Mònica Guxens.
9 mar. 2018 11:00H
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Investigadores del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y el Erasmus Medical Center de Rotterdam (Países Bajos) han descubierto una asociación entre la exposición residencial a la contaminación atmosférica durante el embarazo con anomalías cerebrales que pueden contribuir a una reducción en la capacidad cognitiva de los niños en edad escolar y a padecer el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).
Además, los resultados del estudio que publica la revista Biological Psychiatry muestran que los niveles de polución asociados a las alteraciones cerebrales estaban dentro de los valores considerados como seguros.
La investigación desveló dificultades en el control inhibidor, la habilidad de regular el autocontrol y el comportamiento impulsivo, lo que se vincula con problemas de salud mental como el comportamiento adictivo y TDAH. De igual modo, la exposición a partículas finas durante la vida fetal se asoció con una corteza cerebral más fina en varias regiones de ambos hemisferios, uno de los factores que permitirían explicar las deficiencias observadas en el control inhibidor.
Estudio en 783 niños
El estudio se basó en una cohorte poblacional en Holanda para estudiar a mujeres embarazadas y a sus hijos, evaluando los niveles de contaminación atmosférica residencial durante la vida fetal de 783 niños de ambos sexos.
Los datos se obtuvieron a partir de campañas de monitorización del aire, e incluyeron niveles de dióxido de nitrógeno y de partículas gruesas y finas. Por otro lado, la morfología del cerebro se evaluó a partir de imágenes de resonancia magnética realizadas cuando los niños tenían entre 6 y 10 años.
Se observó relación entre exposición a partículas finas, alteraciones estructurales del cerebro y control inhibidor a pesar de que los niveles residenciales de partículas finas no excedieron los límites establecidos por la Unión Europea, salvo en el 0,5 por ciento de las mujeres. Asimismo, de media los niveles residenciales de dióxido de nitrógeno se situaron justo en el límite de seguridad.
Estos hallazgos complementan estudios previos que asocian niveles "aceptables" de contaminación atmosférica con otras complicaciones, incluyendo deterioro cognitivo y crecimiento fetal.
No hay garantía de que la contaminación actual sea segura
"No podemos garantizar que los niveles actuales de contaminación en nuestras ciudades sean seguros", ha aseverado la investigadora Mònica Guxens, coordinadora del estudio e investigadora de ISGlobal y del Erasmus University Medical Center.
Esto se debe a que el cerebro del feto es particularmente vulnerable, ya que aún no ha desarrollado los mecanismos para protegerse de las toxinas ambientales o eliminarlas.
"Aunque las consecuencias clínicas de estos hallazgos a nivel individual no se pueden cuantificar, otros estudios existentes hacen pensar que los retrasos cognitivos a edades tempranas podrían tener consecuencias considerables a largo plazo, incluyendo un mayor riesgo de trastornos mentales y un menor rendimiento académico, dada la ubicuidad de la exposición", señala Guxens.
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