Tres facultativos de distintas especialidades abordan cómo ha evolucionado y qué consecuencias tiene

Mario Chico, Roberto Pazo y Javier Moreno explican cuáles son las claves para alcanzar una buena relación médico-paciente.
Mario Chico, jefe de Sección de la Ucite del Hospital 12 de Octubre; Roberto Pazo, oncólogo del Hospital Miguel Servet; y Javier Moreno, internista del Hospital Nuestra Señora de Gracia.


13 may. 2024 7:00H
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La humanización cada vez adquiere un mayor protagonismo en la sanidad actual, con hospitales y Servicios que se esfuerzan para aplicarla. En este contexto, una buena relación médico-paciente cobra especial relevancia. La cuestión es cómo alcanzarla, particularmente en aquellas especialidades donde se abordan patologías más graves. Tres facultativos explican en declaraciones a Redacción Médica cuáles son las cuestiones claves para conseguirla y qué papel tiene la familia en todo ello.

Mario Chico, jefe de Sección de la Unidad de Cuidados Intensivos de Trauma y Emergencias (Ucite) del Hospital Universitario 12 de Octubre (Madrid), asegura que el contacto con los familiares es una parte intrínseca en la relación médico-paciente. "En nuestro caso de la UVI no se puede separar. A veces tenemos poco con la persona, por lo menos al principio, porque está sedada y son los familiares los interlocutores", detalla. El facultativo aboga por hablar especialmente con aquellas personas más cercanas que están en silencio. "El que está callado y no te hace caso es al que tienes que recuperar, sobre todo si quieres que haya confianza en la toma de decisiones importantes", comenta.

"Las relaciones intrafamiliares pueden ser muy variadas. La primera vez que ves a un paciente también tienes que hacerte a la idea de la dinámica que hay. Y luego intervenir para suavizarlas, poner un punto de concordia o dar voz al paciente cuando se impone el familiar", comenta Roberto Pazo, del Servicio de Oncología del Hospital Universitario Miguel Servet. Todo esto hay que hacerlo "desde la tranquilidad", con un gran peso de la actitud y el tono del facultativo. Incluso en ciertas situaciones se tiene que evaluar al familiar y aconsejarle un soporte psicológico o emocional.

Pero, ¿cuáles son los límites con la familia del paciente? El intensivista del 12 de Octubre apuesta por que sea el propio núcleo familiar el que lo marque, razonando con el equipo médico. "Intento ponerme en su lugar", insiste.

Para el especialista en Medicina Interna en el Hospital Nuestra Señora de Gracia de Zaragoza Javier Moreno, la situación es la que marca el límite: depende del tipo de paciente y de la implicación de la familia con este. Además, incide en que intercambiar redes sociales, el teléfono o todo lo que se salga del medio profesional le parece "extralimitarse". 


Las claves para una buena relación médico-paciente


Más allá de las cuestiones familiares, Chico afirma que, a fin de cuentas, la relación médico-paciente se trata de una cuestión de confianza. Además, la transparencia es muy importante en la actualidad al enseñar una prueba de imagen e incluso a la hora de admitir un error.

Pazo coincide en esta cuestión y aborda cómo se puede establecer: "Desde la primera consulta es muy importante que el paciente sienta que tiene tu atención, que estás interesado en su enfermedad y en él; es a veces más importante que la información que transmites". Además, también se requiere que sienta que la otra persona es un buen profesional. "Y para esto no hace falta que los pacientes sepan nada de Medicina", asegura.

Otro de los puntos en los que coincide con su compañero es en la transparencia: conocer hasta dónde quiere preguntar y saber el paciente y ser capaz de reconocer que hay cuestiones que no sabe o que tiene que consultar.

 Moreno defiende que lo principal es tener tiempo para escuchar a los pacientes y también a sus familias. "Evidentemente, todos sienten su enfermedad como algo muy importante, que lo es, pero el médico tiene que saber contemporizar las situaciones y saber a quién dedicar más tiempo", afirma. También es una cuestión de empatía, de conocimiento sobre cómo afrontar y explicar las cosas.


Las consecuencias de una buena relación médico-paciente


Alcanzar esa buena relación con la confianza conlleva consecuencias directas para ambas partes, tal y como detalla Moreno: esa ganancia hace que el médico sea más empático y tenga más humanidad, a la vez que le permite conocer mejor la situación del paciente. Esto se traduce en una mejor administración del tratamiento, mayor adherencia y seguimiento de las recomendaciones higiénico-dietéticas.

Los tres especialistas están de acuerdo en la gran evolución que la relación médico-paciente ha experimentado en los últimos años. "Ha cambiado una barbaridad, antes era completamente paternalista", sostiene Chico.

Además, ahora es "más abierta", más "de igual a igual". "Es más una negociación, una explicación y creo que es muy bueno porque los pacientes se implican mucho más tanto en los tratamientos como en los diagnósticos. Esto hace también que el facultativo tenga que estar mucho más preparado para saber cómo explicar las cosas y saber equilibrar lo que está diciendo a cada tipo de paciente. Recordemos que tratamos con muchos muy diferentes, con estratos sociales diferentes", ahonda Moreno.

Pazo recuerda que el instinto de protección que hace unos años conllevaba incluso que la familia pidiera que no se informara de nada al enfermo ha ido disipándose. "Ahora esa protección malentendida, esa coraza que la familia quiere crear alrededor del paciente, ya no es tan frecuente, al menos en ese extremo tan excesivo", comenta.
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