Susi Pedrón y Paloma Sánchez, Jefa de Cocina y nutricionistas del Hospital General de Albacete.
Las
dietas hospitalarias han gozado durante muchos años de una pésima reputación, que se ha ido incrementando con la publicación de imágenes a través de redes sociales de platos "poco saludables" y dietas que muchos usuarios han calificado como "deficientes". Pero,
¿es injusta esta reputación? Paloma Sánchez, dietista y nutricionista en la unidad de Nutrición Clínica del
Hospital General de Albacete, y Susi Pedrón, nutricionista y Jefa de cocina del mismo hospital, responden y dan su punto de vista.
"Ha sido una evolución muy rápida en muy pocos años", afirma Sánchez a
Redacción Médica, admitiendo que una parte de la evolución de la comida en los hospitales se debe a que "la evidencia científica y los estudios sobre cómo la alimentación afecta a la enfermedad, ha crecido mucho". Además, insisten que ese cambio también está ligado a que "actualmente
los nutricionistas trabajan conjuntamente con cocina", algo que hace diez años no ocurría.
Ambas son conocedoras de la situación "privilegiada de su hospital", ya que no todos cuentan con un rango tan elevado de graduados en Nutrición en el Servicio Endocrino y de Cocina como ocurre en el de Albacete. Sin embargo, a pesar de ello, ambas coinciden en lo mismo:
"Generalizar y dar por sentado que se come mal siempre en los hospitales no es correcto".
¿Cómo se diseñan las dietas de un hospital?
"En todos los hospitales se va mejorando; la figura del nutricionista en cocina es un buen punto de unión con la planta", afirma Pedrón a este periódico, asegurando que de este modo "se hace mucho más sanitario el servicio de cocina". Pero, ¿cómo se logra llegar a ese punto? "Aunando ciencia y cocina", explica. "En los cuatro años que llevo ejerciendo como Jefa de cocina, no hemos cambiado el presupuesto y seguimos con un modelo mixto:
la mitad de la cocina pertenece al SESCAM y la otra a una empresa privada, solo hemos cambiado la manera de hacer las cosas", argumenta Pedrón.
Entre las pequeñas modificaciones que ha realizado Pedrón durante estos cuatro años destacan las siguientes: cambiar el pan blanco por integral,
priorizar la fruta como postre y quitar las galletas como opción por defecto. Ahora, en su lugar, se ofrece leche con pan integral y aceite. Además, afirman que el paciente puede elegir cada día entre varias opciones y que cuentan con guías en las que se incluyen recomendaciones actualizadas.
Comida en hospitales: qué recomiendan al paciente
De hecho, sobre esto último, las dos realizan una serie de recomendaciones sobre qué debe hacer el paciente si no está conforme con el menú ofrecido por el hospital, ya que como insisten ambas "que un paciente se queje a un auxiliar de enfermería o pinche no vale de nada"."La única manera de que el servicio de cocina se entere de que un menú no es el adecuado, o no gusta, es a través de
una queja en atención al paciente", aseguran. Además, también recomiendan "preguntar al médico especialista por qué se tiene esa dieta prescrita y las posibilidades que cuenta el hospital para darte otras opciones".
Otro tema en el que hacen especial hincapié tanto Sánchez como Pedrón es el de llevar comida externa a un paciente. "Igual que no se lleva medicación a un paciente tampoco debes llevarle comida", explican, señalando que "esa comida que se le proporciona en el hospital
está supervisada y se da dentro de unas condiciones concretas y realizadas por cocineros que cuentan con una formación específica".
"No se puede generalizar
y dar por sentado que se come mal
en todos los hospitales,
porque no es cierto"
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Uno de los puntos claves, tal y como señalan las dos nutricionistas, sobre la mala fama de las
dietas hospitalarias reside en los problemas generacionales y la poca consciencia que existe del presupuesto del que dispone un hospital para la gestión de las cocinas. "La gente no tiene en cuenta los problemas generacionales que existen y hay que ser realistas", afirma Sánchez. "Somos conscientes que tomar leche con magdalenas no es saludable, pero es lo que los pacientes más mayores reclaman", explica.
"Hay que tener siempre presente el presupuesto que se tiene y, a día de hoy, tomar leche con avena no está tan implantado en un hospital", admite la Jefa de cocina del Hospital General de Albacete, explicando que muchas veces se tiene que realizar las siguientes preguntas: ¿va a funcionar?
¿merece la pena comprar avena para que nadie la quiera tomar y después todo sean quejas?
Infografía de la guía de recomendaciones proporcionada a los pacientes
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"A la hora de realizar el menú es muy importante
la gastronomía de la zona y el tipo de paciente que más ingresa", confiesa Sánchez, asegurando que "igual dentro de diez años podemos hablar de desayunar un porridge de avena en un hospital, pero actualmente no es posible".
Por último, ambas afirman que
"ante esta situación muchas veces sientes impotencia", porque generalmente la gente que "se queja en redes del menú no es la que está ingresada en un hospital". "Las quejas siempre vienen de gente treintañera, que son los que más utilizan las redes sociales, sobre la alimentación que recibe otra persona de una generación distinta", concluyen al respecto.
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