Javier Leo / Imagen: Pablo Eguizábal. Barcelona
Dentro del programa de ponencias del 46 Congreso Nacional de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ), se han presentado los estudios ‘Utilidad del lavado broncoalveolar en la determinación del contenido pulmonar de amianto en nuestro medio’ y ‘Evaluación de la exposición a amianto mediante el análisis mineralógico del lavado broncoalveolar”, dos análisis en los que se demuestra que las nuevas técnicas de laboratorio son factores clave a la hora de declarar una enfermedad respiratoria de origen ocupacional y medioambiental (EROM) por amianto.
María Jesús Cruz, investigadora y miembro de Separ. |
Puesto que el tiempo de latencia entre la exposición y la enfermedad es de más de 20 años, los expertos prevén que en los próximos años aparecerán enfermedades debidas a contactos producidos en las tres últimas décadas. Por este motivo, los estudios de Separ calculan que en los países industrializadas al menos 30.000 personas fallecerán cada año por cáncer provocado por la exposición a esta sustancia. Debido a que se puede tratar de enfermedades de origen ocupacional, bien por imperativos médico-legales o porque no existe certeza de exposición, se debe tener en cuenta durante el diagnostico que la importancia de constatar que el proceso del paciente es causado por amianto en el pulmón.
"Existen pocos estudios en los que se investigue la correlación entre detección de amianto en lavado broncoalveolar (BAL) y en pulmón y, hasta ahora, ninguno de ellos se había llevado a cabo en nuestro país", asegura María Jesús Cruz, investigadora del laboratorio de Neumología del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona y miembro de Separ. El BAL es un método menos invasivo que los tradicionales que permite obtener una muestra representativa de alrededor de un millón de alvéolos para ser analizada y determinar la presencia de amianto. “Su mayor ventaja es que se puede detectar la presencia de amianto mediante microscopía óptica”, explica Cruz.
“Es una herramienta más que ayuda al diagnóstico de la patología porque permite ver concretamente si la persona ha estado expuesta al amianto de una manera muy objetiva: midiendo los cuerpos de amianto que tiene en el pulmón. Esto tiene unas consecuencias médico-legales muy importantes, ya que una persona que desarrolla un cáncer, si se consigue determinar el contenido de amianto en el pulmón, puede conseguir que se reconozca su enfermedad como una EROM”, comenta la representante de Separ.
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La relación entre el biólogo y el neumólogo debe ser “básica”
En opinión de Cruz, la relación entre el biólogo y el neumólogo en el hospital debe ser una “relación básica”. “Es necesaria mucha coordinación entre el neumólogo, el cirujano torácico y el laboratorio para, por ejemplo, poder determinar cuerpos de amianto en pulmón y trabajar con muestras pulmonares o con muestras de BAL. El médico neumólogo que sospecha la patología ha de solicitar la recogida de esta muestra al cirujano torácico y después ha de pedir al laboratorio la determinación de cuerpos de amianto, lo que demuestra que la multidisciplinariedad y el trabajo conjunto es primordial en estos casos”, destaca.