José A. Puglisi/ Imagen: Miguel Fernández de Vega. Valladolid
Enrique Ortega ha renovado las prácticas médicas en España. En un intento por reducir las molestias físicas de aquellos pacientes con estenosis de canal por hipertrofia del ligamento amarillo, el jefe de sección de la Unidad del Dolor del Hospital Universitario Río Hortega de Valladolid, ha adoptado la técnica terapéutica de la epiduroscopia. Un tratamiento que, hasta el momento, sólo se había implementado en el Guys and St. Thomas Hospital de Londres.
Enrique Ortega, jefe de sección de la Unidad del Dolor del Hospital Universitario Río Hortega de Valladolid.
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La epiduroscopia, usada en la visualización percutánea para diagnóstico y tratamiento de pacientes con dolor lumbar crónico, ha sido utilizada frecuentemente por Ortega en los últimos años. “Desde 2009, utilizamos de forma rutinaria la epiduroscopia para el diagnóstico e intervenciones para el síndrome de espalda fallida. Pero a los pacientes con estenosis de canal no podíamos ofrecerle un tratamiento tan eficaz”, explica el jefe de sección. Un escenario que cambió cuando descubrió la técnica utilizada en Londres. “nos planteamos que podía ser una solución importante para aquellos pacientes en los que el cirujano no valoraban una operación”, precisa.
Tras viajar al Guys and St. Thomas Hospital para conocer más sobre la técnica y obtener soporte técnico, Ortega decidió realizar la primera intervención en España el pasado 27 de abril. “La epiduroscopia tradicional lo que hace es un despegamiento de las adherencias a nivel del espacio epidural posterior. Lo que hacemos con la nueva técnica es eliminar adherencias en el receso lateral y, mediante un coagulador, hacemos una recepción de nivel parcial del ligamento amarillo para aliviar la compresión de las fibras nerviosa en la cola de caballo”, puntualiza.
Los resultados de esta intervención han sido positivos y el paciente cuenta con una mayor movilidad que le permite disfrutar de un ritmo de vida normal. Ortega precisa que el valor añadido de esta intervención radica en una mayor duración de la mejoría general, eliminando el dolor hasta por un año. Ante el alto potencial de la técnica, en el Hospital Universitario Río Hortega ya se han realizado otras dos intervenciones durante finales de mayo e inicios de junio.
Desde el quirófano
Los pacientes que se someten a esta intervención suelen tener una edad avanzada, más de 60 años, y un cuadro de claudicación a causa de la estenosis que esté siendo generada por el ligamento amarillo. Sin embargo, para recibir esta técnica hace falta cumplir con otras condiciones: “que se haya desechado la opción de la cirugía o que el paciente no quiera asumir el riesgo de una cirugía mayor, y que los tratamientos convencionales no estén funcionado”, aclara Ortega.
Enrique Ortega durante la entrevista con Redacción Médica.
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Durante un proceso, que dura aproximadamente dos horas, el equipo médico procede al despegamiento por medio de suero fisiológico y métodos mecánicos, como balones de Fogarty, parecido al usado en la cirugía vascular. También se emplea un sistema de coagulación o resonancia molecular que “produce lesiones controladas y pequeñas que nos permiten avanzar de forma delimitada por las adherencias”, indica.
Una vez que termina la intervención, el paciente baja a la sala postoperatoria anestésica durante una hora y, posteriormente, regresa a una planta de hospitalización convencional hasta el día siguiente, cuando se le da el alta.
Ortega indica que, en el Hospital Universitario Río Hortega, ya se realizan entre 75 y 100 epiduroscopias al año, un número que prevé se incrementará con la incorporación de la nueva técnica. Una tendencia que, a su parecer, debería extenderse por otros hospitales del país.
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