Ciencias como la Psicología Social apuntan a la ‘templanza’ del anciano como solución.

La vejez saludable precisa un cambio de paradigma


16 feb. 2016 9:40H
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POR JAVIER BARBADO
El Instituto de Innovación y Desarrollo de la Responsabilidad Social Sociosanitaria (Inidress) ha organizado un debate acerca del papel de la persona mayor en la sociedad, y, en particular, sobre la importancia de prevenir y promover la salud aun antes de resolver la enfermedad. Para ello han expresado sus puntos de vista profesionales de sociedades científicas, un catedrático de Psicología Social y la subdirectora general de Información y Atención al Paciente en la Comunidad de Madrid, Piedad López. Todos apuntan a una nueva realidad que exige un cambio cultural en las sociedades occidentales que incluya al anciano como figura venerada en lugar de apartada sin miramientos del mundo laboral, una denuncia hilvanada con la creación del espacio sociosanitario que, en España, lidera Inidress.
Ismael Sánchez, director ejecutivo de Inidress: La organización de este foro a cargo de Inidress, que es el Instituto de Innovación y Desarrollo de la Responsabilidad Social Sociosanitaria, y que es la organización que está tomando la bandera de llevar esta responsabilidad social al ámbito sociosanitario. Y para lograrlo, una de sus actividades es la divulgación y el intercambio de ideas y de pareceres.
Estamos aquí gracias también a dos de nuestros socios más reputados, en concreto Sanofi Pasteur MSD, la única compañía europea farmacéutica dedicada por entero a la promoción y a la fabricación de vacunas y, por supuesto, a Sanitaria 2000, que es la compañía editora de Redacción Médica, y que nos ofrece la posibilidad de amplificar y de difundir este tipo de contenidos.
Comencemos con la autoridad presente de la Comunidad de Madrid. ¿Compete a las administraciones, desde su punto de vista, el fomento de un envejecimiento saludable o se desplaza ese cometido por asuntos más urgentes?
Piedad López Roldán, subdirectora general de Información y Atención al Paciente de la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid: No; sin ninguna duda, se trata de una labor muy relevante para la Consejería por su propia dinámica y el por el devenir de la sociedad, que lo hace necesario. El envejecimiento, el mayor incremento de la edad de la población, añade nuevos problemas sanitarios y, en efecto, hay que pensar en ellos y tratarlos así como diseñar la manera más correcta de actuar. Por supuesto que sí.
José Antonio López Trigo, presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología: Por fortuna, en el envejecimiento, hemos pasado de la idea de que se trata de un hecho fortuito (concepto que imperaba hace no tanto: unos 50 o 60 años), a ser un derecho social consolidado. Y eso hace que nos tengamos que ‘poner las pilas’ en el sentido de buscar nuevas formas de envejecer mejor, dentro de un contexto no meramente asistencial, sino buscando ese cambio de paradigma necesario para la sociedad. Y es responsabilidad de las administraciones y de los que nos dedicamos a estudiar el envejecimiento.
Ubaldo Cuesta, catedrático de Psicología Social de la Universidad Complutense de Madrid: No creo que esté por trabajar; por el contrario, desde la Psicología científica se ha trabajado muchísimo. Uno de los grandes campos de aplicación de la Psicología social ha sido precisamente el ageing y la esperanza de vida.
Desde el punto de vista social, no ya de la ciencia de la Psicología, sino desde la propia sociedad, también se ha trabajado mucho y existe mucha conciencia sobre este asunto. Otra cosa es que quede mucho por avanzar, por supuesto, pero se trata de un campo en el que se ha trabajado y seguiremos haciéndolo.
José Antonio Forcada, miembro de la Sociedad Española de Vacunología: Son muchos los campos en los cuales hay que mejorar. Las vacunas, por ejemplo, se corresponden con un campo en el que está muy asumido el calendario infantil por toda la sociedad, y, en cambio, la que atañe a los adultos parece que se diluye, que no existe el mismo interés por ella, ni siquiera por parte de las administraciones. Ha habido algunas acciones en ese sentido, pero no se ha conseguido que cale en la sociedad y en las personas mayores. A éstas, una vez al año les recordamos que hay que vacunarse de la gripe, por ejemplo, pero hay otras muchas vacunas importantes de las que no se tiene conciencia en esa franja de edad.
Por otro lado –y resulta probable que seamos los sanitarios los responsables de ello–, no hemos sabido llegar a estas personas para ofrecerles el producto y convencerlos de esa necesidad para evitar enfermedades que pueden ser muy graves en personas mayores.
Ismael Sánchez: La llegada a la Comunidad de Madrid del consejero Jesús Sánchez Martos, catedrático de Educación para la Salud, ha supuesto un cambio en este sentido, ¿no es así?
Piedad López Roldán: Es verdad que nuestro consejero tiene una especial preocupación por estos asuntos, que se están intentando potenciar y divulgar todavía más. Sin embargo, ya desde el año pasado e incluso el anterior, se puso en marcha en la Estrategia de Atención al Paciente Crónico en la Comunidad de Madrid.
La preocupación del gobierno autonómico sin duda la justifican ese envejecimiento de la población, el aumento de las patologías crónicas y toda la necesidad de requerimientos y de atención sociosanitaria  y de recursos que esta población va a demandar.
Desde que se puso en marcha la estrategia, ha habido multitud de grupos de trabajo y se ha visto que, en efecto, muchas cosas ya estaban recogidas y se estaban haciendo, en especial en el ámbito de la Atención Primaria y de la salud pública, cuyos profesionales llevan trabajando toda la vida en promoción y prevención de la salud, aunque tal vez resulte menos llamativo con vistas al exterior.
La estrategia mencionada se divide en nueve líneas; las números seis y siete se corresponden con nuestra Subdirección de Información y Atención al Paciente. Entendemos que, efectivamente, el paciente cada vez demanda más información, quiere ser más activo y más responsable de sí mismo en el cuidado de su salud y el control de sus enfermedades. Eso desde luego, desde la Consejería se va a intentar fomentar mucho, porque entendemos que así debe ser, porque eso va a redundar en beneficio de todo el mundo.
Ismael Sánchez: ¿Qué le piden a la Administración los profesionales?
José Antonio López Trigo: A la Comunidad de Madrid, en concreto, le pedimos poco que no hagan ya, pues tenemos firmados varios convenios con ella y trabajamos, precisamente, en esas líneas que ha citado Pilar.
Trabajamos en programas de promoción de hábitos saludables, hemos hecho ‘formación de formadores’ por medio de la Dirección General de Atención Primaria; hemos llegado a 280 centros de salud, porque Atención Primaria nos ha brindado esa oportunidad; y, dentro de un programa de colaboración entre Comunidad de Madrid, Sociedad Española de Geriatría y Responsabilidad Social Corporativa de Sanofi Pasteur, hemos desarrollado los 32 elementos que creíamos básicos para atender a personas mayores y prevenir y promocionar hábitos saludables. 
En todo caso, a la Administración le pido que no se le olvide la ‘segunda parte’ de leyes como la de Dependencia o la de Autonomía del Paciente; se trata de normativas que han absorbido todos los esfuerzos del mundo, pero se repara poco promover la salud y la prevención en el propio enfermo dependiente.
José Antonio Forcada: No debe pasar por alto el hecho de que la mayor parte del esfuerzo y de los gastos sanitarios se dirigen a la atención; en cambio, cuanto tiene que ver con la educación y la prevención ha permanecido arrinconado de forma tradicional. Por eso debemos esforzarnos porque la sociedad se conciencia de ello a medio plazo.
En este empeño deben concentrarse, ante todo, los profesionales sanitarios, las administraciones, las sociedades científicas, los colegios profesionales… Por supuesto, todo ello requiere de una importante inversión económica. 
Ismael Sánchez: Ubaldo: ¿está en manos de la sociedad la promoción y prevención de la salud durante el envejecimiento?
Ubaldo Cuesta: A priori, todo está en nuestra mano. Haré aquí, con todo el cariño, una crítica a la clase médica. Si partimos del examen MIR [médico interno residente] y el proceso que le sigue como indicador social de qué especialidades se prefieren, vemos que los intereses que predominan apuntan al prestigio social y a la renta económica. De hecho, los jóvenes médicos escogen Cardiología porque es una de las especialidades más reconocidas, o la Dermatología, tal vez por razones de tipo muy distinto. Pero la Medicina Preventiva, la Salud Pública o la Medicina de Familia son las más relegadas entre sus preferencias.
Esto es algo que no solo sucede en España, sino en todo el mundo, por ejemplo en Estados Unidos, país en el que se atisba un cambio cualitativo en este sentido que anuncia ese cambio de paradigma social que supone el paso de un concepto de la enfermedad puramente biológico a otro más profundo que recupere la sabiduría y el equilibrio venerados por los antiguos.
José Antonio López Trigo: La semana pasada un artículo en The New York Times ordenaba las especialidades médicas en una clara relación con el prestigio social y las economías. E incluso otra reseña de 2015, en The British Medical Journal, desvela que los profesionales sanitarios –incluidos médicos, enfermeras, terapeutas ocupacionales…– posicionan al cirujano cardiaco como el más prestigioso porque, al fin y al cabo, posee el corazón, la vida de las personas, en sus  manos.
Piedad López Roldán: No olvidemos de que aún prevalece el modelo asistencialista, y debe hacerlo porque, básicamente, hemos de curar y de aliviar en la medida de lo posible. Sucede, sin embargo, que ni los propios profesionales son, a veces, conscientes de la importancia de la educación y de la prevención de la salud, aunque las promocionen. No acaban de otorgarles la importancia que poseen.
Nosotros, por otra parte, tenemos cada vez más relación con asociaciones de pacientes, porque ésa es una de nuestras labores fundamentales desde la Subdirección de Información y Atención al Paciente. Trabajamos más con ellas porque así nos lo demandan tanto los pacientes como sus familiares: quieren conocer cada vez más acerca de su enfermedad; necesitan recursos e información, y el primero que se los proporciona es, por lo general, el médico de Atención Primaria. Pero, insisto, lo hace casi sin darle importancia, es decir, como parte de su trabajo, pero sin darle, tal vez, la relevancia o la importancia o la difusión que debiera.
Eso desde la Subdirección lo estamos trabajando mucho. De hecho, se están realizando y hay ya firmados convenios con muchas asociaciones de pacientes, precisamente para fomentar la información y formación de pacientes y de cuidadores.
Ismael Sánchez: Hablemos ahora de la figura del anciano o persona mayor. ¿Es cierto lo que se llama envejecimiento activo, o todavía la mayoría de las personas se dejan llevar por su edad avanzada como el río que confluye en el mar?
Ubaldo Cuesta: Me haces una pregunta muy genérica a la que te responderé en el mismo nivel de generalidad. Dentro de los ancianos, existen clases o subtipos, a mi parecer, incluso desde el punto de vista geográfico, pues no es lo mismo una persona mayor en España que en Estados Unidos. En este contexto, se han de crear nuevas formas de envejecer, nuevas maneras de vivir; una de las cosas que nos ocurre ahora es que vivimos en un modelo tecno-financiero, es decir, la filosofía aprobada consiste en promover grandes avances tecnológicos que permitan vivir de la mejor manera material y física posibles. Y aquí encajan dos tendencias muy arraigadas como el culto al cuerpo y el escamoteo de la muerte.
Así que uno de los marcos que hay que tratar de reformular es el propio concepto que tenemos de vida y de sociedad. En este sentido, una de las personas que más lo reivindica en nuestros días es el Papa Bergoglio en su encíclica Laudatio sii.
Ismael Sánchez: En la asistencia sanitaria, ¿no debe actuar el profesional como un profesor del autocuidado y de lo que estamos reivindicando?
José Antonio López Trigo: Nosotros, desde la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, en la línea de autocuidados estamos trabajando mucho, porque quién se va a cuidar mejor que uno mismo mientras pueda, quién va a conocer mejor sus necesidades que uno mismo.
En el plano afectivo y emocional, somos una sociedad multidisciplinar y tenemos la fortuna de disponer de muchísimos psicólogos trabajando con nosotros. Tenemos hasta 19 profesionales distintos; por eso, cuando hablamos de algunas cosas no hablamos desde el punto de vista asistencial sanitario en el sentido estricto, sino desde otra perspectiva como la filosofía del buen trato, el autocuidado y la preocupación por el cuidador en dos sentidos: para aportarle información que le sirva para proseguir con si tarea y también reforzar lo que está haciendo.
José Antonio Forcada: Soy enfermero y es obvio que Enfermería trabaja por los cuidados de las personas que tienen problemas de salud, pero también por los de los propios cuidadores.
En este sentido, tenemos que tener muy en cuenta el desarrollo de los profesionales de Enfermería. En España, la ratio por 100.000 habitantes es de alrededor de 500 enfermeros cuando la media europea es de 800. Para restablecer tal desequilibrio necesitaríamos incorporar al sistema de salud unas 142.000 enfermeras. Por otro lado, la ratio médico-enfermera en Europa es de 30-70, mientras que en España es de 42-58. No es que sobren médicos, en absoluto, ojala hubiera muchos más… pero faltan enfermeros que se pueda implicar y trabajar en este campo venidero de las personas mayores, porque, realmente, el médico va a diagnosticar y recetar, pero luego todo el seguimiento y cuidados los va a realizar el enfermero.
Ismael Sánchez: Retomemos el problema de la vacunación del adulto, para la que no está muy concienciado.
Piedad López Roldán: Sin duda muchas personas mayores son reacias a la vacunación, pero eso no impide que las administraciones hagan cuanto esté en su mano para elaborar el mejor calendario vacunal posible. Como representante de la autoridad sanitaria, me consta que se analiza en profundidad cuanto atañe a la inclusión o no de una vacuna en el calendario y a si se financia o no.
José Antonio López Trigo: ¿No cree que ahí aparecen las desigualdades territoriales? Somos 17 comunidades autónomas más las ciudades de Ceuta y Melilla que las gestiona lo que queda del Insalud. Y eso se nota.
Piedad López Roldán: Para eso está el Consejo Interterritorial. Se trata de consensuar y de poner en valor las necesidades existentes y satisfacerlas de forma generalizada en todas las comunidades autónomas.
Ubaldo Cuesta: Engañamos a la población cuando le hablamos del Estado del bienestar universal, porque no resulta posible con unos recursos tan limitados. Hoy por hoy esto es imposible y creo que es bueno reconocerlo; algunos sistemas lo hacen, caso de Inglaterra, donde hace tiempo no se subvencionó una vacuna por esa razón aun cuando se dio a conocer que estaba indicada.
Nosotros hemos hecho en la Universidad investigaciones, en concreto, sobre la vacuna del papiloma virus, y nos hemos encontrado con hombres que desconocían que a ellos también les atañe, pues la creían reservada para mujeres al ser la vacunación obligatoria solamente para ellas. Es decir, el error está en no transmitirles la información, tal vez por miedo a que, al hacerlo, reclamen que se les financie.
Por otra parte, un asunto muy grave es el de los movimientos ‘antivacunas’, que al parecer florecen en sociedades con exceso de éxito, algo que los ingleses llaman spoilt: al relajarse demasiado, los agentes sociales empiezan a hacer tonterías como poner en duda las vacunas. Así sucede, por ejemplo, en California, donde existen elevadas tasas de padres que no ponen la vacuna a sus hijos por una especia de crítica de la conciencia. En definitiva, creo que es un asunto que debe tomarse muy en serio.
José Antonio Forcada: Respecto a la financiación, se debe dar a conocer que algunas vacunas pueden resultar muy importantes para el individuo pero no así para la salud pública, lo que justifica que dejen de financiarse.
En relación con los ‘antivacunas’, en España, salvo casos como el del niño de Olot en Girona, todavía no obedece a un movimiento potente.
En este sentido, me permito citar un estudio elaborado por la Universidad de La Rioja y según el cual, si se vacunase de forma sistemática a una cohorte de personas que llegan a los 65 durante cinco años seguidos, se evitarían alrededor de 10.300 casos de enfermedad neumocócica, lo cual equivaldría a eludir 7.400 ingresos hospitalarios y 700 fallecimientos. Todo ello vacunando a una cohorte completa de pacientes de 65 años, lo cual redundaría en una inversión de 36 millones de euros con un ahorro para la atención sanitaria de 42.
Así que deberíamos, desde la Administración y desde las sociedades científicas, tener un enfoque a largo a plazo y pensar en la línea reflexiva de “vale, esto me cuesta mucho dinero y a lo mejor no lo tengo ahora, pero lo puedo implementar en dos, tres o cuatro años, y, al final, en cinco me voy a ahorrar una cantidad económica importante”.
Piedad López Roldán: Estoy plenamente de acuerdo con lo que dice; parece que nos hemos centrado más en las persona enferma que llega a la edad provecta, como decía también Ubaldo, pero no solo hay que pensar en eso, o sea,  también hay que dar respuesta al envejecimiento de la gente previniendo la enfermedad. Es verdad en todo caso que, en el problema del neumococo, hoy se está poniendo la vacuna en personas mayores, perfectamente pautada y prescrita por sus médicos, que son los que conocen las características y factores de riesgo de la persona que necesita vacunarse.
Eso no impide que haya que considerar, efectivamente, qué beneficios aporta el vacunar a toda la población de manera sistemática, a mayores de 65 años, de neumococo, sin ninguna duda; pero, hoy por hoy, se hace solo con los mayores de 65 años con factores de riesgo y también a personas ingresadas en instituciones cerradas, donde existe más probabilidad de infección.
RONDA DE CONCLUSIONES
Ismael Sánchez: Tal vez una reflexión final a partir de lo que hemos debatido sea cómo aprovechar las capacidades de las personas mayores, muchas veces perfectamente aptas para aportar a la sociedad sus conocimientos y experiencias. Aquí entra el problema de prolongar o no la jubilación o al menos flexibilizarla, no solo por la espada de Damocles que padecemos por el sostenimiento de las pensiones, sino por la necesidad de estas personas de seguir resultando útiles. ¿Es posible facilitarles que satisfagan esa necesidad?
Ubaldo Cuesta: Todo es posible a priori, como decía antes, siempre y cuando sea razonable (recordemos las palabras de El Principito: “No le digo al sol que baje porque no me hace caso”). La clave para un envejecimiento saludable que salve esos obstáculos reside en la templanza. Mi experiencia, incluso familiar con un padre con Parkinson y una madre que fundó la asociación de la enfermedad en Astorga, apunta a que los que mejor se relacionan con la enfermedad son aquellos que más templanza han desarrollado, es decir, los que han sido educados desde siempre para saber aceptar lo que viene, saber asimilar las cosas.
¿Estamos entonces hablando de los niños? Pues sí: ha de haber un cambio de mentalidad desde la infancia. Y, en paralelo, de agentes sociales como los medios de comunicación, los colegios, y, por supuesto, las familias.
José Antonio López Trigo: La sociedad no se puede permitir ningún tipo de despilfarro, y, sin embargo, se está desaprovechando impresionante caudal de capital humano y social. De cuántas personas se prescinde a pesar de su absoluta plenitud intelectual con una vasta trayectoria vital recorrida en sus trabajos.
Sucede así con los médicos, los profesores universitarios… Distinto resulta que la persona no quiera continuar, pero, de lo desea, no se puede despilfarrar todo lo que la sociedad ha invertido en formación y capacitación de esos trabajadores.
José Antonio Forcada: Antes la persona mayor era considerada un verdadero maestro, alguien que enseñaba a los demás no solo sus conocimientos técnicos o científicos, sino la sabiduría de la vida. Tengo la sensación de que, por un tiempo, la jubilación se relacionaba con dedicarse a viajar por medio del Imserso, cuidar a los nietos, y, de forma más reciente, incluso mantenerlos con la propia pensión. Pero la persona mayor es mucho más que eso. La fuerza, las nuevas ideas… de los jóvenes son importantes, pero también lo son las aportaciones del intelecto y de la experiencia.
Piedad López Roldán: Completamente de acuerdo con el respeto y reconocimiento que merecen nuestros mayores; no olvidemos que, gracias a su trabajo, hemos creado la base sobre la que podemos trabajar en la actualidad. Así que debemos contar activamente con ellos y evitar todo tipo de exclusión social; en realidad, debemos y podemos contar con ellos, con su magnífica experiencia, como bien decía José Antonio, y, desde luego, es algo para tener muy en cuenta a la hora de planificar políticas sanitarias o sociosanitarias, sin ninguna duda.
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