Ferran Nadeu y Elías Campo, coordinadores del estudio en Nature Medicine.
Una investigación realizada por el
Idibaps-Clínic Barcelona-UB llega a la conclusión de que las
células cancerosas que generan la
recaída tras los
tratamientos y que generan formas más letales de la
leucemia más común se encuentran presentes incluso
años antes del surgimiento de las primeras
complicaciones. Por otra parte, se ha comprobado que, si se trata a las
células transformadas con un
fármaco que bloquea su metabolismo, se logra reducir notablemente su
crecimiento, por lo que se abre la puerta a testarlo frente la
leucemia linfática crónica.
El estudio, publicado en la revista
Nature Medicine, demuestra que las células que provocan la recaída después del tratamiento y que darán lugar a
la transformación de la leucemia en un tumor muy agresivo ya se pueden
detectar en una cantidad diminuta al
inicio de la enfermedad muchos años antes de que se manifiesten clínicamente estas complicaciones. Los resultados de este trabajo cambian la visión que se tenía de cómo progresa la leucemia, abriendo la puerta a terapias mucho más eficaces.
Hasta ahora se tenía el convencimiento que la
leucemia progresaba porque sus células evolucionaban a lo largo del tiempo y se transformaban en
tumores más agresivos porque adquirían alteraciones en su genoma de forma progresiva que las hacían más resistentes al someterse a un tratamiento. El nuevo trabajo demuestra que algunas de las células de la leucemia ya han adquirido estas alteraciones al inicio de la enfermedad, pero se encuentran en
cantidades muy
pequeñas.
Durante la evolución de la enfermedad, estas
células más malignas irán incrementando y de forma progresiva serán seleccionadas para dar
complicaciones clínicas muchos años después de su inicio. “Es como si la célula madre de la leucemia hubiera engendrado muchísimas
semillas hijas desde el inicio de la enfermedad, cada una de ellas con alteraciones diferentes que les permitirá crecer en el futuro cuando las condiciones le sean más adecuadas”, señala
Elías Campo, director del Idibaps y jefe del grupo de Patología molecular en neoplasias linfoides.
Pruebas diagnósticas para detectar células malignas
Estas observaciones confirman la denominada teoría del “
Big Bang” de la evolución del cáncer que propone que
la célula original maligna rápidamente se multiplica en un gran número de células hijas muy diversas con múltiples alteraciones que dan lugar a complicaciones futuras por un proceso de selección de las más adaptadas. “Esta nueva visión de la enfermedad abre la puerta a desarrollar
pruebas diagnósticas altamente sensibles que nos permitan detectar y tratar estas semillas tan malignas muchos años antes de que puedan crecer de forma descontrolada”, explica Elías Campo.
En el estudio, se identificaron las
alteraciones genómicas que determinan la progresión y, de forma sorprendente, vieron que algunas pocas células en el momento más inicial de la enfermedad ya tenían estas alteraciones. Por otra parte, también se identificaron
alteraciones en el
metabolismo de estas células más agresivas que, afortunadamente, parecen ser una debilidad de estas, un talón de Aquiles que se podría aprovechar para tratar o prevenir estas complicaciones. “Hemos visto que si tratamos las células transformadas con un
fármaco que bloquea este
metabolismo reducimos marcadamente su crecimiento” comenta Ferran Nadeu, coautor del trabajo. Este fármaco ya se está probando en ensayos clínicos en pacientes con otros tipos de leucemias y tumores sólidos y el estudio actual sugiere que también se podría usar en la leucemia linfática crónica.
“Esta investigación ilustra como se produce una transformación agresiva en el contexto de un cáncer indolente, un fenómeno que se podría explorar
más allá de este tipo de leucemia”, apunta Elías Campo. “El estudio demuestra que la secuenciación de ADN y ARN unicelular es una herramienta necesaria para profundizar en la biología del cáncer y que nos ayudará a diagnosticar y a encontrar nuevos tratamientos para hacer frente a la enfermedad”, concluye.
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