Raúl Córdoba, coordinador de la Unidad Funcional de Hematología de la Fundación Jiménez Díaz.
15 sept. 2017 16:40H
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Más de 5.000 consultas se han realizado en la Unidad Funcional de Linfomas de la Fundación Jiménez Díaz desde su apertura en 2014, coordinada por el hematólogo Raúl Córdoba Mascuñaño, y bajo la dirección de la jefe de Servicio de Hematología y Hemoterapia, Pilar Llamas Sillero, cifra que confirma claro aumento en la actividad año tras año.
Mientras que en 2014 acudieron 154 pacientes, en 2015 la cifra ascendió a 1.524; 2016 llegó a 1.994 y hasta el mes de agosto de 2017 ya son 1.383 los pacientes que han acudido a la Unidad.
La complejidad en el diagnóstico de los más de 70 subtipos de linfomas que hay descritos y la heterogeneidad de los tratamientos existentes "fue el punto de partida para la creación de esta unidad", ha explicado Córdoba.
"De esta forma, se agrupaban a todos los especialistas implicados tanto en el diagnóstico, tratamiento y seguimiento de estos pacientes, trabajando de forma conjunta para evaluar y atender de forma individualizada las características especiales de cada uno", ha indicado.
Córdoba ha señalado que de este modo se coloca al paciente en el centro del proceso asistencial y todos los especialistas lo acompañan en el camino que tiene que recorrer. Por ello, la unidad está formada por hematólogos, oncólogos médicos y radioterápicos, radiólogos, patólogos, inmunólogos, médicos nucleares, dermatólogos, geriatras, farmacéuticos oncológicos y enfermeras especializadas.
Cada año se diagnostican más 100 nuevos casos de tumores linfoides. La incorporación de Miguel Ángel Piris al equipo de Anatomía Patológica ha supuesto un avance en el aspecto diagnóstico así como tecnológico. Junto a María Rodríguez Pinilla y el resto de su equipo han puesto a punto técnicas novedosas para el estudio genómico de los linfomas.
En esta Unidad se realiza diagnóstico de precisión. Semanalmente, especialistas en anatomía patológica, hematólogos clínicos y responsables del laboratorio hematológico (morfología, citometría de flujo, citogenética y biología molecular), se reúnen para revisar las características de cada muestra, integrar toda la información y llegar a un diagnóstico preciso.
Una vez se tiene un diagnóstico integrado, cada caso se presenta en el Comité de Linfomas, "una reunión multidisciplinar que se reúne semanalmente para analizar no sólo el tipo de linfoma, sino para ver las características individuales de cada paciente, y así, de forma consensuada, elegir el mejor tratamiento", ha explicado el coordinador de la Unidad de Linfomas. "De este modo, se diseña un plan de tratamiento individualizado, que es conocido por todos los miembros de la Unidad", ha matizado.
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