Antonio Zapatero, presidente de la SEMI.
En los últimos años, la
edad media de los pacientes que ingresan en los hospitales se ha ido incrementando de forma sostenida. Se trata de pacientes que con frecuencia presentan
insuficiencias en el funcionamiento de diversos órganos,
deterioro cognitivo y de la movilidad con dependencia para las actividades de la vida diaria y
están sometidos a polifarmacia, lo que facilita la aparición de interacciones y de efectos adversos.
Son los llamados
pacientes pluripatológicos y de edad avanzada que, en gran medida, suponen el gran paradigma de los pacientes frágiles. Precisamente, estos pacientes son más proclives a desarrollar
infecciones y que estas evolucionen de forma adversa, por lo que es importante elegir un antimicrobiano adecuado y la dosis en la que se prescribe.
“En estos pacientes, algunos microorganismos son mucho más frecuentes, constituyéndose en un marcador pronóstico de
mortalidad a medio plazo. En general, la mayor exposición a antimicrobianos de amplio espectro en los pacientes frágiles contribuye al desarrollo de infecciones y hace que estas presenten una mayor gravedad y tengan tendencia a la recidiva”, señala
Víctor González Ramallo, coordinador del Grupo de Trabajo de Hospitalización a Domicilio y Telemedicina de la SEMI y de la Unidad de Hospitalización a Domicilio del Hospital Gregorio Marañón de Madrid.
Los pacientes pluripatológicos y de edad avanzada, el gran paradigma de los pacientes frágiles
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Para abordar las novedades en enfermedades infecciosas e intercambiar opiniones y experiencias con diversos expertos en la materia, la
Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) ha organizado varias mesas redondas en torno a ello en el marco de su congreso nacional,
celebrado en Burgos durante los días 21, 22 y 23 de noviembre.
“Está demostrado que el
ingreso en un hospital de agudos conlleva un deterioro funcional para el paciente frágil, especialmente si es de edad avanzada con una incidencia apreciable de episodios de síndrome confusional, depresión, malnutrición y adquisición de infecciones nosocomiales”, indica González. Por ello, deben potenciarse estrategias que permitan el
tratamiento antimicrobiano intravenoso sin precisar el ingreso en un hospital de agudos, como la
hospitalización a domicilio, los hospitales de día y los programas de colaboración desde el hospital con los centros socio-sanitarios.
En cualquier caso, “no todos los antimicrobianos permiten realizar de una manera fácil este
tratamiento parenteral fuera del hospital por lo que debe facilitarse el uso de fármacos de dosis única diaria o que permitan su administración mediante
bombas portátiles de infusión, con menor incidencia de efectos adversos o que no precisen la realización de niveles plasmáticos”, afirma Víctor González.
Resistencia los antibióticos, reto a combatir
La
resistencia a antibióticos es uno de los principales problemas a los que se enfrentan los profesionales dedicados al abordaje de las
enfermedades infecciosas. Se debe el aumento de procedimientos, tanto diagnósticos como terapéuticos invasivos, en pacientes con edad avanzada y fragilidad, que están provocando el
incremento de infecciones producidas por microorganismos multirresistentes, como las infecciones urinarias tras manipulaciones urológicas, las bacteriemias relacionadas con catéteres y las infecciones de heridas quirúrgicas y material protésico.
Aunque se trata de un problema global, sí que se pueden
encontrar diferencias significativas entre países debido al distinto consumo de antibióticos de unos y otros. Así, según la
red europea de vigilancia del consumo de antibióticos ESAC-Net, España se encuentra entre los países europeos con un mayor consumo de antibióticos.
“Aunque la resistencia a antibióticos tiene un
origen multifactorial, el principal factor selector de resistencia es su uso excesivo e inadecuado. Por ello, el consumo responsable de los antibióticos es imprescindible para preservar su eficacia en la actualidad y en el futuro. Teniendo esto en cuenta, los tratamientos antibióticos deben tomarse solo cuando son necesarios, es decir, frente a infecciones bacterianas, pero no con infecciones víricas como resfriados o gripe, ya que no son eficaces; y con la dosis y duración adecuadas”, comenta J
esús Oteo, del Centro Nacional de Microbiología del Instituto de Salud Carlos III de Madrid.
Un 44% de los europeos no saben que los antibióticos no son eficaces contra los resfriados y la gripe
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La
falta de sensibilización en este sentido es un factor clave, ya que según el
Eurobarómetro de 2016, un 44 por ciento de los europeos no sabían que los antibióticos no son eficaces contra los resfriados y la gripe. Por ello, “es importante
individualizar el tratamiento antibiótico en cada infección y se deben evitar prácticas inadecuadas como la
compra de antibióticos sin receta, guardar antibióticos para usarlos más adelante, tomar antibióticos sobrantes de tratamientos previos o compartir los antibióticos sobrantes con otras personas”, alega Oteo.
En este sentido, la puesta en marcha de los
Programas de Optimización del uso de Antimicrobianos (PROA), que funcionan a través de
equipos multidisciplinares de profesionales sanitarios tanto en los hospitales como en atención primaria, tienen como principal objetivo fomentar la utilización eficiente de los antimicrobianos, mejorando los resultados clínicos y minimizando los efectos secundarios de los tratamientos antibióticos, incluido el desarrollo de la resistencia frente a ellos.
Además, en los últimos años, han aumentado las
medidas de cribado dirigidas a la
detección temprana de portadores (personas que tienen la bacteria en su cuerpo pero sin producir la enfermedad), lo que facilita la implementación precoz de medidas de control de la infección.
Medicina Interna, clave en el abordaje de las enfermedades infecciosas
En España existe en los últimos años una controversia en torno a la
creación de una nueva especialización médica referente a las
enfermedades infecciosas. La SEMI, junto con otras sociedades científicas, se ha posicionado en contra de esta nueva especialidad aunque sí se muestran favorables a reconocer la formación específica con la que cuentan estos profesionales.
Ello se basa en la realidad asistencial actual de nuestro país, en la que la gran mayoría de los
ingresos por enfermedades infecciosas de gran incidencia, como la neumonía o las infecciones del tracto urinario, se producen en los Servicios de Medicina Interna. “En España la inmensa mayoría de las
neumonías son atendidas por médicos no especialistas en Enfermedades Infecciosas, pese a lo cual nuestro país tiene una de las tasas más bajas de mortalidad por esta infección de la Unión Europea”, declara Víctor González.
España cuenta con las Áreas de Capacitación Específica, que permite la formación en enfermedades infecciosas
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Además, asegura el experto, “en España contamos con un instrumento legal, las
Áreas de Capacitación Específica (ACE), que permiten la formación en enfermedades infecciosas y el
reconocimiento de los profesionales ya formados sin incurrir en los grandes gastos e inconvenientes que supondría la creación de una nueva especialidad”.
Es más, si tenemos en cuenta
cómo se aborda la especialidad en otros países, “en nuestro país la formación vía MIR tiene un carácter finalista para ejercer una única especialidad, mientras que en muchos países europeos suele tratarse de una subespecialización una vez obtenida una formación generalista troncal que en el caso de Enfermedades Infecciosas suele ser en Medicina Interna”, concluye el doctor.
Además, el Grupo de Enfermedades Infecciosas de la SEMI cuenta con una actividad importante en este sentido, participando en consensos con otras sociedades científicas y organizando
reuniones y actividades formativas en las que tienen cabida profesionales destacados con criterios diferentes, como la mesa redonda 'Abordaje integral de la infección en el paciente frágil', que tiene lugar en el marco del congreso y en la que participan tanto expertos internistas como profesionales de los Servicios de Enfermedades Infecciosas.
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