Es importante destacar que, frente al supuesto posible sobrediagnóstico, también existe un subdiagnóstico significativo en determinados grupos (niñas, mujeres y adultos en general).
El 13 de julio se celebra el
día Internacional del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y por esto
María Motos, doctora en Psicología, neuropsicóloga y coordinadora del
Máster en Neuropsicología Clínica de AMIR Higher Education pone algo de luz, haciendo hincapié en un posible
sobrediagnóstico en el género masculino, frente a un subdiagnóstico en el caso de las mujeres.
El
TDAH es uno de los
trastornos del neurodesarrollo que se incluyen en los manuales diagnósticos (DSM y CIE). Se caracteriza por un patrón persistente de inatención, hiperactividad y/o impulsividad, que resulta más significativo que en individuos con un desarrollo similar e interfiere significativamente en el desarrollo y la adaptación de la persona en su día a día.
Los
síntomas de inatención pueden incluir desde dificultades para mantener la atención en tareas o actividades, problemas para seguir instrucciones y completar tareas, actividades o trabajos, hasta la tendencia a perder objetos, entre otros ejemplos. Por otro lado, los
síntomas de hiperactividad e impulsividad pueden manifestarse como una inquietud constante, dificultad para mantenerse sentado (cuando debe o necesita hacerlo), hablar en exceso, interrumpir a otros y actuar sin pensar en las consecuencias.
En los últimos años existe una preocupación creciente por el hecho de que pueda existir un
sobrediagnóstico del TDAH, ya que, en ocasiones, los criterios pueden resultar demasiado amplios, por lo que pueden aplicarse a una variedad de comportamientos que no necesariamente indican un trastorno clínico.
En algunas sociedades, y en algunos entornos concretos, existe una elevada presión para que los niños muestren un buen desempeño académico, siendo posible que aparezcan (o se incrementen) problemas de atención y comportamiento, como respuesta a factores externos como el
estrés que puede suponer para estos niños las situaciones de aprendizaje, el uso de métodos de enseñanza poco apropiados para ellos, o la presencia de problemas familiares. Además, en este ámbito, como en tantos otros, existen siempre disputas entre la existencia o no de confirmación de diagnósticos por parte de determinados colectivos.
Subdiagnóstico en adultos
Es importante destacar que, frente al supuesto posible sobrediagnóstico, también existe un
subdiagnóstico significativo en determinados grupos (niñas, mujeres y adultos en general). Y es que las investigaciones muestran que
el TDAH en adultos está subdiagnosticado y subtratado, especialmente en mujeres (Da Silva et al., 2020). ¿A qué se puede deber? Por un lado, a la dificultad para diagnosticar el trastorno debido a la variabilidad de los síntomas, que a menudo se confunden con otros problemas de salud mental (como depresión y ansiedad), así como a las estrategias de compensación y a los cambios hormonales en diferentes etapas de la vida.
Existe además evidencia internacional que indica que
el TDAH es una condición que se mantiene hasta la edad adulta, y que los niños con este diagnóstico siguen presentando las mismas características (Barkley 2015; Rodríguez-Jiménez et al., 2006,) en la adolescencia y en la vida adulta en una prevalencia entre un 1 y 5 por ciento de la población (Biederman et al., 2012, Ramos-Quiroga et al., 2006). En la población adulta, la prevalencia mundial de TDAH es entre un 3-5 por ciento.
Motos resalta la importancia de un diagnóstico y tratamiento adecuados pudiendo mejorar significativamente la calidad de vida de estas personas, por tanto,
es crucial que el diagnóstico se haga de manera cuidadosa e individualizada, considerando la historia completa de la persona y los síntomas que presenta en múltiples contextos.
Para ello, es necesario
aumentar la formación y sensibilidad de los profesionales de la salud, la educación y la intervención social, así como de la población general, con el fin de detectar y reconocer la sintomatología relacionada con una sospecha diagnóstica de TDAH y poder realizar una evaluación completa y exhaustiva que incluya el perfil neuropsicológico de la persona.
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