García Arumí en consulta oftalmológica.
Los
ojos, además de permitir la percepción del entorno, proporcionan información valiosa sobre
patologías no oculares, debido a una estrecha relación entre la
salud ocular y la salud general. El ojo, un órgano expuesto al exterior y fácil de explorar, puede mostrar signos de alteraciones en diferentes partes del cuerpo, lo que los convierte en un indicador clave para el diagnóstico de
patologías más allá de la visión.
La identificación de patologías a través del examen ocular es crucial tanto para la prevención como para la detección temprana de
enfermedades sistémicas y su posterior tratamiento. Además, para personas que ya están diagnosticadas con ciertas enfermedades sistémicas, los
exámenes oculares son esenciales para monitorizar la evolución de la patología y detectar posibles complicaciones antes de que se conviertan en problemas graves.
Coincidiendo con el
Día Mundial de la Salud, que se celebra el 7 de abril, los especialistas de
Miranza, grupo líder en oftalmología con cerca de 40 centros en España y Andorra, profundizan en la relación entre el órgano de la vista con la salud, y recuerdan la importancia de revisar y cuidar la visión como herramienta para mantener el bienestar general.
Patologías que pueden manifestarse en la visión
Son muchas las enfermedades o alteraciones que se manifiestan a través del sistema visual. Esto se debe a que, a menudo,
el ojo sufre las consecuencias de enfermedades sistémicas; pero también, a que los síntomas visuales son la primera manifestación de patologías.
Las
enfermedades vasculares destacan entre las afecciones que pueden manifestarse en la visión. Lucía González Buendía, especialista en el diagnóstico y tratamiento médico de patologías de la retina y de la mácula en Miranza, explica que la retina, responsable de transformar la luz en impulsos eléctricos que el cerebro interpreta como imágenes, está muy vascularizada, lo que significa que tiene una red extensa de vasos sanguíneos. “Estos vasos son susceptibles a los cambios en la circulación sanguínea que pueden ocurrir debido a enfermedades sistémicas. Las alteraciones en estos vasos, como el engrosamiento, la ruptura o el estrechamiento, pueden reflejar
enfermedades en el sistema cardiovascular o metabólico”.
La
retinopatía diabética, que perjudica los vasos sanguíneos de la retina, puede ser identificada por un oftalmólogo en etapas tempranas, incluso antes de que el paciente sepa que padece
diabetes. También la hipertensión arterial (HTA) puede producir daños en las venas y arterias de la retina, dando lugar a una
retinopatía hipertensiva. Por eso, detectar a tiempo estas patologías facilita un control más efectivo, así como la prevención de
daños irreversibles en la visión.
Por otra parte, ciertos
trastornos neurológicos, como el aumento de la presión intracraneal (causada por un tumor cerebral o una hemorragia), el papiledema o edematización del nervio óptico, pueden reflejarse en el ojo, concretamente en el estado del nervio óptico, que forma parte del
sistema nervioso central y se encarga de transportar las señales visuales desde la retina hacia el cerebro.
Asimismo, en el ojo pueden manifestarse
enfermedades autoinmunes, como la sarcoidosis, la enfermedad de Behçet y la esclerosis múltiple, o infecciones que afectan a otras partes del cuerpo. Estas complicaciones pueden atacar los ojos, y provocar inflamación en la retina o en otras estructuras oculares, alertando de forma temprana sobre la existencia de
patologías subyacentes.
En cuanto al aspecto de los ojos, González Buendía indica que es posible detectar signos de diversas patologías o
problemas de salud, a simple vista. “Cambios en el color de la parte blanca del ojo, la córnea, el iris, o incluso en la forma del ojo, pueden reflejar afecciones tanto oculares como sistémicas. Por ejemplo, la
ictericia, que es un color amarillento en la parte blanca del ojo, se debe a un exceso de bilirrubina en la sangre, que generalmente está relacionado con problemas en el hígado, en los
conductos biliares o hemólisis (destrucción anormal de los glóbulos rojos)”.
El enrojecimiento de los ojos también puede detectarse a simple vista y ocurre cuando los vasos sanguíneos en la superficie del ojo se dilatan. Esta manifestación puede deberse a una variedad de factores como conjuntivitis, glaucoma agudo, fatiga o
irritación ocular.
En el caso de los ojos que son muy prominentes o “saltones”, el paciente podría tener un problema de tiroides como la
enfermedad de Graves-Basedow. Por último, los cambios en el tamaño de las pupilas también pueden ser indicativos de problemas neurológicos o intoxicaciones.
Los ojos como indicador temprano de tumores
El crecimiento de muchos tumores puede ser indoloro y pasar desapercibido hasta que presentan síntomas, lo cual puede alertar sobre su existencia. La pérdida de visión puede ser un indicativo de
tumores que, por una parte, afectan directamente a las estructuras oculares, como la retina o la órbita; y, por otra parte, se originan en órganos como el cerebro o los pulmones.
José García-Arumí, experto en oncología ocular de Miranza, "no es extraño que distintos tipos de tumores provoquen metástasis en el ojo, sobre todo en la coroides, la capa intermedia del globo ocular, que está muy vascularizada". Esto ocurre frecuentemente en el
cáncer de pulmón, y en muchos casos, es un diagnóstico oftalmológico el que revela la existencia de un tumor primario previamente desconocido.
García-Arumí también señala que el cáncer de mama es otra de las neoplasias que comúnmente se disemina al ojo, junto con otros tipos de tumores menos frecuentes, como los de origen gastrointestinal, renal o cutáneo. Además, existen tumores que afectan directamente las estructuras relacionadas con la visión, como los cerebrales que, dependiendo de su localización, pueden alterar las estructuras que permiten transmitir los estímulos visuales desde la retina hasta el cerebro, pudiendo provocar
visión borrosa, doble visión o reducción del campo visual.
La importancia de una detección temprana de estos tumores recae, no solo en la mejora del pronóstico general del paciente, sino en la prevención de la pérdida de
visión irreversible, ya que las fibras nerviosas del nervio óptico no se regeneran.
Detección de patologías no oculares a través del ojo
En la mayoría de los
exámenes oculares rutinarios, el enfoque principal está en identificar problemas relacionados directamente con la visión. Sin embargo, en ciertos casos, el oftalmólogo puede realizar pruebas adicionales cuando se sospecha de enfermedades sistémicas o cuando el examen inicial sugiere que hay alteraciones fuera del ojo que requieren investigación. Estas pruebas son cruciales para identificar condiciones de salud que podrían estar pasando desapercibidas y, por lo general, suelen ser sencillas, rápidas y no invasivas, lo que las convierte en una herramienta de diagnóstico muy accesible.
Una de las pruebas más importantes para el diagnóstico de enfermedades sistémicas es la exploración del fondo de ojo, donde se examina la retina y el nervio óptico. Esta prueba permite observar posibles signos de enfermedades que afectan otras partes del cuerpo, como los vasos sanguíneos, y puede ser clave en la detección temprana de afecciones como la
hipertensión, la diabetes y trastornos neurológicos.
Las pruebas adicionales se realizan en pacientes con antecedentes de hipertensión, diabetes, enfermedades oculares familiares, o en aquellos que presentan síntomas que podrían estar relacionados con problemas neurológicos o metabólicos. En el caso de un examen de fondo de ojo como parte de las revisiones oculares rutinarias, se recomienda sobre todo en personas mayores de 40 años, y en aquellos pacientes con factores de riesgo, tales como hipertensión, diabetes o antecedentes familiares de
enfermedades oculares o sistémicas.
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