Juan Jesús Muñoz,coordinador de Rehabilitación en Salud Mental del Centro San Juan de Dios de Ciempozuelos (Madrid)

"El halo del estigma tiñe a todas las enfermedades mentales"
El psicólogo clínico Juan Jesús Muñoz.


18 nov. 2016 9:15H
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La Orden San Juan de Dios lleva a cabo un estudio para detectar las causas del estigma o rechazo social al enfermo mental. Su autor desvela, entre otros hallazgos, la posibilidad de revertir el problema si se atacan los procesos cognitivos que lo alimentan, por lo general fruto del miedo y de la ignorancia.

¿Por qué ha estudiado el estigma de la enfermedad mental?

Siempre he tenido inquietud por saber cómo influye en el curso de la enfermedad mental la percepción que de ella tienen los profesionales, usuarios de la sanidad, familiares del paciente y sociedad en general.

En este sentido, una de las principales líneas de trabajo de la Orden Hospitalaria San Juan de Dios ha reparado en la exclusión social en el trastorno mental, ante todo en el caso de las enfermedades mentales graves y duraderas (como, por ejemplo, la esquizofrenia) y, dentro de esta ámbito, el ‘auto-estigma’ (de los pacientes hacia sí mismos) y el estigma (tanto de cuidadores –ya sean familiares o profesionales– como de la sociedad), suponen un elemento fundamental para tener en cuenta en la génesis de actuaciones que normalicen el abordaje de la enfermedad mental.

¿Con qué se ha encontrado?

La investigación está en pleno proceso de realización. Sin embargo, algunos datos preliminares ya están mostrando resultados prometedores en la línea de generar futuros programas de intervención.

La investigación parte de diferentes protocolos y cuestionarios de recogida de datos para las diferentes muestras del estudio. De esta forma, todos los subconjuntos de muestras poseen un bloque de variables relacionadas con el estigma hacia la enfermedad mental así como la percepción u opinión hacia ella.

A esto se añaden diferentes pruebas en función de que el evaluado sea un usuario aquejado de enfermedad mental, un familiar o un profesional sanitario y, por último, una persona que, a priori, no esté en contacto directo con personas afectadas por la enfermedad mental.

¿Nos adelanta algún resultado?

Como anticipo, diré que algunos datos orientan hacia que, en función de las estrategias cognitivo-emocionales que imperen en una persona, habrá mayor o menor tendencia a presentar estigma hacia la enfermedad mental. Esto resulta interesante, porque da pie a que se creen programas de entrenamiento en estilos de afrontamiento, y éstos, a su vez, sirven para reducir al mínimo el riesgo de estilos que favorezcan el estigma.

En España, ¿no hubo Atención Especializada a los enfermos mentales, en el mismo nivel que el de cualquier otra patología, hasta la Ley General de Sanidad de 1986?

La Ley General de Sanidad de 1986 partía del famoso “Sobre la base de la total equiparación de la persona con enfermedad mental a las demás personas que requieren servicios sanitarios y sociales, se desarrollarán, en el ámbito comunitario, los servicios de rehabilitación y reinserción social necesarios para su adecuada atención integral”.

Sin embargo, y desde mi opinión personal, hacen falta muchos más recursos para conseguir tal cosa, algo que es obvio y que, si se analiza con detalle, nos lleva de nuevo al problema del estigma. Si tenemos a personas con una enfermedad mental grave y duradera que no acceden a los recursos, la tendencia será hacia una mayor gravedad de su patología. Además, la enfermedad mental no resulta bien comprendida y términos como ‘loco’ o simplemente ‘discapacidad’ generan confusión –e incluso miedo– en una gran parte de la sociedad, algo que refuerza el estigma mediante la aparición de prejuicios y estereotipos.

¿Persiste hoy ese miedo?

Indudablemente, sí. No hay una equiparación de la enfermedad mental a otras patologías somáticas en el sentido de ser considerada una enfermedad más.

En el trastorno mental grave, esto se hace aún más patente y, en este contexto de escasez de recursos, se torna necesario aprovecharlos en función de los perfiles de pacientes que ingresan para que, a cada recurso, le corresponda el paciente que verdaderamente ha de recibirlo y no otro. De esta forma, reduciremos al mínimo la posibilidad de que pueda haber “mejores y peores pacientes” o, en otras palabras, gente que accede a muchos recursos y otra que accede a pocos o a ninguno, lo cual deriva en fomentar el estigma.

¿En qué enfermedades mentales se da, en mayor medida, el estigma?

Es posible que, si en una conversación informal con alguien, yo señalo que tengo una enfermedad pulmonar, cardiaca, etc..., la otra persona me mire incluso con cara de lástima. Sin embargo, resulta muy probable que, si le digo que padezco una enfermedad mental, pueda tener miedo o incluso pensar algo ‘negativo’ sobre mí.

Por tanto, mi respuesta es que el concepto de enfermedad mental en sí mismo está teñido por el halo del estigma. Otra cosa es que, en la enfermedad mental grave y duradera, sea incluso algo todavía más evidente, y los niveles de estigma resulten alarmantes. Términos como esquizofrenia o trastorno bipolar siguen generando temor en la sociedad ya que, por otro lado, la mayoría de las veces que se difunden noticias sobre estas enfermedades se correlacionan con una connotación negativa y, salvo en días de efemérides, no se ofrece una imagen positiva de avances o de progreso en su abordaje.

¿Cuál es la mejor arma contra todo ello?

El gran reto en la salud es siempre la prevención y, como tal, en el caso del estigma se torna como un aspecto fundamental. Lo primero, una educación basada en valores como el respeto a los demás de forma incondicional y la aceptación de lo llamado ‘diferente’ en cualquier ámbito.

Partiendo de este nivel primario de prevención, minimizaremos la posible adquisición de actitudes favorecedoras del estigma. En aquellos casos en los que ya se ha desarrollado, investigaciones como la que estamos realizando suponen un intento de comprender cuáles son los mecanismos explicativos o bien los factores que subyacen al problema.

Una vez detectadas estas variables, podemos realizar campañas de intervención y generar grupos de trabajo que aborden el estigma y minimicen sus consecuencias negativas para las personas aquejadas de una enfermedad mental grave y duradera.
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