Manuel Vilches, director general del IDIS.
Notable alto. Esa es la nota que dan, de media, los pacientes, los profesionales sanitarios, las aseguradoras de salud, los prestadores privados, los servicios de salud autonómicos y hasta el propio Ministerio de Sanidad al modelo de interoperabilidad clínica en el sistema sanitario del país, tal y como revela una reciente encuesta impulsada por el Instituto para el Desarrollo e Integración de la Sanidad (IDIS).
Con este estudio, el instituto busca conocer la opinión de todos los agentes implicados en la sanidad sobre un proyecto que busca hacerse hueco y consolidarse en ella en los próximos años. En concreto, los pacientes son los que mayor puntuación conceden al impacto del modelo de interoperabilidad clínica (4,9 sobre 5 en una escala de 1 a 5 donde 1 significa el menor beneficio y 5 el máximo). A ellos les siguen los profesionales sanitarios, las aseguradoras de salud y los servicios autonómicos, que dan un 4,1 de puntuación cada uno. Los prestadores privados, por su parte, conceden un 3,9 y el Ministerio de Sanidad un 3,7, la más baja de todos los consultados por el IDIS.
Los resultados de esta encuesta revelan la importancia y el beneficio que redundará este modelo en la mejora asistencial, según los consultados, facilitando la corresponsabilidad del paciente en la gestión de su propia salud.
Beneficios de incluir un modelo de interoperabilidad
La interoperabilidad llega tras los cambios epidemiológicos de la sociedad, que están provocando un incremento de la esperanza de vida y una mayor incidencia de enfermedades crónicas. Por eso, para garantizar la eficiencia de los servicios sanitarios y la calidad asistencial, “es fundamental apostar por ella, ya que generará un beneficio para todos los agentes del sector sanitario”, defiende el IDIS.
Entre otros beneficios, la interoperabilidad permite reforzar la coordinación entre los distintos niveles durante todo el proceso asistencial y facilitar la movilidad del paciente dentro del propio sistema sanitario. Asimismo, mejora la eficiencia de los procesos clínicos y ofrece más información a los profesionales para que realicen un diagnóstico más exacto y prescriban un tratamiento más específico y personalizado.
Con su implantación “se reduce variabilidad clínica, un problema al que se enfrentan todos los sistemas sanitarios de nuestro entorno desde hace tiempo y, en ese sentido, el nuestro desde luego que no es una excepción”, asegura este organismo. “Con ello se lograría una mayor calidad asistencial que redundaría en una mayor seguridad para el paciente y en una mejora progresiva de los resultados de salud, que en definitiva constituye el objetivo fundamental, el más relevante de todo acto médico que se precie”.
Sin embargo, para su definitiva entrada en el sistema hace falta que se vaya desarrollando hasta consolidarse el modelo ‘big data’ en sanidad, así como la implantación de modelizaciones en todo el proceso de I+D+i. “La legislación debe ir al ritmo de los tiempos que marca la innovación en materia de salud, favoreciendo la implantación de estas tecnologías, es fundamental que entre todos vayamos rompiendo las barreras que aun hoy en día continúan impidiendo que las TIC aplicadas a la salud aporten todo su potencial y beneficio al paciente que es en definitiva nuestra razón última y fundamental de ser”, explica el director general del IDIS, Manuel Vilches.
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