Marina Solano, médico especialista en el aparato digestivo de HLA Clínica Montpellier.
Cada 29 de mayo se conmemora el
Día Mundial de la Salud Digestiva. Se trata de una iniciativa de la Organización Mundial de Gastroenterología con el objetivo de dar a conocer y concienciar sobre las
enfermedades digestivas, promover una buena salud digestiva y destacar la importancia de la prevención, el diagnóstico y el tratamiento de los diferentes trastornos digestivos.
Las enfermedades digestivas abarcan una amplia variedad de trastornos que afectan a cualquier parte del tracto digestivo. Estos trastornos pueden implicar
desde síntomas leves a graves y pueden afectar también a la capacidad del cuerpo para digerir y absorber nutrientes correctamente.
"Algunos de los trastornos digestivos más frecuentes en la práctica clínica habitual y por los que nos consultan los pacientes suelen ser: la
enfermedad por reflujo gastroesofágico (Erge), la infección por Helicobacter Pylori, el
Síndrome del Intestino Irritable (SII), la patología de la vía biliar o el estreñimiento crónico", indica
Marina Solano, médico especialista en el aparato digestivo de HLA Clínica Montpellier.
Estos trastornos pueden ser causados por una
combinación de factores genéticos, infecciones, inflamaciones, problemas del sistema inmunológico, dieta, estilo de vida y otros factores ambientales. El tratamiento de las enfermedades digestivas varía según el tipo y la gravedad del trastorno e incluye desde cambios en la dieta y el estilo de vida hasta tratamiento farmacológico y en última instancia, la cirugía. "Existen muchos síntomas distintos dependiendo del tipo de patología a la que nos enfrentemos. Algunos de los síntomas de alarma que nos deberían alertar son: el
sangrado en forma de rectorragia (sangre roja a través del ano),
melenas (deposiciones negras y líquidas),
pérdida de peso involuntaria, falta de apetito, ictericia (coloración amarillenta de piel y mucosas) o
aumento del perímetro abdominal (posible ascitis)", explica la doctora.
Gracias a diversos métodos de diagnóstico, los especialistas pueden obtener una visión detallada del estado del sistema digestivo del paciente, identificar cualquier anomalía y planificar un tratamiento adecuado.
"Para un correcto diagnóstico, es
imprescindible realizar una historia clínica detallada, un cuidadoso examen físico y adecuar las pruebas complementarias a la sintomatología referida por el paciente y a la sospecha clínica del médico. Algunas de las pruebas más comunes y que son utilizadas en esta especialidad van desde el
análisis de sangre, para evaluar la función hepática, los niveles de enzimas pancreáticas, la presencia de anemia o infecciones; los
análisis de heces para detectar sangre oculta, infecciones bacterianas, virales o parasitarias y
marcadores de inflamación; la endoscopia (gastroscopia y colonoscopia) y la cápsula endoscópica, que permite una visión directa del tubo digestivo; las pruebas de imagen tales como la ecografía abdominal, la tomografía computarizada (TC) o la resonancia magnética (RM); y las pruebas funcionales para el estudio de los trastornos motores y funcionales (como la manometría esofágica, pH-metría con impedanciometría). Todas estas pruebas ayudan a identificar la causa de los síntomas digestivos y a formular un plan terapéutico adecuado para cada paciente", añade Solano.
Los factores que influyen en la salud digestiva
La
dieta y el
estilo de vida juegan un papel crucial en la salud digestiva. Adoptar hábitos alimentarios saludables, manejar el estrés, mantenerse activo físicamente y evitar sustancias nocivas no solo mejoran la digestión, sino que también contribuyen al bienestar general. También
es importante someterse a exámenes de detección apropiados según la edad y los antecedentes familiares o cribado.
Una dieta rica en fibra, presente en frutas, verduras, legumbres y granos enteros, ayuda a regular el tránsito intestinal, previniendo el estreñimiento y promoviendo la regularidad. Beber suficiente agua es esencial para una buena digestión y para mantener las heces suaves y fáciles de evacuar, según recoge.
Comer en horarios regulares y no saltarse comidas ayuda también a mantener un ritmo digestivo constante.
Para prevenir los trastornos digestivos,
es recomendable evitar alimentos y bebidas que desencadenen reflujo, como las comidas grasas y picantes, los cítricos, la cafeína y el alcohol. Seguir una dieta adecuada puede ayudar a controlar los síntomas de diversas enfermedades, como la de Crohn y la colitis ulcerosa. O identificar y evitar los alimentos desencadenantes, como los ricos en FODMAPs (Oligosacáridos fermentables, Disacáridos, Monosacáridos y Polioles), que ayudarán a aliviar los síntomas del síndrome de intestino irritable (SII).
El sobrepeso y la obesidad también aumentan el riesgo de desarrollar problemas digestivos como la ERGE (enfermedad por reflujo gastroesofágico), hígado graso y cálculos biliares. Mantener un peso saludable mediante una dieta equilibrada y el ejercicio regular ayuda a prevenir estos trastornos, tal y como se señala. Consumir una
dieta rica en frutas y verduras, que contienen antioxidantes, ayuda a reducir el riesgo de los cánceres del tracto digestivo, además de evitar el alcohol y el tabaco, que están asociados con un mayor riesgo de cáncer de esófago, estómago, colon y páncreas.
El papel de los probióticos y prebióticos
Los
probióticos y
prebióticos son componentes "clave" para mejorar y mantener la salud intestinal. Aunque a menudo se mencionan juntos,
cumplen funciones distintas en el cuerpo. "Los
probióticos y otros suplementos pueden ser valiosos aliados para conseguir un microbioma equilibrado, esencial para una buena digestión y salud general, siempre y cuando se utilicen de manera adecuada, por ello es recomendable consultar con un profesional de la salud antes de iniciar cualquier régimen de suplementos. Los probióticos son microorganismos vivos, generalmente bacterias beneficiosas, que cuando se consumen en cantidades adecuadas, pueden ayudar a mantener un equilibrio saludable de la flora intestinal. Su papel es importante en trastornos como la diarrea, el síndrome de intestino irritable (SII), la erradicación de la infección por H. Pylori o el sobrecrecimiento bacteriano de Intestino Delgado (SIBO). Otros suplementos interesantes en algunos casos son los prebióticos, fibras no digeribles que actúan como alimento para las bacterias beneficiosas en el intestino, las enzimas digestivas o los suplementos de omega-3", indica la especialista.
El
abordaje terapéutico varía ampliamente dependiendo del tipo y gravedad de la patología a la que nos enfrentemos. "La valoración por parte de un especialista es crucial en los casos en los que haya síntomas persistentes, una falta de respuesta al tratamiento, diagnósticos inciertos, condiciones crónicas o complejas, cuando se requieren procedimientos especializados o ante síntomas de alarma tales como dolor abdominal persistente e incapacitante, pérdida de peso inexplicada, diarrea crónica (más de 4 semanas de evolución), hemorragia gastrointestinal, dificultad para tragar o ictericia", aclara la facultativa.
El manejo de los
trastornos digestivos crónicos requiere de un enfoque personalizado y multidisciplinar, que involucra a médicos digestivos, nutricionistas, profesionales de la salud mental, fisioterapeutas, etc. para optimizar el control de la enfermedad, mejorar la calidad de vida del paciente y prevenir complicaciones a largo plazo. "La comunicación abierta entre el paciente y el equipo de atención médica son clave para el éxito del tratamiento a largo plazo. Mi experiencia en HLA Clínica Montpellier ha sido muy positiva. He tenido la oportunidad de trabajar en un entorno colaborativo y profesional, brindando una atención médica de calidad a nuestros pacientes. También he contribuido al desarrollo de la unidad de endoscopia, desarrollando actividades endoscópicas cada vez más complejas que permiten tratar lesiones precoces que evitan una cirugía más agresiva", afirma Solano.
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