Nadia Calviño, ministra de Asuntos Económicos.
El descontrolado encarecimiento de los carburantes, los alimentos y las bebidas no alcohólicas empuja al alza un
IPC que amenaza con disparar también el precio de los
productos sanitarios. En concreto, el
Instituto Nacional de Estadística (INE) augura que en junio el índice general se situará en el
10,2 por ciento, un registro que, de confirmarse, sería el más alto desde abril de 1985.
Aunque su evolución está siendo mucho más
moderada, los productos farmacéuticos y llos servicios médicos no son ajenos a este escenario inflacionista. De hecho,
el IPC sanitario viene de encadenar seis meses al alza, con un incremento del 0,2 por ciento en el mes de abril.
En concreto, los últimos datos de los que se disponen sitúan en el
1,3 por ciento la inflación armonizada en sanidad. Una tasa que se mantiene alejada de los niveles del IPC nacional pero que asienta la tendencia alcista del precio de este tipo de productos que se inició el pasado octubre, aunque con variaciones mínimas que no superaron el 0,3 por ciento.
Este fenómeno se debe en gran parte al encarecimiento de los
productos farmacéuticos, cuyo coste se elevó entre marzo y abril un 0,2 por ciento; y de los
servicios sanitarios. Por el contrario, el precio resto de productos médicos experimentó el pasado mes una relajación del 0,7 por ciento.
¿Qué causa el aumento de la inflación en España?
Este contexto inflacionista puede agravarse si se cumplen los presagios del
Instituto Nacional de Estadística, que avanza para junio una inflación del
10,2 por ciento en términos anuales.
Este indicador proporciona un avance del IPC que, en caso de confirmarse, supondría un
aumento de un punto y medio en su tasa anual, ya que en el mes de mayo esta variación fue del 8,7 por ciento y se situaría en su nivel más alto desde abril de 1985.
El incremento de la inflación se debe, principalmente, a la subida de los precios de los carburantes, mayor este mes que en junio de 2021, y de los alimentos y bebidas no alcohólicas frente a la estabilidad registrada el año anterior. También influye el incremento de los precios de los
hoteles, cafés y restaurantes, superior al del pasado año.
Por su parte, la tasa de variación anual estimada de la
inflación subyacente (índice general sin alimentos no elaborados ni productos energéticos) aumenta seis décimas, hasta el 5,5 por ciento. De confirmarse, sería la más alta desde agosto de 1993.
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