Considera que la organización científica “se tiene que abrir de verdad a la sociedad civil” e incorporar a su estructura “las inquietudes de los pacientes”



7 oct. 2013 10:25H
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Sandra Melgarejo / Imagen: Pablo Eguizábal. Madrid
Francisco Fernández-Avilés es uno de los candidatos a la presidencia de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), responsabilidad que, en caso de resultar elegido, compaginaría con su actividad como catedrático y jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, y como coordinador de la Red de Investigación Cardiovascular (RIC) del Instituto de Salud Carlos III. En su opinión, poder dirigir la SEC teniendo la coordinación nacional de la RIC sería “una oportunidad de oro” para promover una investigación centrada en los pacientes y en la obtención de riqueza. La innovación es el eje central de la candidatura de Fernández-Avilés, quien propone incorporar a la sociedad civil en la estructura de la sociedad científica y crear la figura del médico científico.

¿Cuál es su motivación para presentarse a la presidencia de la SEC?

Francisco Fernández-Avilés resume los ejes de su candidatura para los lectores de Redacción Médica.

Quiero ser presidente de la SEC, primero, porque se está atravesando un momento complicado por motivos económicos y profesionales que ponen en una situación de vulnerabilidad a las estructuras médicas y científicas. La SEC es una sociedad fuerte y consolidada, y existe la necesidad de mantener y reforzar su patrimonio siguiendo la trayectoria de sus dirigentes, que han sabido manejarse muy bien desde hace muchos años, pero que nunca se han encontrado con una situación de tanta competitividad en el terreno científico, docente y asistencial, y de tanta dificultad económica, que pone en riesgo la independencia de las estructuras científicas y de los profesionales.

El segundo motivo es que creo que soy capaz de hacerlo. Mi larga trayectoria en el ámbito académico y al frente de organizaciones complejas me avala para acometer el desafío tan importante al que se enfrenta la SEC. He sido jefe de Servicio de Cardiología desde 1990, primero en el Hospital Clínico Universitario de Valladolid y ahora en el Gregorio Marañón de Madrid, y he tenido el privilegio de formar a muchas generaciones de residentes y de ser catedrático, primero en Valladolid y ahora en la Universidad Complutense de Madrid. Además, he estado 12 años sirviendo a la SEC, siendo parte de su comité ejecutivo, primero como editor asociado y después como editor jefe de la Revista Española de Cardiología. También he ocupado cargos importantes en la Sociedad Española de Cardiología (ESC), en la que he llegado a ser vicepresidente. En el terreno de la investigación, coordino desde hace muchos años la Red de Investigación Cardiovascular (RIC) del Instituto de Salud Carlos III a nivel nacional, el bloque científico cardiovascular más importante del país, que incluye a casi 800 investigadores distribuidos por toda España.

Es decir, existe la necesidad y se dan las condiciones para que me presente. Además, he tenido la suerte de contar con un equipo extraordinario dentro de mi candidatura.

La palabra clave de su programa es la innovación, ¿por qué ha elegido este término como eje central de su candidatura?

Porque innovar es lo más necesario. La SEC necesita innovar a nivel institucional, en términos de transparencia y de comunicación con sus miembros y con la sociedad en general, y en la  gestión del patrimonio acumulado. También tiene que innovar en el terreno asistencial. La SEC es la conexión que tienen los ciudadanos con la calidad asistencial y eso nos obliga a dar un paso al frente y a ponernos en una situación de arbitraje entre los intereses lícitos de los ciudadanos en materia cardiovascular, los intereses lícitos de los poderes públicos en términos de sostenibilidad y los intereses, también lícitos, de la industria en términos de crecimiento económico.

El candidato a la presidencia de la SEC considera que el papel de las sociedades científicas debe evolucionar.

También es necesario innovar el perfil de nuestra sociedad de cara a los profesionales. Nos hemos movido durante muchos años en una situación de dedicación a aspectos puramente científicos, absolutamente loables y con resultados extraordinarios, pero esto ya no vale. Los cardiólogos necesitan una defensa específica de sus intereses a nivel profesional, en términos de prosperidad, de seguridad y de independencia. Otro aspecto innovador muy importante, al cual yo no renunciaría nunca, es enfocar todo nuestro esfuerzo sobre la situación de las nuevas generaciones de cardiólogos, que necesitan una defensa profesional a ultranza que tiene que involucrar, sin ninguna duda, a la SEC. También tenemos que reforzar la presencia de los miembros de la SEC en las universidades y procurar que los cardiólogos españoles tengan una presencia cada vez más potente en términos de investigación biomédica. Queremos potenciar la figura del cardiólogo científico, que compatibiliza su dedicación a los pacientes con la investigación y la innovación.

Tenemos que reforzar nuestra relación con la ESC y con las sociedades de nuestro entorno cultural e idiomático, y establecer otro tipo de relaciones con la sociedad civil para promocionar la salud cardiovascular. Desde luego, tenemos que establecer nuevas fórmulas de relación con la industria que se adapten a la nueva situación económica y normativa, que no tiene nada que ver con la que hemos manejado hasta ahora.

Por último, hay algo de lo que la SEC no se ha ocupado nunca lo suficiente: la realización de acciones humanitarias. Lo tenemos que hacer, no hay que irse fuera de España. La SEC tiene que ser un modelo en afrontar ese desafío. Creemos que es una obligación ineludible de nuestra organización.

Así que, en su opinión, el papel de las sociedades científicas tiene que cambiar…

Totalmente. Las sociedades científicas, como todas las cosas, evolucionan. Deben mantenerse y reforzarse todas las actividades asistenciales, científicas y docentes, pero la sociedad civil exige ser conocedora y partícipe de los avances a nivel asistencial y a nivel científico. Lo vemos todos los días en las consultas; la relación con el enfermo ya no es paternalista y esto se traslada a todos los sistemas organizativos de nuestra especialidad.

Francisco Fernández-Avilés.

¿Cuáles considera que serán los retos de la Cardiología dentro de dos años, momento en el que asumiría la presidencia de la SEC en caso de ganar las elecciones?

Todo va a depender mucho de la situación económica, que no creo que vaya a cambiar. No creo que empeore, pero lo que está claro es que no se van a vivir los tiempos que hemos vivido con anterioridad. Realmente creo que las crisis son oportunidades y que hay que aprovechar las situaciones difíciles para cambiar muchas cosas. Este es el gran reto, aunque pueda parecer que soy un economicista. Una oportunidad es la de gestionar la asistencia de una manera más eficiente. Somos conscientes de que en la gestión asistencial y científica hay áreas de mejora. El desafío es establecer sistemas que permitan gestionar los recursos de una manera adecuada, sin que los profesionales pierdan la independencia en la toma de decisiones. Esto significa que nuestra organización tiene que hacer que exista una sensibilidad en este sentido, tanto por parte de sus asociados como de los poderes públicos o privados que financian el ejercicio asistencial, científico o docente de la medicina cardiovascular. Yo no distingo entre sanidad privada y sanidad pública, me parece que no tiene sentido; yo distingo entre buena sanidad y mala sanidad. La gestión adecuada de los recursos se tiene que enfocar al paciente, con el máximo nivel de calidad y de eficiencia.

Otro desafío es el académico. La investigación que tiene que promover una sociedad científica tiene que estar centrada en los pacientes y en la obtención de riqueza. La SEC tiene que priorizar las acciones de investigación y desarrollarlas para que produzcan salud y prosperidad. La SEC tiene que aprovechar su potente estructura para fomentar las relaciones con los organizamos de investigación, fundamentalmente con la Red de Investigación Cardiovascular (RIC) del Instituto de Salud Carlos III. Creo que es una oportunidad de oro que nosotros podamos dirigir la SEC teniendo la coordinación nacional de la RIC. Eso puede generar una sinergia potentísima para producir las dos cosas que necesitamos: salud y prosperidad.

La participación social es otro desafío. Creo que la SEC se tiene que abrir de verdad a la sociedad civil e incorporar a su estructura las inquietudes de los pacientes. Hemos decidido potenciar la figura del paciente experto porque creemos que tenemos que conseguir la complicidad de los enfermos para que ellos mismos se ocupen de transmitir a los demás pacientes cómo resolver los problemas. También tenemos que abrirnos a la sociedad civil en la prevención y en materia de acciones humanitarias.

¿Cómo está funcionando la nueva Red de Investigación Cardiovascular (RIC) tras la fusión de las tres redes que existían anteriormente (Recava, Redinscor y Heracles)?

Muy bien. Las tres redes han tenido una trayectoria impecable, pero llegamos a la conclusión de que teníamos que acometer fusionadas esta etapa. No ha sido fácil, pero sí muy gratificante. El proyecto se ha materializado en una red única que tiene siete programas de investigación con una gran autonomía, perfectamente estructurados e interrelacionados, y que están produciendo ya una actividad muy grande. Sobre todo, generan una plataforma muy compacta e uniforme que engloba la capacidad de investigación de, aproximadamente, 800  personas, distribuidas en centros de investigación de excelencia de toda España que ahora están muy bien conectados. Esta plataforma proporciona a la investigación cardiovascular española una oportunidad tremenda de avanzar en este terreno tan competitivo de la investigación biomédica, que tiene que estar muy cercana a los pacientes y que tiene que producir prosperidad.

Fernández-Avilés habla del funcionamiento de la RIC tras la fusión de las tres redes de investigación.

¿Cuál es la situación actual de la investigación y de la docencia hospitalaria en Cardiología?

Tenemos un Sistema Nacional de Salud (SNS) realmente bueno y, sobre todo, que está muy bien estructurado y es muy homogéneo. Esto hace que con muy poco se consiga mucho. En Cardiología y en otras especialidades, el SNS es una plataforma que, bien aprovechada, puede producir enormes beneficios, no solamente en términos asistenciales sino en términos académicos.

A nivel docente, es un hecho conocido que la formación de los médicos especialistas en este país es extraordinaria. Creo que lo único que queda por hacer es crear la figura del médico científico. Una oportunidad de trabajo para las nuevas generaciones de cardiólogos es la investigación biomédica y, para eso, hay que añadir la figura del cardiólogo científico a la formación impecable de la etapa de residente.

Por eso, tenemos ya preacordado con el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) la firma de un convenio que permita financiar contratos adicionales de investigación (los contratos Río Ortega y Juan Rodés) por parte de la SEC dentro de la formación post MIR del ISCIII. Lo que nosotros vamos a hacer es dirigir los fondos de la SEC a que se puedan financiar el mayor número posible de contratos para que nuestros jóvenes cardiólogos puedan convertirse en cardiólogos científicos. Esto es muy importante y es lo que falta verdaderamente en la faceta académica de la Cardiología española.

Como jefe del Servicio de Cardiología del  Gregorio Marañón de Madrid, ¿qué valoración hace de la situación actual de la sanidad madrileña?

De preocupación. No creo que se deba distinguir entre sanidad pública o privada, sino entre buena y mala sanidad. Lo que hay que exigir es que la sanidad, sin importar cómo esté financiada y gestionada, cumpla los estándares que tiene que cumplir. Esto es lo que me preocupa, no que la sanidad sea pública o privada. Creo que no se puede negar la necesidad de incrementar la eficiencia del ejercicio clínico y del académico; es obvio que hay bolsas de ineficiencia que hay que resolver de una vez y eso se puede hacer de diferentes formas. Pero el ejercicio de la Cardiología, como en otras especialidades, tiene que estar sujeto a unos estándares, y hay unos niveles de calidad que no se deben poner en riesgo. Lo que se haga se tiene que hacer previendo con exquisitez cuál es la cartera de servicios que se tiene que desarrollar, en términos de volumen, cualificación de los profesionales y resultados. Eso es sagrado y no se debe alterar.

Francisco Fernández-Avilés durante la entrevista en Sanitaria 2000.

Por lo tanto, independientemente de las decisiones que se tomen para resolver las ineficiencias del sistema, se debe contar con los profesionales. Los profesionales siempre se han volcado cuando se ha contado con ellos para resolver cualquier problema del sector sanitario. Los planes estratégicos de la Comunidad de Madrid, solicitados por la Consejería de Salud, son un ejemplo claro.

Así que lo primero es reconocer las ineficiencias del sistema; segundo, resolverlas intentando contar con los profesionales, que siempre van a responder; y tercero, manejar con exquisito rigor los estándares que aseguran la calidad asistencial. Como jefe de Servicio de un hospital de Madrid estoy preocupado y decepcionado porque nosotros hemos intentado funcionar en red con un nivel de eficiencia muy alto y hemos visto que no se ha buscado la eficiencia a través de esa vía ni nuestra participación antes de tomar otro tipo de decisiones sobre lo que había que hacer para aumentar la eficiencia del sistema. Todos los modelos son lícitos, pero las cosas hay que hacerlas bien.                  

¿Cuál ha sido la participación de la Cardiología española en el congreso de la Sociedad Europeo de Cardiología ESC 2013, celebrado recientemente en Ámsterdam?

La relevancia de la Cardiología española en la Sociedad Europea de Cardiología (ESC) es altísima. La SEC siempre ha sido uno de los baluartes más potentes y que más ha contribuido a todo el desarrollo organizativo y científico de la ESC. En estos momentos, el congreso de la ESC es el más importante del mundo, con 35.000 asistentes en Ámsterdam, muchos más de los que tiene cualquier congreso americano.

Sí que ha habido una participación española importante. Me gustaría destacar la participación del doctor José Luis Zamorano como chairman de las guías de actuación de la ESC, quien ha conseguido llevar todo el conjunto de herramientas que nosotros manejamos a un nivel de excelencia espectacular, que se ha materializado en nuevas guías y en una facilitación impresionante de su utilización, a través de una aplicación para smartphones.

Otro ejemplo parecido es el papel del doctor Héctor Bueno, el presidente de la Asociación de Cuidados Cardiológicos Críticos. Tiene mucha importancia que dentro de la SEC se haya consolidado que los pacientes con cardiopatías críticas en situación de gravedad tienen que estar bajo la supervisión de los cardiólogos.

El jefe del Servicio de Cardiología del Gregorio Marañón analiza la situación de la sanidad madrileña.

En el terreno de la actividad que han presentado nuestros cardiólogos, quiero destacar el trabajo del doctor Antoni Bayés Genís, que está trabajando muy duro en terapia celular y en ingeniería tisular, y que ha presentado sus resultados en un modelo de parches creados con células madre para poder resolver la insuficiencia cardiaca. Algo muy meritorio en la parte básica.

En la parte clínica se pueden destacar muchas cosas porque ha habido mucha participación, pero me voy a ceñir a dos. Una es la actividad que ha presentado el grupo del Hospital La Paz de Madrid respecto a la cardiotoxicidad de los tratamientos oncológicos. Creo que esto es muy importante y nos está empezando a desbordar. En estos momentos hay muchos pacientes con cáncer que se curan, pero los fármacos que se utilizan tienen un impacto muy grave sobre el músculo cardiaco y estos pacientes tienen que estar muy estrechamente monitorizados por cardiólogos. Lo que están demostrando los trabajos que está desarrollando el grupo del doctor José Luis López-Sendón en La Paz es que hay que ser muy exquisito aplicando las tecnologías de imagen más sofisticadas para el seguimiento de estos pacientes porque, si no es así, se puede permitir un tratamiento muy tóxico para el corazón o incluso negarlo si, por utilizar una técnica que no es la adecuada, se creyese que existe un daño que en realidad no es tan grave y se interrumpiera el tratamiento de un proceso tan grave como el cáncer. Es muy meritorio que este grupo haya hecho el esfuerzo de pensar en estos pacientes y buscar una solución para ellos. También es muy importante el trabajo del doctor Joaquín Alonso, del grupo de Fuenlabrada (Madrid), en el que, de nuevo, se ha analizado el impacto de la cardiopatía isquémica en nuestro país.

Vea la entrevista completa en Sanitaria2000.tv

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