Verónica Olmo, coordinadora del Grupo de Salud Mental de Semergen.
La última edición del Congreso
Semergen, celebrada en Valencia el pasado mes de octubre, ha servido de marco de presentación de la
nueva Guía Clínica de Depresión, elaborada por la citada Sociedad de Médicos de Atención Primaria, un manual de referencia para profesionales sanitarios de este primer nivel asistencial. Verónica Olmo, coordinadora del Grupo de Salud Mental de Semergen, médico de familia en el
Centro de Salud de Torreblanca de Sevilla, y una de las autoras de la Guía, profundiza en la necesidad de esta herramienta y el papel clave de
Atención Primaria en el diagnóstico y manejo de la
depresión.
¿Por qué es necesaria una Guía Clínica de Depresión para los médicos de Atención Primaria?
Porque, como para en todo en medicina, debemos llevar una línea de actuación dirigida a optimizar la atención a nuestros pacientes, basada en la evidencia científica, valorando los riesgos y los beneficios de las diferentes alternativas terapéuticas.
¿Qué aspectos del abordaje terapéutico de la enfermedad suelen presentar mayor dificultad para los profesionales de este nivel asistencial?
La dificultad inicial en las consultas de Atención Primaria (AP) es la falta de tiempo para abordar los problemas de Salud Mental, en general, y los trastornos afectivos y de ansiedad, en particular. Se precisa de tiempo para una escucha activa y empática, que es el primer paso no sólo diagnóstico sino también terapéutico; de un espacio apropiado, en el que se garantice la confidencialidad; y de la ausencia de interrupciones, que permitan establecer una adecuada relación terapéutica desde el inicio.
Un aspecto importante en el abordaje de la depresión es, también, la falta de opciones para realizar psicoterapia, recurso más que necesario y avalado científicamente para mejorar la respuesta al tratamiento y reducir el riesgo de recurrencias.
¿Qué papel desempeña la Atención Primaria en el diagnóstico precoz de la depresión?
El más importante de todos. Somos puerta de entrada al sistema sanitario, a través de diferentes puntos: urgencias, enfermería, trabajadores sociales, enfermeras de enlace… Tenemos la obligación de detectar de forma precoz estos trastornos para iniciar un tratamiento también precoz que nos va a permitir, por un lado, mejorar la respuesta terapéutica y aumentar las probabilidades de remisión completa. Por otro, reducir la posibilidad de recurrencias y recaídas y, por tanto, la cronificación de la enfermedad y sus posibles consecuencias. Y, por último, disminuir la discapacidad y mejorar la calidad de vida de la persona.
Por otra parte, nuestra actuación transversal y nuestro punto de vista biopsicosocial permite una posición excepcional para el abordaje y seguimiento de dichos trastornos.
¿Hasta qué punto está implantado en España el abordaje compartido de esta enfermedad entre Atención Primaria y Especializada?
Los criterios de derivación a Salud Mental son claros y quedan reflejados en nuestra Guía. No obstante, seguimos sintiendo la falta de ese brazo terapéutico que es la psicoterapia, tanto en AP como en Salud Mental.
El tratamiento de la depresión es protagonista indiscutible de esta nueva Guía. Con la vista puesta en la recuperación funcional como actual objetivo terapéutico, ¿qué relevancia cobran los síntomas residuales de la depresión en la consulta de medicina de familia?
El objetivo actual del tratamiento no se basa únicamente en la reducción o la remisión de los síntomas, sino en la recuperación funcional del paciente, es decir, que el paciente vuelva a ser la misma persona que era antes del episodio depresivo, tanto a nivel de autonomía como de funciones cognitivas.
Más de un 80 % de personas con depresión presentan síntomas que perduran en la fase de remisión y estos constituyen un factor de riesgo para recaídas y recurrencias, así como un aumento de los costes indirectos de la enfermedad, derivados del absentismo laboral, menor productividad y aumento del número de consultas en los servicios sanitarios.
"Se ha demostrado que la empatía del médico, una escucha activa y la construcción de una buena alianza terapéutica con el paciente, no solo mejora las tasas de adherencia, sino los propios resultados del tratamiento"
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Tratamiento farmacológico y psicoterapia son los pilares básicos del abordaje de la depresión. ¿Cuáles son los criterios que deben guiar la selección del fármaco antidepresivo?
El tratamiento farmacológico debe iniciarse en episodios moderados o graves, siempre debe ser individualizado y deben tenerse en cuenta una serie de circunstancias a la hora de prescribir un antidepresivo como son: edad y sexo, preferencias del paciente, existencia de episodios previos, ideación suicida, cirsunstancias predisponentes, precipitantes o perpetuadoras del episodio. También el soporte familiar y social, hábitos de vida, rasgos de personalidad premórbidos, presencia de comorbilidades psiquiátricas y médicas, así como polifarmacia, atendiendo a la máxima eficacia y seguridad.
La falta de adherencia al tratamiento sigue siendo un reto. ¿Cómo se puede combatir desde Atención Primaria?
Se ha demostrado que la empatía del médico, una escucha activa y la construcción de una buena alianza terapéutica con el paciente, no solo mejora las tasas de adherencia, sino los propios resultados del tratamiento.
En su opinión, ¿qué queda por hacer para favorecer un mejor abordaje de la depresión desde este primer nivel asistencial?
Es necesaria la formación continuada entre los profesionales de AP, tanto de los médicos como del resto de profesionales que trabajan en este nivel asistencial. Además, debemos mejorar el trabajo multidisciplinar, contando con profesionales como matronas, trabajadores sociales, enfermeras escolares y enfermería general.
Como ya he apuntado anteriormente, necesitamos más tiempo para poder llevar a cabo el correcto abordaje de estos pacientes en Atención Primaria, en las condiciones ya mencionadas. Por otro lado, la falta de psicólogos que puedan complementar la terapia farmacológica es fundamental para conseguir una disminución de las recidivas y recurrencias de una enfermedad que genera tanta discapacidad y sufrimiento, no sólo al paciente, sino a todo su entorno, ya sea familiar, laboral o social.
La psicoeducación de la población también es muy importante y una labor de todos en general, empezando por las propias Administraciones y los profesionales de AP en particular. Esa es la llamada actividad comunitaria, que aparece en nuestro título de especialista en “Medicina Familiar y Comunitaria” y que en tan pocas ocasiones podemos llevar a cabo como trabajo de prevención, ante la falta de recursos.
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