La prueba más sensible para la detección de cáncer renal es una tomografía computarizada (TC).
El aumento del uso de
pruebas de imagen en la práctica habitual para la valoración de los pacientes por cualquier patología ha desencadenado el incremento en la incidencia de cáncer renal debido a un diagnóstico incidental de tumores asintomáticos, según apunta la Sociedad Española de Radiología Médica (
SERAM). Dicho aumento implica un
diagnóstico precoz con tumores de menor tamaño y enfermedad localizada susceptible de tratamiento curativo.
Según
Esther Gálvez, radióloga intervencionista de la SERAM y especialista en el
Hospital Severo Ochoa, “el radiólogo tiene un papel fundamental para
estadificar el cáncer describiendo el tamaño, localización y afectación de estructuras adyacentes, lo que repercutirá en la decisión del manejo tanto quirúrgico como tratamiento sistémico”.
La incidencia mundial de cáncer renal es de más de
400.000 personas (431.258) y en España cada año se diagnostican cerca de
9.000 nuevos casos (8.626) suponiendo el 5o cáncer más frecuente. Es dos veces más frecuente en hombres que en mujeres y suele desarrollarse entre la sexta y la octava década de la vida. Además, la mayoría de los
cánceres renales son esporádicos y únicamente un 5 por ciento presentan causa hereditaria.
Los principales factores de riesgo son el
tabaco, la
obesidad, la
hipertensión arterial y la
enfermedad quística adquirida (poliquistosis). “La tríada clásica es dolor en
flanco,
hematuria y
masa palpable. Pero en la actualidad la mayoría de los tumores renales son hallazgos incidentales en pruebas para otras enfermedades” señala Gálvez.
El poder de la tomografía computarizada en cáncer renal
Existen distintas pruebas de imagen para
diagnosticar el cáncer renal, pero la prueba más sensible para la detección de cáncer renal es una
tomografía computarizada (TC) sin y tras administración de contraste. “Por lo que ante sospecha de tumor renal en pacientes con hematuria, dolor en el flanco o masa palpable sería la prueba de elección”, puntualiza Gálvez.
En el momento del diagnóstico, la forma de presentación más frecuente es localizada (75 por ciento) mientras que un 17 por ciento tendrán afectación regional y un 16 por ciento tendrán
metástasis al diagnóstico.
“La ecografía nos sirve para
distinguir lesiones quísticas de lesiones sólidas y la resonancia magnética (RM) también presenta alta sensibilidad para el diagnóstico de tumor renal, aunque principalmente se utiliza en pacientes con alteración de la función renal a los que no se puede administras el contraste yodado de la TC”, añade Gálvez.
Además de los radiólogos que realizan el diagnóstico hay una subespecialidad que son los
radiólogos intervencionistas que puede llegar a la lesión y tratar guiados con la imagen (TAC y ecografía). Gálvez comenta que “los tumores en el riñón menores de 3 cm pueden tratarse con la ablación con resultados iguales que la cirugía, pero con mayor preservación del parénquima renal normal y así menor riesgo de insuficiencia renal”.
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