Javier López del Val, neurólogo de HLA Clínica Montpellier.
20 sept. 2024 11:30H
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El alzhéimer es una enfermedad neurodegenerativa progresiva que afecta principalmente a la memoria, al pensamiento y al comportamiento. Es la forma más común de demencia y suele manifestarse en personas mayores de 65 años. Esta enfermedad provoca la muerte de forma gradual de las células cerebrales, causando una disminución de las capacidades cognitivas y funcionales. Unas 800.000 personas padecen la enfermedad de alzhéimer en España, según estimaciones de la Sociedad Española de Neurología (SEN), concentrando el 60 por ciento de los casos de demencia, de los cuales cerca del 30 por ciento de los casos no se diagnostican.
A nivel biológico, la enfermedad de lzhéimer se caracteriza por la acumulación anormal de dos proteínas en el cerebro: el beta-amiloide, el cual forma placas entre las neuronas, y la proteína tau, que genera ovillos en el interior de las células. Estos depósitos interfieren en la comunicación neuronal y conducen a la muerte de las neuronas. Los síntomas iniciales suelen ser los problemas de memoria a corto plazo, pero a medida que la enfermedad avanza, afecta a funciones más complejas como el lenguaje, el juicio y la movilidad.
Actualmente no existe una cura para el alzhéimer, pero algunos tratamientos pueden ayudar a aliviar los síntomas y ralentizar su progresión. La investigación continua en la búsqueda de mejores formas de diagnosticar y tratar esta enfermedad tiene el objetivo de mejorar la calidad de vida de los pacientes y sus familias.
En los últimos años, el alzhéimer se ha vuelto un foco crucial de investigación debido al envejecimiento global de la población. Los avances más prometedores abarcan desde innovaciones en la detección temprana (mediante biomarcadores y técnicas de imagen cerebral), hasta terapias que buscan ralentizar la progresión de la enfermedad, como los tratamientos basados en anticuerpos monoclonales dirigidos a las proteínas beta-amiloide y tau. “Los criterios diagnósticos están establecidos desde hace tiempo y se confirman estudiando, en el líquido cefalorraquídeo, los niveles de proteína tau que se acumula con efecto negativo en los pacientes. También se estudia la disminución de la proteína beta-amiloide en el mismo líquido. Desde el punto de vista terapéutico, en estos momentos se tiende a administrar fármacos denominados “neuromoduladores”, que pretenden frenar la destrucción de neuronas”, explica Javier López del Val, neurólogo de HLA Clínica Montpellier.
Síntomas y tratamiento del alzhéimer
La enfermedad de alzhéimer suele avanzar de manera gradual, por lo que identificar sus síntomas en etapas tempranas puede ser clave para un diagnóstico y tratamiento adecuados. Aunque es común que ciertas capacidades cognitivas disminuyan con la edad, algunos signos pueden indicar un deterioro mayor al que se considera normal.
Los síntomas iniciales del alzhéimer suelen manifestarse de manera sutil, pero es crucial que tanto las personas como sus familiares estén atentos a estas señales de advertencia. “Los cambios en la memoria, la dificultad para realizar tareas cotidianas o las alteraciones en el lenguaje pueden ser indicios de que es necesario consultar a un especialista. Detectar estos síntomas de forma temprana permitirá una mejor planificación y un acceso más eficaz a intervenciones que puedan ralentizar el avance de la enfermedad. No olvidemos que hay una parte del tratamiento que pocos pacientes cubren; la necesidad de dedicar diariamente tiempo a trabajar su memoria, porque cuanto más se trabaje, más se conservará”, indica el especialista.
Esta enfermedad compleja, no solo está determinada por factores genéticos, sino también por elementos ambientales y de estilo de vida. En las últimas décadas, algunas investigaciones han revelado que ciertos hábitos cotidianos pueden influir significativamente tanto en la aparición como en la progresión de esta enfermedad neurodegenerativa. Factores como la dieta, el ejercicio físico, la actividad mental y la calidad del sueño, junto con la salud cardiovascular, parecen desempeñar un papel fundamental en el riesgo de desarrollar alzhéimer. Adoptar un estilo de vida saludable no solo ayuda a reducir este riesgo, sino que también podría desacelerar su progreso en personas ya diagnosticadas. “La vida cambia notablemente para el paciente porque inicialmente reconoce sus errores y olvidos, lo que le lleva con frecuencia a deprimirse o preocuparse. El cuidador directo tiene que aprender a convivir cada día con una enfermedad que cambia a su ser querido y que no sólo no tiene cura, sino que va a progresar. Desde hace años intentamos tratar al paciente y ayudar también al cuidador o a la familia próxima, unas veces explicándole cómo debe tratar a su familiar (siempre con una sonrisa y nunca con enfado) y, si llega a ser necesario, remitir al cuidador a un especialista para tratar sus síntomas depresivos o ansiosos”, añade el doctor.
Evolución en el diagnóstico del alzhéimer
En las últimas décadas, se ha observado un notable aumento en los diagnósticos de la enfermedad del alzhéimer a nivel global, lo que ha generado un amplio debate sobre las causas detrás de este fenómeno. Algunos expertos sugieren que este incremento puede atribuirse a una mayor esperanza de vida y al envejecimiento de la población, ya que el alzhéimer es más común en personas mayores. Por otro lado, los avances en la ciencia médica han permitido mejorar las herramientas de diagnóstico, lo que facilita la detección de la enfermedad en las etapas más tempranas. Además, una mayor conciencia social sobre esta patología ha llevado a que más personas busquen atención médica tras notar los primeros síntomas. “Posiblemente lo que ha aumentado es el número de demencias en general por el aumento de la esperanza de vida de la población, pero esto sería otro tipo de demencia, lo que se llama comúnmente “demencia senil” o deterioro cognitivo asociado a la edad, que tiene unas características clínicas diferentes al alzhéimer”, afirma el neurólogo.
Cada paciente enfrenta la enfermedad de manera única, lo que puede convertir algunos casos en experiencias profundamente memorables, tanto por los desafíos médicos que presentan como por el impacto emocional que generan en los pacientes y sus familias. “Casos curiosos hay muchos, pero lo que más llama la atención es que el paciente con enfermedad de alzhéimer no sólo pierde memoria, sino que cambia su comportamiento, haciéndose unas veces lento y apático, otras irritable, agresivo o alucinatorio, por lo que tratar a pacientes con condiciones neurodegenerativas implica abordar los aspectos clínicos y acompañar a las familias en el proceso. Aunque todavía no existe una cura definitiva, la investigación continúa avanzando y ofreciendo nuevas esperanzas para mejorar la calidad de vida de quienes padecen esta enfermedad”, concluye López del Val.
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