10 mar. 2013 19:31H
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Ismael Sánchez. La Granja de San Ildefonso (Segovia)
Los ingenieros son profesionales tan respetados como huidizos. Los ingenieros hospitalarios, también. Poco se sabe de ellos en la sanidad, aunque son responsables de materias muy importantes para el buen funcionamiento de los centros. Y su trabajo, gracias al impacto de las nuevas tecnologías, está alcanzando a las propias expectativas de profesionales y de pacientes, haciéndolas posibles y viables.

De izq. a dcha., Ricardo López, director general de Sanitaria 2000, Javier Guijarro, secretario de la Asociación Española de Ingeniería Hospitalaria; Javier Godoy, director de Carburos Médica; y Luis Mosquera, presidente de la Asociación Española de Ingeniería Hospitalaria, en la clausura del Encuentro Global de Ingeniería Hospitalaria.

Que no sean conocidos del todo no quiere decir que no tengan opinión. Al contrario, la tienen y muy definida, generalmente bien construida y con un casi irrebatible conocimiento de causa. No, no debe ser sencillo polemizar con un ingeniero, especialmente de sus temas. Hemos tenido oportunidad de comprobarlo este fin de semana en La Granja (Segovia), donde Sanitaria 2000, empresa editora de Redacción Médica, ha reunido a un centenar de ingenieros, arquietctos y jefes de mantenimiento de hospitales y centros de todo el Sistema Nacional de Salud.

Gracias al auspicio de la Asociación Española de Ingeniería Hospitalaria (AEIH), el encuentro ha permitido evidenciar que los ingenieros tienen una voz sólida en el panorama sanitario y que seguramente merecen ser más escuchados en el debate sectorial. Porque, según se ha podido comprobar, tienen criterio fundamentado y pueden aportar logros y experiencias en asuntos tan candentes como los equipos multidisciplinares, la externalización de servicios o la eficiencia de los centros.

El protocolo de actuación en gases medicinales ha sido el documento de trabajo que ha posibilitado una alianza hasta hace poco improbable. Ingenieros hospitalarios, farmacéuticos y gasistas se han puesto de acuerdo en gestionar esta materia de la mano, sin enfrentamientos y con vocación de colaboración franca. La base de un equipo multidisciplinar, propuesto tantas veces en tantos otros ámbitos y que generalmente se queda en buena intención inconclusa.

Los ingenieros también quieren amplificar su mensaje en eficiencia energética. Ya no vale que las medidas de ahorro, más o menos esporádicas, o incluso los planes a más largo plazo, se expongan como iniciativas voluntarias, que dependan del mayor o menor compromiso de los servicios públicos de salud. Se trata de que las medidas para promover la eficiencia sean obligatorias y que alcancen a todo el Sistema Nacional de Salud.

Respecto a la externalización de servicios, y a los modelos que posibilitan su integración, los ingenieros creen que no importa tanto el tipo de modelo (vertical, horizontal…) sino su eficacia y eficiencia, con el propósito de optimizar los recursos. Aquí reside también la clave para discernir entre los modelos de gestión, otro asunto que preocupa al colectivo, en paralelo a su creciente impacto social. Nada mejor que evaluarlos, medir sus resultados y compararlos para entonces determinar cuáles son mejores. Eso sí, como dijo Concha Roch, directora de la Unidad de Control del Servicio Madrileño de Salud, a la hora de ver si modelos públicos o privados, nada de fundamentalismos, por favor.

Los ingenieros han mostrado su capacidad para interiorizar la sanidad e incorporarla a su escala de valores profesionales. Ahora debe ser la sanidad, el sector en su conjunto, el que debe hacer lo posible por escuchar más a estos profesionales.

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