Antonio Cano, catedrático de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid.
El
estrés es un mecanimo que se pone en marcha cuando una persona se ve envuelta por un exceso de situaciones que superan sus recursos. Este sentimento de
tensión física o emocional es cotidiano y permite que una persona lleve a cabo actividades de forma más lúcida. El problema con la pandemia del nuevo coronavirus es que se ha disparado y está provocando
consecuencias negativas en la población. La OMS ya le ha puesto nombre:
fatiga pandémica.
"Cuanto más fatiga hay,
más cansancio, agotamiento y emociones negativas o desagradables se sienten", explica el catedrático de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid y miembro del Consejo General de la Psicología,
Antonio Cano.
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"Estamos
más irritables y eso quiere decir que te vas a enfadar más con tu jefe, que igual no se lo vas a decir pero lo pagas con la pareja y te sientes mal porque has dicho cosas que no deberías haber dicho. Todo esto va creando más fatiga por nervios, por preocupaciones, peleas... Hay parejas que se han roto durante esta época. Además estamos
más triste y más nerviosos", asegura el experto.
"Los sanitarios son un colectivo que por mucho que se les haya aplaudido durante tres meses ahora se les critica"
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Un bucle en el que cada vez entra más gente: los hay que sufren más el aislamiento social, están los padres que tienen que teletrabajar con hijos en casa, los que se han quedado sin empleo, los que ven su trabajo peligrar y quienes han perdido a uno o varios familiares en una circunstancias que no les ha permitido a veces ni despedirse. Tal es el problema que desde el Gobierno temen que esta fatiga pandémica provoque
una relajación en el cumplimiento de las medidas. El ministro de Sanidad,
Salvador Illa, ya ha anunciado que creará un grupo de trabajo con las comunidades autónomas para tratar este tema.
La sensación de fatiga también la sufren colectivos como el
sanitario. "Han estado trabajando más horas y no en unas condiciones normales, sino agobiados por faltas de recurso y exceso de trabajo, a veces contra su
propia protección. Faltan compañeros y falta paciencia por parte de los usuarios. Es un colectivo que por mucho que se les haya aplaudido durante tres meses ahora se les critica y no se les da lo que pide. Además, se les está
desestructurando su Sistema Nacional de Salud (SNS).
Sufren muchísimo estrés", asegura.
¿Cómo solucionarlo?
Para Cano la
información es crucial a la hora de abordar las emociones que puedan surgir por todas estas circunstancias. "Debería haber información desde que somos niños. El tema del
estrés y de las emociones no es algo nuevo. Pero en el colegio no nos enseñan qué son y cómo manejarlas", señala.
Tampoco de mayores. Por eso Cano recuerda la
página web Bienestar Emocional del Ministerio de Sanidad. Para las personas que, aún con las técnicas expuestas no consiguen manejar la situación, debería optarse ya por acudir a profesionales. "Hay personas que cuando no tenemos pandemia tienen t
rastornos de ansiedad y de estado de ánimo, como la depresión, que surgen por los problemas que hay en la vida de cada uno. Los niños con más adversidad infantil, por haber perdido a sus progenitores o
sufrir violencia física, sexual o psicológica, tienen más probabilidad de padecerlos, tanto en la infancia como en la edad adulta. Además pueden tener más también sufrir h
ipertensión, dolores de cabeza u obesidad, problemas que cursan cuando hay más
estrés.
Cano explica que el
40 por ciento de personas con trastorno ansiedad no tienen ningún tratamiento. Entre los que sí tienen, la mayoría toma fármacos para reducirla, aunque no sean necesarios para toods. "Están aumentando cada año desde que tenemos registros, pero eso es un remedio para unas horas. Si surge a raíz de un trabajo desmesurado, la solución
no es tomarse un tranquilizante, sino que contraten a otra persona", explica.
"Manejar las emociones se aprende con técnicas psicológicas, conductivas y conductuales"
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"Se puede manejar mejor o peor depende de las emociones de la persona y cómo pretenda atender a esas demandas a las que no llega. Eso
se aprende con técnicas psicológicas, conductivas y conductuales, pero no tomando pastillas", añade. En situación de pandemia, otros profesionales también señalan la importancia de mantener un buen estado físico, limitar el consumo de noticias sobre el Covid-19 o seguir en
contacto con amigos y familiares. Personas en los que, según Cano, hay que apoyarse ante estas situaciones.
El psicólogo recurda además los resultados del
ensayo clínico 'PsicAP' (Psicología en Atención Primaria), cuyo promotor fue la Fundación Española para la Promoción de la Psicología creada por el Consejo General de la Psicología, y cuyos resultados "
demostraron que es más eficaz hacer un tratamiento psicológico en grupo para los pacientes que tienen ansiedad, depresión o somatizaciones, que el tratamiento habitual con su médico, esencialmente farmacológico".
"La gran mayoría de las personas que tienen trastornos los resuelven tomando psicofármacos que alivian sus síntomas durante unas horas, que pueden ser tranquiizantes, pastillas de dormir o antidepresivos. Estos pueden desarrollar cronicidad y no resuelven el problema, lo cual tienen sus lógica: las
pastillas no te enseñan a pensar o a actuar mejor. A la larga pueden desarrollar más
comorbilidad y discapacidad. Todos estos estos problemas suponen un
gasto para el Estado 23.000 millones de euros, un 2,2 por ciento del PIB", concluye.
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