Belén González, comisionada de Salud Mental.
Para el
Ministerio de Sanidad, identificar a tiempo el riesgo de suicidio y ofrecer una atención especializada en momentos críticos se han convertido en prioridades y así lo materializa en el borrador del
Plan de Acción para la Prevención del Suicidio 2025-2027, que incluye medidas como un
código de riesgo para identificar casos críticos y la
adecuación de los Servicios de Urgencias. El documento, al que ha tenido acceso
Redacción Médica, será presentado en el próximo Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (CISNS), previa aprobación en el Consejo Consultivo que se celebra este jueves.
El
plan antisucidio, que abarca un período de tres años, se articula en torno a
seis grandes líneas de actuación, como ya explicó este medio, diseñadas para actuar sobre los diferentes factores asociados a la conducta suicida. Estas líneas combinan
medidas preventivas, de sensibilización y de
refuerzo sanitario para abordar el problema desde todos los ángulos posibles.
Abordaje sanitario del suicidio
Una de las medidas clave de este plan es la implementación de un “
código de riesgo de suicidio” en todas las
comunidades autónomas, que se recoge en la quinta línea del plan, dedicada al
abordaje sanitario. Esto se consigue mediante el intercambio de experiencias y
buenas prácticas en la implementación de acciones contra la conducta suicida.
Para Sanidad, esta iniciativa tiene como objetivo “crear una comunidad de aprendizaje” que permita compartir medidas eficaces enfocadas en
mejorar la accesibilidad y la atención a personas en riesgo suicida, especialmente en colectivos en situación de vulnerabilidad. Además, se busca fomentar una
comunicación adecuada sobre el suicidio en los medios de comunicación e impulsar proyectos de atención innovadores.
Otro punto destacado es la
adecuación de los Servicios de Urgencias hospitalarias para atender a personas en situación de crisis. Esto implica no solo mejorar los espacios y los recursos disponibles, sino también dotar a los equipos de Urgencias de
formación específica y herramientas para abordar la conducta suicida de manera efectiva.
“Mejorar los recursos destinados a este ámbito contribuye a optimizar el trabajo multiprofesional, garantizando intervenciones más efectivas en situaciones de crisis”, detalla el documento. Para ello, Sanidad pretende comprobar cuál es el porcentaje de autonomías cuyas
Urgencias están adaptadas a una atención “accesible y adecuada” para personas que acuden por conducta suicida. Según se indica,
se espera que se aplique en la totalidad de las CCAA.
Junto a esto, el
plan antisuicidio se centra en fomentar un
acceso rápido el SNS en situaciones de este calibre y en crear programas comunitarios destinados a personas con conductas suicidas, con el objetivo de
reforzar el seguimiento en momentos críticos, especialmente en aquellos con trastornos mentales graves o en situaciones de vulnerabilidad social. Asimismo, se prevén intervenciones específicas para personas con
enfermedades graves o
dolor crónico, abordando el sufrimiento psíquico que puede derivar en conductas suicidas.
Líneas estratégicas para abordar el suicidio
Las medidas mencionadas forman parte únicamente del quinto punto de este Plan de Acción, que es mucho más amplio y atiende otras cuestiones como
ofrecer información de calidad sobre la conducta suicida, que es la primera línea de este proyecto. Esta busca mejorar la recopilación y análisis de datos sobre la conducta suicida.
Para ello, se propone crear un
sistema de vigilancia en salud mental dentro de la
Red Estatal de Vigilancia en Salud Pública, que permitirá identificar patrones y zonas críticas para la prevención. Además, se establecerá un
Observatorio para la Prevención del Suicidio que analizará tendencias y recopilará información procedente de recursos como la línea de atención 024.
En segundo lugar, el plan se centra en la
sensibilización e incluye una estrategia de comunicación y prevención con campañas anuales y formación para periodistas y creadores de contenido. La tercera línea, por otra parte, se centra en la
prevención en situaciones de vulnerabilidad, con un enfoque especial en la soledad no deseada, la discapacidad, la atención a menores, y la discriminación hacia las personas LGTBIQ+.
Le sigue la
prevención en todas las políticas, el cuarto punto, que refuerza la coordinación entre sectores, además de limitar el acceso a medios letales, implementar estrategias en el ámbito penitenciario, promover entornos laborales saludables y fomentar el bienestar emocional en centros educativos. Además, este punto incentiva a
favorecer la implementación de “autopsias psicológicas” en casos específicos de suicidio destinados a niños, niñas y adolescentes.
Finalmente, el plan propone un enfoque integral para mejorar la coordinación de recursos como la
línea 024 de atención al suicidio y potenciar la participación de personas afectadas,
supervivientes y familias en la elaboración y evaluación del Plan de Prevención del Suicidio.
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