La duda persistente sobre los logros personales puede impedir el ascenso a puestos de liderazgo o generar ansiedad

Las cirujanas padecen más el síndrome del impostor que ellos
Ansiedad y depresión pueden derivarse del síndrome del impostor.


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El síndrome del impostor es la experiencia psicológica que padece la persona que cree que todo lo conseguido proviene de causas externas. Se trata de una percepción subjetiva de los acontecimientos en la que el propio individuo nunca es origen de sus logros, ya que, bajo su prisma, no cuenta con las capacidades suficientes para alcanzarlos. Un fenómeno de tipo mental del que no se escapan los médicos y, en concreto, los especialistas de Cirugía. Eso sí, no afecta a todos por igual. En su caso, las mujeres son más propensas a sufrirlo que los hombres, lo que supone infravalorar sus resultados académicos y profesionales, superiores en muchas ocasiones a los de sus compañeros.

Esta es la conclusión a la que llegó un equipo de investigadores de la Universidad de Nanchang (China). Para ello, realizaron una búsqueda y análisis de la literatura publicada sobre el síndrome del impostor principalmente en residentes de Cirugía, aunque también cirujanos y puestos directivos relacionados con esta especialidad. El proceso de selección resultó en 15 artículos de investigación, sobre los cuales se fundamentaría su trabajo. Una bibliografía procedente de Estados Unidos, Italia, Arabia Saudí, Canadá y Pakistán.

El material empleado estaba centrado en encuestas y reveló que la prevalencia de este problema psicológico varía del 27,5 por ciento al 100 por 100 entre los cirujanos. Así, había artículos en el que total de la muestra padecía síndrome del impostor, mientras que otros contaban con una proporción más baja.


Diferencia de género


El análisis de estas publicaciones sirvió para detectar que ser hombre o mujer era clave para mostrar síntomas de este trastorno. Y es que las cirujanas experimentaron más dudas sobre sus logros que sus homólogos masculinos.

Esta mayor prevalencia del síndrome del impostor deriva de los estereotipos de género. Los autores de la investigación han puntualizado que las facultativas pueden experimentar dificultades para formar su identidad profesional, al enfocar a la mujer hacia la Enfermería a través de antiguos convencionalismos, lo que puede aumentar la incidencia de este mal en las sanitarias. También pueden afectar las condiciones de trabajo, la desconfianza por parte de colegas y pacientes, la objetivación o las expectativas sobre ellas -adopción de un rol de cuidadora-.


Los estereotipos de género están tras la mayor prevalencia del síndrome del impostor en cirujanas



Los prejuicios y maltrato hacen que las cirujanas estén en constante vacilación sobre su lugar en el servicio. Esto hace que se subestimen y piensen que no están preparadas para asumir su papel en el campo quirúrgico.


Formas de evitar el síndrome del impostor


La infravaloración constante del individuo puede ser peligrosa para su salud mental. Mientras que un cierto grado de autocrítica puede resultar beneficioso para el impulso de la carrera profesional, la duda permanente sobre las capacidades puede transformarse en ansiedad, depresión y, en los supuestos más extremos, suicidio. Asimismo, puede suponer una barrera para acceder a puestos de liderazgo e impedir el desarrollo del cirujano en su entorno laboral.

Por ello, los investigadores han recomendado "entrenar" la mentalidad a través de terapia cognitivo-conductual. Esta se debe combinar con las prácticas en quirófano para calmar los nervios, además de fomentar un ambiente más inclusivo, lo que ayuda a reducir la prevalencia de este problema psicológico. También han destacado la importancia de mantener tutorías con médicos de un rango superior, con la misión de recibir aliento y apoyo.


El sindrome del impostor se puede mitigar con terapia y comprensión



Además, los autores han puntualizado la existencia de un trabajo personal para mitigar los efectos del síndrome del impostor. Por ejemplo, con el reconocimiento de los comentarios positivos o las fortalezas propias. La clave está en respirar, pensar de forma objetiva y, sobre todo, nunca callarse. El silencio es el mejor aliado de este trastorno.
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