Redacción. Madrid
Sanitas Hospitales ha abierto una Unidad de Disfunción Miccional en el Niño, especializada en el diagnóstico y tratamiento de alteraciones en la función vesical infantil, para abordar de forma específica uno de los problemas más frecuentes en la infancia.
Carlos Díez, director gerente del Hospital Sanitas La Moraleja. |
Según Jorge Rodríguez Alarcón, jefe de Servicio de Cirugía Pediátrica del Hospital Sanitas La Moraleja, “se trata de trastornos mucho más frecuentes de lo que se percibe. Suponen cerca del 40% de las nuevas consultas y afectan a casi el 30% de los niños con edades comprendidas entre los cinco y siete años. En la práctica vemos cómo con frecuencia pasan inadvertidos bien porque los padres le restan importancia, bien porque el niño lo oculta por vergüenza. Esto hace que, aunque su prevalencia decrezca con la edad, se estime que ronda el 7% en adolescentes de entre 17 y 18 años”.
La incontinencia urinaria; mayor o menor frecuencia en la micción; urgencia o inmediata necesidad de orinar; esfuerzo para miccionar; sensación de vaciado incompleto o dolor genital son algunos de los síntomas que acompañan a estas patologías. Uno de los cuadros clínicos más frecuentes es la enuresis o pérdida involuntaria de orina durante la noche en niños mayores de cinco años con una frecuencia superior a cuatro veces al mes.
Un problema con solución
El estudio urodinámico, junto con la historia clínica y la exploración física del paciente permite un riguroso diagnóstico. “El estudio consiste en introducir un catéter muy fino en la vejiga a través de la uretra, una pequeña sonda en el recto y electrodos en la piel. El proceso es muy similar en adultos que padecen disfunción miccional pero en el caso de un paciente pediátrico hay que propiciar un entorno cómodo en el que el niño se encuentre seguro para facilitar la realización de las pruebas”, explica Rodríguez Alarcón. Una vez colocado el instrumental un ordenador recoge información sobre la actividad y funcionamiento de los músculos de la vejiga y los esfínteres, así como de la presión de llenado y el flujo de vaciado de la vejiga.
Efectuado el diagnóstico, el tratamiento se hace de forma individualizada, atendiendo al tipo de afección así como a las circunstancias personales de cada niño. “Barajamos un amplio espectro de procedimientos. Diversas técnicas quirúrgicas pueden tener indicación según el caso aunque su uso suele estar reservado a situaciones excepcionales. Lo normal es que estos trastornos se solucionen con un tratamiento farmacológico o con técnicas de rehabilitación miccional”.
Entre las técnicas de rehabilitación miccional más habituales se encuentran los ejercicios de entrenamiento de suelo pélvico o las terapias conductuales para la reeducación miccional. “El entrenamiento miccional permite de forma amena y con la ayuda de juegos de ordenador diseñados específicamente para este fin que el paciente aprenda a identificar estímulos y sensaciones de llenado vesical y a controlar los mecanismos de relajación y contracción de esfínteres de los que depende el vaciamiento de la vejiga”, expone Rodríguez Alarcón. Otras técnicas recurrentes son la estimulación con electrodos del suelo pélvico y el biofeedback para controlar la micción mediante un sistema de retroalimentación que informa al sujeto del estado de la función con señales táctiles, auditivas o visuales.