Se analizan datos desde que comenzó la vacunación masiva contra el VPH en Suecia.
Un estudio sobre vacunas, una reseña de pertenencia al prestigioso Instituto Karolinska, una publicación en medios de comunicación y dos bandos enfrentados dispuestos a desmontar al otro. Así se ha gestado este escándalo que divide a
partidarios y contrarios de las vacunas a raíz de unos datos sobre el
Virus del Papiloma Humano (VPH) y el cáncer de cérvix.
La historia comienza con la publicación por parte del medio indio
Indian Journal of Medical Ethics de un estudio firmado por
Lars Andersson llamado
Increased incidence of cervical cancer in Sweden: Possible link with HPV vaccination que relacionaba el aumento de la vacunación contra el VPH en mujeres en Suecia con un crecimiento en el número de diagnósticos de cáncer de cérvix o de cuello de útero, señalando la consecuencia entre uno y otro.
A partir de ahí, los seguidores de la tesis antivacunas han aprovechado para difundirlo como un punto más de apoyo a sus teorías, mientras que los comités científicos y profesionales se han lanzado a
desmentir la información. Indagando en el estudio se descubrió, primero, que el
nombre del autor es falso, al igual que es
falsa su relación con el instituto sueco, de donde afirmaba ser asociado del Departamento de Fisiología y Farmacología.
"La decepción de los editores del periódico es inaceptable. El autor podía haber pedido confidencialidad, dando razones"
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La difusión del estudio ha provocado que incluso el Instituto Karolinska
haya salido a desmentir tal relación, señalando que el jefe de este departamento ya había asegurado en una entrevista publicada en el
Swedish Journal Läkartidningen que no hay
ninguna persona allí empleada o asociada con ese nombre. Además, contactó con el periódico indio para que añadieran esta información en el artículo.
El citado medio de comunicación indio también ha salido a matizar ligeramente la publicación del estudio,
mostrándose decepcionados por el hecho de que el autor diera un nombre falso, algo que el supuesto Andersson defiende argumentando que lo ha hecho
para evitar represalias contra su persona por tratarse de un tema controvertido.
Desmentido y decepción
"El Instituto Karolinska nos informó de que en el departamento de Fisiología y Farmacología no tenía ninguna persona con ese nombre y nos pidió que elimináramos el nombre de la institución. Por eso, el mismo día
añadimos una corrección y el nombre fue retirado. Desde entonces hemos investigado y aprendido sobre la identidad del autor", decían al principio de su escrito.
"Nos había dicho que usó un pseudónimo porque creía que usar su verdadero nombre tendría repercusiones personales por parte de quienes se oponen a cualquier cuestionamiento de las vacunas. La
decepción de los editores del periódico es inaceptable. El autor podía haber pedido confidencialidad, dando razones. Los editores pueden elegir publicar artículos sin revelar el verdadero nombre del autor, si existen determinadas circunstancias que lo justifiquen", explican en un editorial.
Pese a esto, decidieron mantener el artículo porque los datos reflejados "están ahí, son importantes y su debate forma parte del interés general", aunque el verdadero nombre del autor se lo reservan por petición del mismo.
Defensores y detractores
Por su parte, los afines a las
tesis antivacunas se han hecho eco del estudio, señalando que los datos que refleja es probable que no se puedan ver en la "esponsorizada y corporativa prensa estadounidense, donde no está permitido nada negativo sobre la vacuna
Gardasil contra el VPH.
En el lado contrario están quienes denuncian que el estudio no tiene relevancia por su sesgo, y que quizás parte de ese
aumento en el número de casos de cáncer detectados en Suecia coincide únicamente con el inicio del
programa de cribado de este tipo de patología y la mayor participación.
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