Eduard Vieta.
El
aumento del consumo de cannabis es uno de los factores que ha contribuido a que en los últimos años se estén detectando más casos de
trastorno bipolar en España, ya que el riesgo de que se desarrolle aumenta ya desde la primera exposición a esta sustancia y es mayor entre la población más joven.
“Se sabe que es particularmente más peligroso cuanto más pronto se consume”, ha defendido el psiquiatra
Eduard Vieta, del Clínic de Barcelona, durante el simposio ‘El trastorno bipolar, la enfermedad de las emociones, en el siglo XXI’, que se ha celebrado esta semana en la
Fundación Ramón Areces.
El cannabis lleva años siendo la
droga ilegal más frecuente entre los adolescentes. Un reciente estudio europeo reveló que hasta el 16 por ciento de los estudiantes de 15 y 16 años decía haberla consumido, un 7 por ciento en los últimos 30 días.
En España, un reciente estudio impulsado desde el
Comité Nacional para Prevención del Tabaquismo (CNPT) y financiado por el Plan Nacional sobre Drogas reveló que durante el último año unos 146.000 escolares se habían iniciado en el cannabis, mientras que 137.000 lo hicieron en el tabaco.
Este se debe en parte a la “banalización” de su consumo, ha añadido
Ana González-Pinto, del Hospital Universitario Araba de la Universidad del País Vasco y miembro de
Investigación Biomédica en Red en Salud Mental (Cibersam), que lo considera uno de los factores que “perjudican a los adolescentes en riesgo de enfermedad mental”.
En el caso del trastorno bipolar, ha añadido Vieta, hay diferentes estudios que han demostrado que el consumo de esta sustancia se asocia a “un riesgo 2,5 veces mayor de que se activen los genes de la bipolaridad” y aumenta si se consume de forma prematura.
Uno de cada dos casos tiene su origen en la adolescencia
“No todo el mundo tiene estos genes, pero la exposición al cannabis es un factor de riesgo de que se activen, incluso con un primer consumo si la persona es especialmente vulnerable”, ha reconocido el especialista, que recuerda que la edad media de los afectados por este trastorno está en torno a los 30 años, aunque uno de cada dos casos tiene su origen en la adolescencia.
De hecho, y aunque en los últimos años la
formación de los profesionales ha favorecido una mayor detección de pacientes que “antes quedaban sin diagnosticar”, este psiquiatra admite que el mayor consumo de ésta y otras sustancias ha contribuido a un aumento de casos en España, junto con el uso de antidepresivos en pacientes mal diagnosticados o la privación de sueño.
El problema, ha añadido
Dina Popovic, experta del Sheba Medical Center de Tel Aviv (Israel), es que cuando se produce un
abuso concomitante de alcohol o drogas estos pacientes presentan “síntomas más persistentes, graves y resistentes al tratamiento”.
Pese a ello, ha reconocido que se está haciendo un “progreso constante” en la investigación de nuevas opciones de tratamiento y la optimización de los ya existentes. Sobre todo, ha añadido, porque se estima que en torno al 15 y el 20 por ciento acaba suicidándose.
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