstico de enfermedades como esta?

No hay una más completa, hay una para cada momento en el que está la paciente y aquí entra la personalización. En el diagnóstico del cáncer de mama, ahora analizamos la inmunohistoquímica, qué otros marcadores de pronóstico tiene y si la paciente se va a beneficiar del tratamiento de quimioterapia. Pero también hay que personalizar las técnicas diagnósticas usadas porque no tiene sentido que una mujer que tiene 65 años, que ha pasado por cinco rondas de cribado normal y que tiene una mama totalmente grasa y transparente se le trate exactamente igual que a una de 45, que tiene una madre que ya tuvo un cáncer de mama y que tiene una mama densa.

Necesitamos acceso a la técnica y ver si tenemos la facilidad de adquirirla. Hay que hacer la inversión con sensatez y si un técnico está aconsejando comprar un producto, hay que escucharle.


"Tenemos que acostumbrarnos a medir para analizar los resultados sanitarios. Esto también permitiría profesionalizar perfiles"



¿Qué otras medidas cree que se podrían llevar a cabo desde la Administración para mejorar el acceso a un diagnóstico rápido?

Tendríamos que acostumbrarnos a medir. Debemos de tener unos criterios de calidad y de respuesta a una gestión que se hace, y lo primero que tendríamos que exigir en la Administración es que se hicieran esas auditorías o. como mínimo, resultados. Eso permitiría profesionalizar perfiles. Por ejemplo, tienen que entrar los ingenieros en los hospitales porque pueden aportar mucho a nuestro servicio.

También nos tenemos que acostumbrar a trabajar en equipo. Además de medir, se requiere un feedback de alguien que entienda el resultado y dé una respuesta determinada en un corto plazo de tiempo. Tenemos una gran cantidad de datos y no gestionamos el potencial de información que hay ahora mismo en la sanidad pública. Tenemos que aprender a aprovecharlos.

Finalmente, la Sanidad debe tener sinergias con Educación. Si la gente joven se está moviendo en un mundo virtual, los profesionales tenemos que acostumbrarnos a entrar ahí con una información veraz.

"Tenemos una gran cantidad de datos en la sanidad pública que no estamos aprovechando", apunta Romero.

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