Carlos Cristóbal. Bruselas
El proyecto ‘Desarrollo de indicadores de buenas prácticas para el tratamiento del dolor’, que ya se está aplicando en diez comunidades autónomas, ha ocupado un lugar privilegiado en el primer día de la cuarta edición del encuentro ‘Impacto Social del Dolor (SIP)’, organizado por Grünenthal y la Federación Europea de los Capítulos de la IASP. “Es necesario saber qué necesitamos para un buen abordaje del dolor”, ha indicado a Redacción Médica Pedro Saturno, cabeza del proyecto y calificado de “destacada” la posición de España dentro de este ámbito.
Pedro Saturno, profesor de la Universidad de Murcia y especialista en abordaje del dolor. |
¿Qué objetivos persigue su presentación?
Lo que nosotros queremos es presentar los avances en este proyecto, que llevamos desarrollando varios años. Nos hemos centrado en el modo en que se gestó, y también en lo que nos hemos basando para hacerlo. Hemos querido hacer un especial énfasis en la metodología que hemos utilizado, el cómo. Se trata de la tercera ocasión que hablo para este foro, desde que era un proyecto recién empezado a este momento, en el que ya está finalizado, con lo cual ya se puede entrar en los detalles.
El proyecto incluye una serie de recomendaciones para un correcto abordaje del dolor crónico. ¿Cuáles son los más importantes?
Precisamente ese ha sido uno de los puntos más importantes del encuentro, porque hay varios niveles en los que resulta necesario apoyarse. Lo primero de todo es tener claro qué se necesita para ofrecer un tratamiento, que es uno de los aspectos en los que más énfasis estamos haciendo. Además de ello, le damos especial importancia a cómo hay que hacer las cosas para considerar que están bien hechas. Según el tipo de paciente se tienen que hacer cosas diferentes, por lo que hablamos de muchos indicadores y muchos aspectos. Lo lógico sería que quien trate a esos pacientes fuese capaz de medir si está haciendo lo correcto.
¿Qué impide que se practique un correcto abordaje del dolor?
En primer lugar, se ha carecido de herramientas para medir si ese abordaje era bueno o malo hasta que nosotros hemos establecido una pauta. De hecho, estamos aquí porque se trata de un proyecto pionero.
También resulta muy importante que, cuando se ha empezado a contar con esas herramientas, todavía no están incorporadas dentro de la rutina de la atención. Es decir, no hay una evaluación. Es lo que se llama mejora continua de la calidad y no está todavía instaurada.
Resulta muy importante que estos proyectos no se queden en el ámbito nacional y, como en este caso, abarquen a toda Europa.
Eso es. De momento queremos que se subraye la importancia de este tema. La discusión que está habiendo en estos momentos está centrada principalmente en la estructura, pero por algo se empieza.
Establecer políticas comunes resulta muy importante para las diferentes poblaciones, porque si nos ponemos de acuerdo en qué es lo que hay que hacer y lo que está bien, lo aplicaremos a una población más amplia que si se trata de un proyecto nacional. En todos los ámbitos, que varios países busquen y encuentren lo correcto, en el ámbito que sea, es positivo.
¿En qué punto se encuentra España dentro del abordaje del dolor?
Yo creo que el hecho de que estemos aquí, liderando la cuestión, quiere decir que vamos por delante de muchos otros países. Hay otros como Reino Unido, Bélgica o Francia que tienen políticas más específicas, pero en España llevamos mucha ventaja en el abordaje del dolor. No es que esté bien, pero vamos con adelanto. Además, queda mucho por trabajar.