Argimiro Collado, urólogo oncológico del IVO.
Cuando un enfermo oncológico prostático es tratado con cirugía o con radioterapia puede ocurrir que además de superar la enfermedad, se enfrente a otro enemigo (poco probable, pero presente); la
incontinencia urinaria, que si no se corrige en el año posterior y es severa puede condicionar completamente su calidad de vida. Como parte del tratamiento de esta complicación, en la Fundación
Instituto Valenciano de Oncología (IVO) han llegado a los
200 implantes de esfínter urinario artificial masculino.
Se trata de un dispositivo que se implantó por primera vez en el mundo en 1972 y que ha ido perfeccionándose con los años. Es un sistema hidráulico, de finos conductos que imita el esfínter humano. "Se coloca bajo la piel y abraza la uretra manteniéndola cerrada. Cuando el paciente quiere orinar, tienen un
pequeño dispositivo que se pone debajo de la piel en el escroto, se aprieta y se libera la orina. No deja de ser una abrazadera, tienes que apretarlo pero el control lo tienes tú", explica a
Redacción Médica Argimiro Collado, responsable de la Unidad Funcional del Servicio de Urología del IVO.
El 90% de los intervenidos son pacientes tratados previamente por un cáncer de próstata
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La implantación del esfínter está indicada para aquellos pacientes que sufren una incontinencia urinaria severa, que se mide por la
cantidad de pérdida de orina diaria. Aunque la indicación depende de muchos factores, en general se realiza la operación a pacientes con pérdidas diarias superiores a 400-600 gramos en el pañal, aunque hay pacientes que pueden llegar a perder hasta 1.500 gramos al día. "La magnitud del problema viene dada por la magnitud de la pérdida. Imagina cómo limita la calidad de vida de un paciente con 60 años en plena actividad laboral que tiene que cambiarse hasta 6 veces al día de pañal", expone Collado.
De hecho, fueron cerca de 172 personas entre pacientes y parejas quienes respondieron a la convocatoria del acto de celebración del IVO, una respuesta masiva que evidencia la
importancia en la calidad de vida que tiene esta cirugía. "No se trataba tanto de una mera presentación de resultados, sino de algo de mucho más calado emocional difícil de transmitir", asegura Collado.
Príncipalmente cáncer de próstata
Según explica el experto del IVO, todos sus pacientes son enfermos que han recibido tratamiento oncológico, bien cirugía o bien radioterapia, en un
90 por ciento por cáncer de próstata, aunque también hay otras causas. Se produce porque el tratamiento afecta una de las dos válvulas existentes en el varón, la próstata, quedando por lo tanto aislado el otro componente, el esfínter. "El paciente se queda con un déficit y eso es lo que le lleva a la incontinencia severa. La mayoría de enfermos tras un tratamiento la van recuperando, pero hay un porcentaje que al pasar un año no se ha recuperado y tiene una incontinencia severa", argumenta Collado.
Imagen explicativa de cómo funciona el dispositivo implantado.
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En estas complicaciones
influye la edad, pero no únicamente, ya que también importan otros condicionantes como el estado general del paciente, la obesidad, el tipo de cirugía a la que se haya sometido, si el tumor estaba avanzado, si se ha sometido a dos tratamientos, etc.
La técnica que utiliza Collado "no es complicada pero es muy meticulosa", y requiere que
se realice en unidades seleccionadas puesto que exige un manejo del paciente muy especializado. Son apenas dos horas de intervención para implantar un dispositivo que, al igual que un marcapasos, necesitará de
cierta vigilancia o mantenimiento si se rompe, pero que facilita mucho la calidad de vida de los afectados.
Poca oferta
El principal problema, según el responsable de la Unidad Funcional del Servicio de Urología del IVO, es que pese a ser una
cirugía muy efectiva, no siempre se ofrece a los pacientes. "Muchas veces no se le ofrece al enfermo el tratamiento, bien porque en el centro no se hace -es una cirugía de unidades de referencia- o bien porque el paciente no lo demanda. No tiene por qué saber que hay un tratamiento efectivo, y
tiende a pensar que debe resignarse de por vida", lamenta.
"La operación requiere que se haga en unidades de referencia"
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No obstante, y a pesar del gran número de prostatectomías radicales y radioterapias prostáticas que se realizan, Collado señala que no llega a un 5 por ciento el número de pacientes operados de próstata que necesitan un esfínter artificial.
Por último, señala que en sus 200 implantes hay mucho de compañerismo entre urólogos, puesto que es un campo "con mucha colaboración". "La urología funcional, como no se hace en todos los hospitales, se reduce a un grupo pequeño que
nos conocemos todos y tenemos muy buena relación. Como en el
IVO somos centro de referencia, yo he ido a operar a otros hospitales y a su vez otros médicos han venido a formarse aquí. Tenemos mucho
feed back", sentencia Argimiro Collado.
Foto del público que asistió al acto de conmemoración de este tratamiento en el IVO.
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