3 abr. 2017 18:00H
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Un sensor ocular, insertado en el conducto lacrimal, envía datos al móvil sobre la cantidad de glucosa y acaba con el pinchazo en el dedo que cada día sufre el enfermo con diabetes para controlar la cantidad en sangre de esta sustancia.
A estas alturas, es algo que no suena a ciencia-ficción, y, de hecho, se trata de un proyecto en curso en la Universidad Jaume I de Castellón con visos de penetrar en el mercado si tiene éxito.
Para diseñar el sensor, la clave reside en el método de recogida de la lágrima, ya que ha de eludirse el riesgo de que se contamine la muestra. Para ello, los ingenieros han pensado en colocar un conducto capilar, de tamaño muy pequeño, en el menisco lacrimal. De ese modo, se evita tanto la estimulación de la conjuntiva como la secreción lacrimal refleja, ambos potenciales contaminantes de la muestra.
En ésta se induce una señal de fluorescencia, se calibra y se prepara el desarrollo del sensor que, en un segundo paso, se conecta por bluetooth con el móvil inteligente. El proyecto se ha bautizado como Nanotears y está liderado por el Grupo de Investigación de Óptica (GROC); por otra parte, se desarrolla con la colaboración del Servicio de Oftalmología del Hospital General de Castellón y de la empresa BQ.
Uso de nanopartículas
Para que el contenido de la lágrima emita la información, se sintetiza antes, en el laboratorio, una serie de nanopartículas o puntos cuánticos de carbono -10.000 veces más pequeñas que el tamaño de un cabello- con propiedades luminiscentes y que “se caracterizan por tener una baja toxicidad y estar dotadas de propiedades fotoestables”, ha declarado la investigadora de GROC y coordinadora del proyecto, Gladys Mínguez.
El Servicio de Oftalmología del General de Castellón supervisará la obtención de muestras a partir de lágrimas y de la propia sangre del paciente con diabetes para, acto seguido, desarrollar la nueva herramienta de medición, correlacionar los datos y fijar un protocolo válido para aplicar en serie la tecnología.
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