Eduardo Ortega Socorro / Imagen: Pablo Eguizábal. Madrid
Javier de Echevarría, director de Innovación de Labco.
Javier de Echevarría, director de Innovación de Labco, apuesta por concienciar a clínicos y pacientes de la importancia del diagnóstico en la actividad asistencial, aunque reconoce que el sistema sanitario español no tiene conciencia o vocación de medicina preventiva. Pero va más allá y asume que es imposible que la Administración sea capaz de asumir el coste que supone.
Por otro lado, De Echevarría, en su visita al plató de Sanitaria 2000, advierte del déficit que sufre España en materia de genetistas, aunque reconoce que se están comenzando a dar pasos positivos en materia de medicina personalizada, con una mayor concienciación en los presupuestos respecto al gasto en diagnóstico.
¿Puede contarnos qué significa el Test Harmony para la compañía?
El Test Harmony supone un avance considerable en diagnóstico prenatal a nivel mundial. Nos permite decir a las gestantes si el feto que llevan dentro puede sufrir alguna anomalía cromosómica con un margen de error más corto. Entre las más comunes están las trisomías, el síndrome de Down, de Patau o de Duane. Y todo ello sin poner en riesgo en cualquier momento la vida del bebé o de la madre.
Supone un cambio radical respecto a la situación actual, en la que las mujeres se someten a un screening combinado en el primer trimestre, el triple screening, que no deja de ser un indicador de riesgo y que tiene una fiabilidad menor, con una tasa de falsos positivos del 5 por ciento y una tasa de detección de hasta el 92 por ciento. Mediante Harmony el porcentaje de detección va a ser del 99’9 por ciento y además de una manera tremendamente segura.
De Echevarría opina sobre el uso que el SNS español hace de los test diagnósticos de nueva generación.
¿Cuál es el perfil de la compañía?
Labco es hoy por hoy la mayor compañía de servicios de diagnóstico y análisis clínicos de Europa. Estamos presentes en siete países del viejo continente y también en Latinoamérica y en otros mercados como el norte de África y Oriente Medio.
Ocupamos una posición de liderazgo en España, Portugal, Francia… También estamos presentes en Reino Unido, Bélgica e Italia. Nuestro objetivo es ser capaces de dar servicio a lo que es toda la cadena de valor de diagnóstico y análisis clínicos. Desde la parte más rutinaria y básica, que realmente muchos laboratorios son capaces de hacer pero a través de plataformas tecnológicas o cadenas de producción muy avanzadas en tiempos muy rápidos y con optimización de costes, hasta llegar a pruebas de referencia o análisis especiales. Es decir, pruebas que ya necesitan o volúmenes especiales o equipos especiales y que por tanto no cualquiera puede hacer.
En este ámbito tenemos una división que se llama Labco Knows, que se dedica a análisis especiales de referencia, qué básicamente da servicio a otros laboratorios, bien de grandes centros hospitalarios públicos y privados y sobre todo a otros laboratorios. De esta manera, conseguimos aglutinar la capacidad de producción y el volumen de muchos laboratorios.
También somos capaces de dar soporte a la industria farmacéutica, desde análisis de farmacogenética hasta estudios farmacoeconómicos. Trabajamos además en ámbitos especializados, como el de los bancos de cordón umbilical, la anatomía patológica… Precisamente en este aspecto, somos el mayor proveedor de Europa y damos servicio a más de 100 hospitales en España.
También estamos en el Reino Unido, donde hace dos semanas ganamos el mayor concurso público convocado en la historia del país para laboratorios clínicos, mediante el que vamos a dar servicio a un conjunto importante de hospitales británicos públicos, que se suma al Trust del Downtown y al servicio que ya prestamos a millones de pacientes a través del National Health Service inglés.
Parece que el sistema inglés dota de cierta importancia a la prevención en salud. ¿Qué opinas de esta cuestión, trasladándola al SNS?
El área de diagnóstico está avanzando a pasos agigantados. La introducción de nuevas técnicas de genética está revolucionando el panorama. Hablamos de nuevas tecnologías como la secuenciación de nueva generación, que nos permite tener dianas terapéuticas más precisas y eficientes y que el sistema público no es capaz de absorber a la velocidad que nos gustaría.
Es importante que el paciente entienda que cada vez más, si quiere tener acceso a las últimas tecnologías de medicina preventiva personalizada, va a tener que realizar un esfuerzo económico. El compromiso de Labco es que tan pronto como podemos, y en la medida que es posible con la amortización tecnológica, reducimos los precios, para que todo esto sea accesible a un número cada vez mayor de pacientes.
El director de Innovación de Labco advierte de la falta de genetistas que hay en España.
En el caso del medicamento, sabemos que si las innovaciones no se incorporan tan rápido como nos gustaría es por la crisis financiera. ¿En el caso de estos análisis y diagnósticos es por ella o por una cuestión estructural?
El propio sistema español está enfocado a dar un servicio de la máxima calidad, pero en el tratamiento de patologías. Se está haciendo un esfuerzo muy importante en prevención, sobre todo en el área de cáncer, con programas pioneros en cáncer de mama o colorrectal. También se están viendo avances en patologías específicas como diabetes o cardiopatías. Pero el sistema público español no tiene una conciencia o vocación de medicina preventiva personalizada.
Hoy por hoy tenemos un catálogo que supera las 7.000 pruebas de genética. Somos capaces de ofrecerle a cada paciente lo que necesita en el momento que lo necesita para prevenir determinadas patologías, como por ejemplo, en cáncer colorrectal. En este sentido, la población española no entiende su importancia, en línea con la población europea. Solo el 14 por ciento de los europeos mayores de 50 años se somete a una colonoscopia, que es el mejor método de detección precoz de cáncer colorrectal. Para este 86 por ciento restante que no se hace la colonoscopia ya sea por miedo, incomodidad o dejadez, le ofrecemos un procedimiento que mediante un análisis de sangre le permite conocer el riesgo de cáncer de colon que puede tener.
Intentar que el sistema público sea capaz de soportar el coste de esta prueba, que se llama Septina 9, es absolutamente insostenible, porque además tendrían que hacerlo en otras áreas, como el cáncer de pulmón o el de mama. Es imposible que el sistema sea capaz de asumir todo esto.
Lo estamos viendo en otra área interesante, que es la de la detección de riesgos genéticos hereditarios de cáncer de mama, una prueba que gracias a Angelina Jolie se ha convertido en muy mediática en los últimos meses. Son técnicas caras y muy complejas, que el sistema de salud en determinados casos y bajo ciertos protocolos está comenzando a ofrecer a algunos pacientes, pero hay una inmensa mayoría que, si quiere asomarse a estas tecnologías bajo la recomendación de un médico que le guíe, tendrá que pagarla si quiere acceder a ellas.
¿Son estos productos coste-efectivos bajo el prisma actual de la Administración?
Todo depende cómo se mida este criterio de coste-efectividad. Para nosotros no hay nada que tenga mayor coste para la sociedad que la pérdida de una vida, y entendemos que la población médica. En este sentido, todo lo que consigamos avanzar en incorporar métodos que nos permitan hacer una medicina mucho más preventiva y personalizada nos va a permitir ahorrar en vidas humanas.
Es cierto que algunas técnicas específicas, si las comparamos con algunos métodos actuales desde un punto de vista directo en costes, no son tan coste-efectivas, pero sí desde un punto de vista global y sistémico. De hecho, su introducción cada vez está siendo más analizada y estudiada por los sistemas públicos y las aseguradoras privadas.
Es importante el manejo de la información. El papel de los genetistas es cada vez más relevante. Hoy por hoy, desde un punto de vista de diagnóstico, somos capaces de manejar un volumen de información respecto a cada paciente absolutamente salvaje. El manejo adecuado de esta información es clave para que podamos hacer un sistema viable. Se habla últimamente mucho de la secuenciación del genoma o del exoma, pero no podemos empezar a hacer estas pruebas a toda la población y en base a eso empezar a contarle a los pacientes que tienen un riesgo muy elevado de algo. Ese riesgo muy elevado tiene que estar manejado siempre por un profesional que va a ser capaz de identificar la información relevante para cada paciente y sobre todo cual es su historia clínica y familiar. Y por tanto, hacer un uso adecuado.
El Test Harmony es un caso clarísimo de este proceso en el que algunos se están metiendo, para mí, sin mucho criterio. Estos test nos permiten la detección de otras condiciones cromosómicas, como microlesiones.
De Echevarría considera que España está dando los pasos adecuados en dirección de la medicina personalizada, pero todavía queda un trecho para hacerla efectiva.
¿En términos generales están los profesionales preparados para manejar esta información?
En ese sentido hay una clara falta de genetistas en España. Labco tiene una amplia red de genetistas liderada por profesionales que son referencia en el sector. De hecho, es un servicio que ponemos a disposición de nuestros clientes el ser capaces de acompañar estos diagnósticos que hacemos de un consejo genético por profesionales que se dedican todo el día esto.
Esta es la parte que tenemos que conseguir que tanto el paciente como el médico entiendan. El médico tiene que entender que más no siempre es mejor. Por ejemplo, detectar más condiciones o anomalías cromosómicas conlleva el que haya un aumento importante de la tasa de falsos positivos y, por tanto, una caída de la fiabilidad del test. O somos capaces de transmitir esto o el ginecólogo o especialista correspondiente no va a ser capaz de ayudar como debe a su paciente.
Para nosotros es clave acompañar todos estos diagnósticos del consejo y la formación por parte de nuestros genetistas y profesionales.
Hace un tiempo tuvimos en este mismo plató a Jaime del Barrio abordando estas cuestiones. Hablaba del problema de los datos, tanto a la hora de recogerlos como a la de evaluarlos. ¿Cree que si en España hubiera una cultura de manejar datos se dotaría de más valor a los productos de diagnóstico genético y la información que proporcionan?
Por supuesto. Ahora mismo la clave se centra más en el análisis bioinformático de los datos que somos capaces de manejar que en la propio desarrollo tecnológico. Cada día trabajamos más cerca de bioinformáticos.
Solo en España y Portugal nuestro departamento de Genética lo forma un equipo de más de 130 personas, en el que por supuesto hay un grupo importante de bioinformáticos que nos dan soporte en este manejo de datos que tenemos que hacer, sobre todo para ser capaces de saber cómo evolucionan las dolencias y cómo dar respuesta a los médicos que se enfrentan diariamente a sus pacientes.
El director de Innovación de Labco indica que la clave está en convencer a los gestores de que el diagnóstico no es un gasto, sino una inversión en materia sanitaria.
¿Cree que España está preparada para dar el paso hacia la medicina personalizada y preventiva?
Bueno… España está empezando a avanzar en ese camino. Disfruta y ha presumido durante muchísimo tiempo de un sistema de salud envidiado a nivel mundial. Realmente estamos empezando a entender que no nos podemos quedar atrás y que si queremos seguir siendo referencia tenemos que avanzar en el camino de la innovación tecnológica y de apostar por una nueva forma de entender el diagnóstico.
A mí hay un dato que me llama mucho la atención: El coste de los servicios de diagnóstico representa entre el 13-14 por ciento del gasto sanitario total. Sin embargo, intervienen en más del 80 por ciento de las decisiones médicas. Una parte del gasto médico relativamente pequeña, como es la parte de diagnóstico o la detección del problema o indicación terapéutica más apropiada, va a participar o estar implicada en la decisión que se tome en el 80 por ciento de los casos por parte de un clínico.
Por tanto, intentar meternos en un proceso de reducción constante de ese 14 por ciento… No podemos caer en esa tentación. Estamos empezando a ver que hay una cierta concienciación, menor de lo que nos gustaría, hacia invertir cada vez más diagnóstico, por el papel determinante que tienen en cualquier decisión clínica.
¿Considera que el diagnóstico está infravalorado?
El reto importante está en que el gestor entienda que esto no es un gasto, sino una inversión necesaria, de futuro. Y que cuanto más seamos capaces de invertir en diagnóstico avanzado y personalizado, más vamos a conseguir ahorrar en lo que es la fase terapéutica de la medicina.
¿Cuál es la estrategia de LabCo en este contexto, en el que además el mercado se está concentrando cada vez más?
En esta fase, hemos hecho una apuesta muy clara por la calidad y la innovación. Entendemos que hemos de aportarle al clínico algo diferente y ser capaces de invertir y poner encima de la mesa nuevas tecnologías que le apoyen en el día a día. Herramientas que no buscan sustituir su trabajo, sino hacer un papel en la sombra ayudándole a manejar a cada paciente.
Desde este sentido, ser capaces de apostar por investigación, incorporar en los mercados en los que trabajamos nuevas tecnologías procedentes de otros, e incluso mejorar internamente muchos de los procesos y diagnósticos que hacemos. Debemos poder combinar a diferentes profesionales del diagnóstico, como por ejemplo genética y anatomía patológica. Labco está ofreciendo un diagnóstico que suma el input de los patólogos y el de los genetistas. Esto puesto en manos del clínico tiene un valor tremendamente importante.
¿En qué ámbito centra sus esfuerzos?
Hoy por hoy, Labco tiene una parte importante de su negocio español centrada en el sistema privado, sobretodo en aseguradoras, aunque también en pacientes directos. No ocurre así a nivel europeo. En Reino Unido, prácticamente todo nuestro negocio es dar servicio a los hospitales públicos y al sistema público inglés.
Lo que intentamos es adaptarnos a las necesidades específicas de cada mercado. Cada uno es independiente, donde entramos con un enfoque completamente local, pero aprovechando también la experiencia acumulada de todos lo demás.
Javier de Echevarría y Eduardo Ortega, periodista de Redacción Médica, durante la entrevista.
¿Qué productos hay en el futuro de la compañía?
Estos días estamos lanzando un test de diagnóstico preconcepcional, tremendamente interesante. Se llama Recombine y nos va a permitir decir a las parejas que quieren tener un hijo si son portadores de mutaciones relacionadas con aproximadamente 1.500 genes, que se identifican por estar ligadas a determinadas enfermedades. Si ambos miembros de la pareja son portadores de la misma mutación, existe un riesgo importante no ya de que transmitan a su hijo esa mutación, sino de que desarrolle esta enfermedad.
Gracias a este producto podemos asesorar a los padres e indicarles los pasos a seguir, si efectivamente existe un riesgo del 25 o el 50 por ciento de que desarrolle esta enfermedad.
Tenemos más de 7.000 test genéticos en cartera. Está el Septina 9, para cáncer colorrectal. Trabajamos también en un test para predecir la preeclampsia, que es el problema más común en las gestantes. Hoy por hoy y mediante el seguimiento clínico los profesionales solo son capaces de prever entre el 25 y el 40 por ciento de los casos. Nuestro test introduce un nuevo algoritmo que aumenta la tasa de detección hasta el 98 por ciento.
Todo lo que ponemos encima de la mesa es la capacidad de ofrecerle al clínico la posibilidad de entender mejor al paciente.
¿Desarrollan test diagnósticos para el empleo de determinados fármacos en colaboración con la industria del medicamento?
Sí. Tenemos en el mercado varios test de farmacogenética, que nos van a permitir en áreas como la oncología y la neuropsiquiatría cuál es el fármaco más eficiente y menos perjudicial. Este es el auténtico objetivo, ser capaces de identificar cuál va a ser el tratamiento al que el paciente va reaccionar mejor y que menos efectos secundarios va a producir. El reto es ser capaces de que tanto clínicos como pacientes confíen cada vez más en estas nuevas tecnologías genéticas, y por tanto incorporarlas de manera sistemática y frecuente en práctica clínica diaria.
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