María Jesús Cruz.
La
Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ) advierte en un editorial que “debemos asumir que
el aire que respiramos presenta una elevada concentración de contaminantes y muchos de ellos
causan cáncer” y señala que la contaminación del aire se asocia a un 36 por ciento de las muertes por cáncer del pulmón, con unas 265.000 muertes anuales atribuibles a esta causa. El editorial, titulado “Contaminación ambiental y cáncer de pulmón: el poder carcinogénico del aire que respiramos”, se ha publicado en Archivos de Bronconeumología, la revista científica de Separ.
“La masiva
morbimortalidad del cáncer de pulmón hace imprescindible la aplicación de
estrategias de prevención y diagnóstico precoz, siendo fundamental el reconocimiento de los factores de riesgo implicados. En este sentido, debemos considerar la
contaminación ambiental como causante de cáncer de pulmón ante la sólida evidencia disponible tanto a nivel epidemiológico como biológico. La comunidad científica, y en concreto los especialistas en medicina respiratoria, no debemos adquirir protagonismo en la difusión de esta evidencia de cara a favorecer estrategias gubernamentales en la lucha contra la contaminación del aire”, concluye de forma clara y contundente el editorial.
“Los profesionales de las enfermedades respiratorias no podemos permanecer indiferentes ante esta realidad. Desgraciadamente,
el tabaquismo ya no es el único causante del cáncer de pulmón. La contaminación del aire es un factor de riesgo claro de esta enfermedad, según la evidencia científica de los últimos años, y
pone en peligro a un gran número de personas, especialmente las que viven en núcleos urbanos”, destaca María Jesús Cruz, bióloga y miembro del Área de Medio Ambiente de Separ, que firma este editorial con David Coflent, como primer autor, y también cuenta entre sus coautores con Mario Culebras y Karina Loor.
“Al igual que hemos hecho con el tabaco, los profesionales
reclamamos una toma de conciencia social y de los poderes públicos sobre este hecho, para poder combatirlo de forma decidida y adecuada”, añade Cruz.
El cáncer de pulmón en cifras
La editorial expone que el cáncer de pulmón es el tipo de cáncer que asocia una
mayor incidencia y mortalidad globales, con en torno a 2,1 millones de nuevos casos y 1,8 millones de muertes en el mundo en el año 2018. “La envergadura de estos datos, a pesar de los avances terapéuticos disponibles, obliga a situar la prevención y el diagnóstico precoz como
dos estrategias centrales en el control de esta enfermedad. En ambas, es fundamental el reconocimiento exhaustivo de los factores de riesgo implicados”, señala este documento.
"Los profesionales reclamamos una toma de conciencia social y de los poderes públicos para poder combatirlo de forma decidida y adecuada"
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“Es incuestionable que el tabaquismo es el principal factor de riesgo para el cáncer de pulmón”, ya que está presente en alrededor de un 80 por ciento de estos pacientes. Sin embargo, otros factores como la
contaminación ambiental, la contaminación doméstica, las exposiciones ocupacionales e, incluso, la nutrición, son responsables de alrededor de
908.000 muertes anuales por cáncer de pulmón. Este dato de mortalidad se acerca a las 1.190.000 muertes por cáncer de pulmón atribuibles al consumo de tabaco.
Además, el cáncer de pulmón es cada vez más relevante entre los no fumadores y obliga a plantear el impacto real que tiene la calidad del aire en el desarrollo de estos tumores malignos. En este sentido, la
contaminación ambiental podría estar relacionada con un
36 por ciento de las muertes por cáncer de pulmón, con unas 265.000 muertes anuales atribuibles a esta causa.
Contaminantes carcinogénicos
“Debemos asumir que el aire que respiramos presenta una elevada concentración de contaminantes y muchos de ellos causan cáncer. De hecho, en 2013 la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés), clasificaron la
contaminación del aire como carcinógeno para los humanos”, explica el editorial.
Las partículas en suspensión (PM) son los
contaminantes atmosféricos clasificados como los más dañinos. Están compuestas por una mezcla heterogénea de sustancias como nitratos, sulfatos, carbono, compuestos orgánicos y metales; y pueden estar producidas tanto por fuentes naturales (incendios, emisiones volcánicas…) como humanas (transporte, quema de biomasa, actividades industriales, agrícolas y ganaderas…). Según su diámetro aerodinámico, las PM se clasificarán en PM10, si tienen un diámetro menor de 10μm, o PM2.5, si tienen un diámetro menor de 2,5μm.
El diámetro aerodinámico de estas partículas condiciona su capacidad de penetración en la vía aérea, aunque todavía se desconoce cuánto podría influir en el riesgo de desarrollo de las diferentes enfermedades asociadas, informa el editorial.
Una advertencia del peligro de la contaminación apoyada en la evidencia científica
El editorial apoya sus afirmaciones en la evidencia científica. Según expone, numerosos estudios epidemiológicos han demostrado asociaciones significativas entre la contaminación ambiental y el cáncer de pulmón. El estudio Escape, que agrupó 17 estudios de cohorte europeos, concluyó que una
mayor concentración de PM en el ambiente aumenta el riesgo de cáncer de pulmón. En concreto, por cada aumento de 5μg/m3 de PM2.5 y 10μg/m3 de PM10 en el ambiente, el riesgo de cáncer de pulmón sube un 18 y un 22 por ciento, respectivamente.
Otro metaanálisis de 18 estudios de cohortes de Asia, Norteamérica y Europa confirmó riesgos relativos similares. El mismo grupo científico comprobó que el incremento en la
concentración ambiental de NO2 como marcador de exposición al tráfico rodado también
aumenta significativamente el riesgo de cáncer de pulmón. Todas estas cohortes han permitido afirmar con rotundidad una asociación epidemiológica significativa, a pesar de presentar ciertas limitaciones como la falta de un modelo de exposición individual.
La investigación de los mecanismos biológicos implicados en esta asociación es compleja, debido a la elevada diversidad de contaminantes y los diferentes efectos carcinogénicos de cada uno de ellos. “La epigenética parece desempeñar un papel central en la carcinogénesis pulmonar, es decir, la contaminación ambiental es capaz de
modular la expresión de diferentes genes implicados en el desarrollo de tumores”, expone el editorial.
Estos procesos epigenéticos podrían regular la expresión de genes, con sobreexpresión de pro-oncogenes e infraexpresión de genes supresores de tumores. Las consecuencias finales de estos cambios genéticos implicarán la
activación de vías oncogénicas como la proliferación celular sostenida, la resistencia a la muerte celular y la inducción de angiogénesis, invasión y metástasis, según han demostrado estudios in vitro e in vivo.
Además, recientemente se ha descrito en un modelo murino que
los individuos expuestos a PM desarrollan más tumores pulmonares. Estos cambios epigenéticos son detectables en fluidos biológicos y podrían servir como biomarcadores para el diagnóstico precoz y la monitorización de la enfermedad.
Asimismo, la contaminación ambiental puede tener un
impacto en el pronóstico de los pacientes con un cáncer ya diagnosticado. La exposición a contaminantes podría influir en la progresión de tumores ya establecidos, acortando la supervivencia de estos pacientes, según han confirmado diferentes estudios en tumores de pulmón, mama y hepático.
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