La telemedicina, aliada contra el cambio climático al reducir emisiones

La implementación de la telemedicina, impulsada especialmente durante la crisis del covid, no solo ha transformado la manera en que se presta atención sanitaria, sino que también está demostrando ser una herramienta clave para la sostenibilidad ambiental en el ámbito sanitario. Así lo detalla la OCDE en su informe ‘Más allá de la pandemia’ en el que destaca cómo esta modalidad de atención puede contribuir significativamente a reducir el impacto medioambiental de la medicina, marcando un nuevo camino hacia un SNS más sostenible.

Uno de los principales beneficios medioambientales de la telemedicina radica en la disminución de los desplazamientos físicos de los pacientes. Antes de la pandemia, las consultas presenciales representaban la mayoría de las visitas médicas, lo que implicaba un alto volumen de traslados en vehículos, tanto privados, como transporte público. Con el auge de las teleconsultas, que pasaron de 0,6 por paciente al año en 2019 a más de 1,4 en 2021 en promedio entre los países de la OCDE, lo que supone una reducción en las emisiones de CO2 asociadas al transporte.

Por supuesto, la telemedicina también contribuye a un uso más eficiente de los recursos tecnológicos y sanitarios. Según el informe, esta modalidad permite optimizar las consultas de seguimiento y clasificar a los pacientes para determinar qué casos requieren atención presencial, reduciendo así el uso innecesario de instalaciones hospitalarias y del equipamiento médico. Además, los sistemas de telemonitorización, que permiten realizar pruebas de rutina y compartir resultados en tiempo real, minimizan el consumo de recursos clínicos.

Impacto de la telemedicina en los sistemas de salud

La OCDE señala que no se puede subestimar el impacto transformador de la telemedicina en los sistemas de salud modernos a muchos niveles. Para este organismo, la atención sanitaria telemática se ha convertido en una “piedra angular” en la prestación de servicios médicos durante y despues de la pandemia, transcendiendo barreras geográficas y revolucionando la atención a los pacientes.

Sin embargo, señala que, a pesar de sus beneficios, esta nueva forma de atención todavía se enfrenta a “desafíos y consideraciones que requieren una comprensión matizada de su implementación e integración a largo plazo en los marcos de atención médica existentes en los países de la OCDE”. En concreto, apunta que los países deben “aprender de sus datos y su experiencia” para fundamentar las políticas necesarias y prepararse mejor “para el futuro de la telemedicina”.

Para ello, aconseja recopilar de manera continua los datos sobre la actividad de telemedicina según modalidad, tipo de consulta y datos demográficos del paciente. Además, recomienda establecer un proceso o una estrategia de evaluación basada en una estructura de gobernanza que permita recopilar datos de forma sistemática y revisar las decisiones políticas, entre otras cosas.

Además, el informe de la OCDE destaca que la sostenibilidad y el crecimiento de la telemedicina enfrentan importantes desafíos financieros. Aunque 11 de los 16 países encuestados realizan análisis continuos de los costes de los servicios de telemedicina, solo cinco de ellos (entre los que no se encuentra España), cuentan con sistemas de facturación suficientemente “granulares” para fomentar un uso eficiente y sostenible de este modelo de atención.

“La telemedicina ya no es una novedad. Es un canal útil de atención que, en el contexto adecuado, resulta más conveniente para los pacientes y eficaz para los proveedores. Hay nuevas pruebas que demuestran que la telemedicina mejora la experiencia del paciente sin comprometer los resultados. Cuando se aplica a gran escala, la telemedicina puede ayudar a cerrar brechas de equidad al mejorar la disponibilidad de servicios de salud en zonas rurales y remotas”, concluye la OCDE.