La Wayne State University de Detroit, donde trabajó Antoni Grinyó.
Antoni Grinyó Garriga fue una de las grandes figuras catalanas de la Medicina, que, al igual que una gran parte de los españoles perseguidos durante la
Guerra Civil Española, se vio avocada al exilio para poder conservar la vida. Este
neurocientífico desarrolló una carrera muy prolífica, yendo primero a Francia y luego a Venezuela, para acabarse asentando en Estados Unidos en 1941. Allí dedicó gran parte de sus
esfuerzos a la Neurorradiología, una disciplina que ya había empezado a interesarle años antes en Barcelona y que, en EE.UU, acabaría por hacerle diseñar una aguja de punción percutánea para las arteriografías, conocida en aquel entonces como '
Aguja Grino' (versión anglosajona de su apellido catalán Grinyó). Su apellido también serviría para bautizar otra de las técnicas pioneras que llegó a desarrollar en territorio norteamericano. Basado en la
tinción de la oligodendroglía, el conocido ya como 'Método Grinyó', permite visualizar mejor el cuerpo de estas células y sus prolongaciones mediante la
impregnación metálica con tungstato de plata.
Además de innovaciones técnicas, este profesional también destacó por otros innovaciones como el
diagnóstico de los tumores orbitarios mediante el uso de la angiografía cerebral, siendo el primero en señalar su importancia en 1949. Los progresos del neurocientífico catalán, son algunos de los avances que Miguel Marco, miembro del
Servicio de Neurología del Hospital Universitari Parc Taulí, en Sabadell, ha querido poner bajo la luz para rescatar del olvido a este cirujano de renombre, y a su vez, "perfecto desconocido" debido al "castigo del exilio" que sufrió tras la
Guerra Civil.
Los progresos del neurocientífico catalán, son algunos de los avances que
Miguel Marco, miembro del Servicio de Neurología del Hospital Universitari Parc Taulí (Sabadell) e investigador que ha rescatado a Grinyó del
ostracismo, ha compartido con Redacción Médica sobre este prolífico y olvidado especialista, un "perfecto desconocido" debido al "castigo del exilio" que sufrió tras la Guerra Civil, tal y como ha explicado Marco.
Grinyó estudió
Medicina en la Universidad de Barcelona, consiguiendo su licenciatura en 1927. Poco después se especializaría como cirujano general, llegando a ejercer en el
Hospital Clínic de Barcelona, en una consulta privada que abrió y, posteriormente, como neurocirujano, al hacerse miembro del
Institut de Fisiología de Barcelona y dedicar su formación al sistema nervioso. En 1934 ya daba clases y conferencias sobre Neurocirugía y
Neurología, además de realizar investigaciones junto al neurocirujano Adolfo Ley, uno de los más importantes de nuestro país y conocido por el 'Síndrome Ley' –comprensión del nervio óptico por una dilatación fusiforme de la arteria carótica intracraneal– y sus estudios sobre disfunciones laberínticas; fisiopatología del líquido cefalorraquídeo y e histología de los tumores del sistema nervioso central. Este afán por investigar y sus múltiples intereses en el "estudio del sistema nervioso", es lo que ha hecho más adecuado considerar a Grinyó como un "
neurocientífico" antes que neurocirujano, según ha remarcado Marco.
Guerra Civil y exilio
El prodigioso inicio de Grinyó en el
mundo de la Medicina se vio truncado por el estallido de la Guerra Civil, ya que, según ha explicado Marco, "durante el conflicto estuvo afiliado a la célula del Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC) de la Universidad de Barcelona", lo que le obligaría, en 1939 a emigrar a
Toulouse, en Francia. Allí fue acogido "junto con varios de sus compañeros del Institut de Fisiología". Apenas un año después llegó la
ocupación nazi, lo que provocó que Grinyó se viese obligado nuevamente a irse a otro país, llegando a
Venezuela y trasladándose definitivamente a
Estados Unidos en 1941.
De Memphis a Nueva York: su nueva vida en EE.UU.
Fue en Norteamérica donde el neurocientífico "desarrolló la
parte más fructífera de su carrera, trabajando en varios lugares como investigador, profesor y neurocirujano". Inicialmente, estuvo en Memphis, y luego,
seis años en Nueva York. Entre 1953 y 1963, como "profesor de
Neurocirugía en la
Wayne State University de Detroit y neurocirujano jefe del
Hospital de la Administración de Veteranos de Dearborn", vivió "su periodo más fecundo" a nivel profesional, según ha remarcado Marco.
Una época en la que desarrolló el destacado método de impregnación metálica con tungstato de plata, pero donde también "realizó investigaciones sobre el papel de la glía en la esclerosis múltiple y la
acción del ácido lisérgico (LSD) sobre las células gliales".
En 1963 Grinyó se mudó a Seattle, donde trabajó como neurocirujano en un hospital de veteranos, en este caso el de American Lake y, tras unos años más en Estados Unidos, volvió a Cataluña en 1968. "Posiblemente enfermo", falleció a finales de 1970, tras una vida dedicada a la "
Neurorradiología y la
histología del sistema nervioso central" y, especialmente, a la perfección de "las
tinciones clásicas de Pío del Río-Hortega para los oligodendrocitos", según ha remarcado Marco.
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