Raquel Sánchez del Valle, coordinadora del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología.
La Agencia Europea del Medicamento (
EMA) recomendó este jueves que se dé el
visto bueno a la comercialización de lecanemab, el hasta ahora único medicamento que permite retrasar el avance del alzhéimer. El fármaco, no obstante, llega con cierta polémica. En julio, la EMA no dio el visto bueno a su futura comercialización por los temores que suscitaba uno de sus efectos secundarios que conllevaba hinchazón y posible sangrado en el cerebro.
Tras tomar en consideración las alegaciones de sociedades científicas, la EMA acabó dando su brazo a torcer, aunque la aprobación aún no es definitiva. En cualquier caso, la Sociedad Española de Neurología ya ha mostrado su satisfacción por la decisión, y
Raquel Sánchez del Valle, coordinadora del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de esta sociedad científica, detalla a Redacción Médica lo que supone ello para Europa.
¿Cómo valora la Sociedad Española de Neurología el visto bueno de la EMA a lecanemab?
Después de que en julio la EMA considerara que el balance riesgo-beneficio no favorecía al fármaco, entramos en un periodo de alegaciones. La de la EMA era una opinión bastante discrepante del resto de agencias. A nosotros, como Sociedad Española de Neurología, nos sorprendió en tanto en cuanto se trató de una negativa absoluta. Por ejemplo, en Estados Unidos se dio el visto bueno a todo o a casi todo, y el Reino Unido hizo lo mismo. Nosotros le sugerimos a la EMA que valorase una aproximación al Reino Unido. Las alegaciones que se presentaron se enfocaron, básicamente, en aumentar la seguridad, y para ello se decidió excluir a los sujetos que tienen más riesgos efectos secundarios: los APOE4 o hemocigotos, que representan el 15 por ciento de los pacientes que tienen alzhéimer. Al excluirlos, aumenta la seguridad del fármaco, y a ello se han sumado ahora otras medidas de seguridad. Entre otras cosas, la EMA pide a la farmacéutica que haga un sistema de registro de efectos adversos a nivel europeo. En esas condiciones ya sí se recomienda que la Comisión Europea, que es la que tiene la última palabra, apruebe el fármaco.
"Se ha excluido a los pacientes con más riesgo de efectos secundarios para aumentar la seguridad del fármaco"
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Negar el acceso a estos fármacos hubiera sido que Europa se quedara atrás en tratamiento contra el alzhéimer y, además, situaba a nuestros pacientes en unas condiciones perjudiciales respecto a los de otros países de nuestro entorno. No sólo de Estados Unidos, sino también de Japón, China, Corea del Sur, etcétera. Por otra parte, con esa negativa lo que nos quedaba a nosotros era esperar a los resultados de los otros países y, cuando hubiera resultados a largo plazo, ya decidir si lo utilizábamos.
Lo que nos gustaría es curar el alzhéimer, y eso no lo va a hacer este fármaco. Sí que reduce la progresión en torno a un 26 por ciento a 18 meses. Querríamos que fuera mucho más, pero lo habitual es que, la primera vez que se hace algo, no sea la mejor. Eso no quiere decir que no sea bueno. Una reducción del 26 por ciento es importante. Claro, lo que nos interesa no son resultados a 18 meses, sino si, en cinco años, realmente se ha frenado la evolución de la enfermedad. Y ahí está la cuestión: si Europa no participaba en la comercialización, no íbamos a poder tener esos datos de eficacia a largo plazo. Además, con la creación del registro que le comentaba no sólo aumentamos la seguridad, sino que también podremos contar con más datos propios, europeos, para poder juzgar directamente si, realmente, después de unos años, estos fármacos demuestran la eficacia que se les supone.
No hay que olvidar que este fármaco probablemente no sea el mejor posible, pero es el primero. Eso conlleva que tenga un manejo complicado, caro, con una eficacia menor de la esperada y una seguridad que hay que controlar, pero, aun así, creemos que eso se compensa por el hecho de que no tenemos otro tratamiento alternativo para estos pacientes, y no tener acceso a este pondría a nuestros pacientes en una situación de desventaja respecto al resto. Además, este es el principio de otros muchos medicamentos que puedan ser más eficaces, más seguros y más fáciles de administrar. Es verdad que vamos casi dos años más tarde que Estados Unidos, en el que el fármaco se aprobó en 2023, pero, en cualquier caso, tenemos ya abierta la puerta a tratamientos que puedan venir en un futuro mejores e incluso formas mejoradas del mismo fármaco, que ya se están probando.
¿Cuáles son los efectos secundarios que se han detectado en lecanemab?
El más frecuente, que es leve, se produce en el momento de la infusión intravenosa. Como otros tratamientos biológicos, el paciente puede tener durante unas horas una sensación de malestar parecida a la gripe. Esto, entre comillas, no nos preocupa porque es un efecto secundario leve, que incluso si fuera a más se podría tratar. Lo que sí preocupa normalmente son los efectos que nosotros llamamos ARIA: anomalías en la imagen relacionadas con amiloide (ARIA).
La placa de amiloides es como si fuera un chicle que está en el cerebro. Usar estos fármacos es como si se usara un estropajo. Cuando usas un estropajo con un chicle que tienes pegado, ¿qué puede pasar? Te puedes llevar el chicle, puedes irritarlo al frotar o incluso llegar a romperte un pequeño vaso sanguíneo. La mayor parte de los sujetos no tienen síntomas, sino que esta irritación se ve cuando haces la resonancia. Hay un pequeño porcentaje de pacientes que sí que se da cuenta, y eso es lo que hay que controlar.
"Esperamos que la financiación del medicamento en España se apruebe más rápido que otros tratamientos en los que se ha tardado dos años"
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Precisamente estos efectos secundarios son más frecuentes en el grupo de pacientes que han excluido en Europa. Es otro de los motivos por los que se han excluido, de hecho. Se ha comunicado algún fallecimiento, por ahora tres o cuatro, con este fármaco. Es verdad que eran casos que tenían otros factores de riesgo: habían sufrido ictus, o tomaban anticoagulantes. Pero, evidentemente, es algo que preocupa y lo que preocupaba a la EMA. De ahí, repito, que los hayamos excluido en Europa a cambio de proponer el plan de monitorización.
Han anunciado que van a hacer próximamente algunas recomendaciones sobre los criterios a tener en cuenta para el buen uso de este fármaco y de otros similares. ¿A qué recomendaciones se refiere?
Es algo que tenemos que consensuar. En una sociedad científica no todo el mundo piensa igual, y aunque seguramente habrá cosas en las que estemos de acuerdo, como neurólogos discutiremos a partir de la próxima semana, en nuestra reunión anual, cuáles serán esas recomendaciones. No quiere decir que después las tenga que adoptar el Ministerio de Sanidad. Sólo queremos, como expertos, velar por la seguridad en este contexto.
Si la Comisión Europea aprobara el fármaco, España tendrá que decidir si decide financiarlo a través del Sistema Nacional de Salud. ¿Qué expectativas tienen al respecto?
Con otros fármacos sabemos que el Ministerio de Sanidad está tardando en hacerlo casi dos años. Esperemos que, en este caso, dado que no hay ningún otro tratamiento alternativo, el proceso sea un poco más ágil. Depende del ministerio y de las agencias correspondientes. Pero es importante transmitir a los pacientes que no podrán disponer del fármaco de forma inmediata.
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