El tacto trae de regreso la sincronización interpersonal.
Investigadores de la Universidad de Colorado en Boulder (Estados Unidos) y la Universidad de Haifa (Israel) han descubierto que
coger la mano a un ser querido con dolor no sólo permite
sincronizar la respiración o el ritmo cardiaco, sino también las
ondas cerebrales, lo que puede ayudarles a
aliviar parte de su sufrimiento. Además, según detallan en un artículo publicado en la revista
Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), cuanto
mayor es la afinidad con la persona afectada más se sincronizan sus
actividades eléctricas y más
alivio del dolor se consigue.
"Este hallazgo ilustra el
poder y la
importancia del
contacto humano", ha reconocido
Pavel Goldstein, principal autor del estudio, que lamenta que en el
mundo moderno se hayan desarrollado nuevas formas de comunicación que favorecen que haya "
menos interacciones físicas".
Su trabajo es el último de un creciente cuerpo de investigación que explora un fenómeno conocido como "
sincronización interpersonal", en el que las personas se asemejan fisiológicamente a las personas con las que están, pero es el
primero en observar la sincronización de las ondas cerebrales en el
contexto del dolor y detectar un
posible efecto analgésico del contacto físico.
A través del nacimiento de su hija
A Goldstein se le ocurrió el experimento después de que, durante el
nacimiento de su hija, descubriera que cuando sujetaba la
mano de su esposa le aliviaba su dolor. "Quise probarlo en el laboratorio, para ver si realmente se podía disminuir el dolor con el tacto y, de ser así, cómo era posible", explica.
En el estudio reclutaron a
22 parejas heterosexuales, de 23 a 32 años de edad, que llevaban juntas durante al menos un año, y les expusieron a varias
situaciones durante 2 minutos mientras que, mediante un
electroencefalograma, medían la actividad de sus ondas cerebrales.
En el estudio reclutaron a 22 parejas heterosexuales
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Las situaciones planteadas implicaban estar
sentados juntos sin tocarse, o
cogidos de la mano; y estar sentados en
habitaciones separadas. Y luego repitieron todas ellas mientras la
mujer sufría un leve dolor en el brazo, provocado por calor. El mero hecho de estar en presencia de los demás, con o sin contacto, se asoció con una sincronización de las ondas cerebrales en el ritmo
alfa mu, una longitud de onda asociada con la
concentración. Y si las manos estaban unidas, la sincronización era mayor.
Los investigadores también descubrieron que cuando las participantes sentían dolor y no podían ser tocadas, el
acoplamiento de sus ondas cerebrales
disminuía, algo que previamente habían visto en el mismo experimento con la sincronización de la frecuencia cardiaca o la respiración, que
desapareció cuando el participante masculino del estudio
no pudo sostener la mano de su pareja.
El dolor va y viene con el contacto
"Parece que el dolor
interrumpe totalmente con esta
sincronización interpersonal entre las parejas y el
tacto lo trae de regreso", considera Goldstein. Además, estudios posteriores de las parejas participantes vieron que cuanto mayor empatía había por el dolor de su pareja, más se sincronizaban sus cerebros y más disminuía su dolor.
Goldstein admite que todavía
se necesitan más estudios para averiguar las causas de esta acoplamiento cerebral y su efecto terapéutico ante el dolor, pero cree que puede deberse a que el contacto empático hace que una persona se sienta comprendida, lo que a su vez, de acuerdo con estudios previos, podría
activar los mecanismos de recompensa que matan el dolor en el
cerebro.
El estudio no exploró si dar la mano puede tener el mismo efecto en
parejas del mismo sexo o en
otro tipo de relaciones afectivas, pero los autores avisan de que "por mucha empatía que se exprese por el dolor de otra persona, si no hay contacto puede que no se comunique por completo".
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