El presidente Estévez interpreta los nombramientos de César Pascual, López Iglesias y Ramón Ares como un refrendo a la influencia de la sociedad científica



1 nov. 2015 17:12H
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Ismael Sánchez. San Sebastián
Tres eminentes directivos de la salud, miembros de la Junta Directiva de Sedisa, son hoy más políticos que gestores. Y esto, que podría ser interpretado de varias maneras, le ha servido al presidente Joaquín Estévez para proclamar la notable valía de los miembros de la sociedad científica, que son llamados a altas responsabilidades sanitarias, así como para subrayar la influencia de sus acciones públicas, basada en la profesionalización por bandera y en el rigor como modo habitual de exponer sus planteamientos.

De izquierda a derecha: Joaquín Estévez, presidente de Sedisa; César Pascual, director general de Coordinación de la Asistencia Sanitaria de la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid; Rafael López Iglesias, gerente del Sacyl; y Ramón Ares Rico como director general de Asistencia Sanitaria del Sergas.

Ramón Ares, Rafael López Iglesias y, sobre todo, César Pascual se han dado un merecido baño de multitudes entre los más de 400 asistentes a las VIII Jornadas Nacionales de Sedisa, que han sabido reconocer el valor profesional de los nuevos altos cargos del Sergas, de Sacyl y del Sermas, respectivamente. Pascual, siempre a gusto en los difusos límites de la incorrección política, ha estado esta vez más comedido que otras, pues no en vano su cargo de director general de Coordinación Asistencial tiene rango de viceconsejero. Pero aún así, ha dejado algunas frases suculentas, como que "el Consejo Interterritorial es un organismo patético, donde nadie cumple lo que acuerda", o que la configuración jurídica de Osakidetza, una de las razones del éxito del Servicio Vasco de Salud, "es hoy imposible de plantear", dado el ruido político que hay en torno a la sanidad.

El indudable prestigio del organismo vasco, glosado también por Estévez ("si no es el mejor, está sin duda entre los tres mejores servicios autonómicos del SNS"), ha planeado por el programa de las jornadas, sometido a una difícil disyuntiva, adaptar o transformar, en la que parece haber vencido la última. Sin embargo, como se ha encargado de recordar la flamante nueva gerente de Son Espases, Lola Acón, "llevamos tiempo instalados en un bucle, en el que sabemos el diagnóstico, pero no somos capaces de dar con la tecla para cambiar el sistema".

Algunos parece que no tienen prisa en encontrarla, sencillamente porque no lo quieren cambiar todo. No solo porque hay cosas que funcionan -y Osakidetza vuelve a ser el ejemplo-, sino que, como ha advertido Iñaki Betolaza, director vasco de Farmacia, "me preocupan más los cambios que intentan introducir otros por su cuenta y riesgo, sin consultar a autonomías ni a profesionales", en clara referencia al real decreto sobre prescripción enfermera que acaba de aprobar, rodeado de polémica, el Gobierno del PP.

Con todo, la transformación controlada y sostenida sigue siendo una de las señas de identidad de la sanidad vasca, que está a punto de culminar, a finales de este año, la nueva organización de la autonomía, dividida toda ella en organizaciones sanitarias integradas, las cada vez más populares OSI. Estas nuevas estructuras, como ya está mostrando la de Donostialdea, dirigida por José Manuel Ladrón de Guevara, caminan con paso firme hacia la reforma del sistema clínico tradicional que permita crear equipos mixtos de atención primaria y especializada con potencia asistencial suficiente para cubrir la mayoría de necesidades de la comunidad, dejando el hospital solo para los episodios más complejos.

Lo que César Pascual está comprobando con preocupación que sigue ocurriendo en la Comunidad de Madrid ("clasificamos a los pacientes por especialidad, no por tipología") ya se hace de otro modo en País Vasco, donde han identificado cinco grandes grupos: agudos, crónicos, cáncer, infantil y gestación.

Si hablamos de vanguardia y de audacia para adaptar y transformar, es inevitable citar al Clinic de Barcelona. Su gerente, Josep Maria Pique, ha pasado también por San Sebastián para exponer su experiencia en la creación de alianzas estratégicas, posibles y muy recomendables en el caso ya en práctica del Clinic y el Consorci Hospitalari de Vic, con la gestión común del laboratorio como una prueba irrefutable de ahorro y beneficio a partes prácticamente iguales. Otra cosa son las alianzas entre centros terciarios: "Lograr algo así entre el Clinic y el Vall d'Hebron, pongo por caso, sería para nota", admite Piqué.

El flamante nuevo gerente regional de Salud de Castilla y León, Rafael López Iglesias, ha estrenado cargo hablando de innovación y predicando con el ejemplo: "Tenemos una dirección general específicamente dedicada a esta materia". Gracias a este compromiso de la autoridad sanitaria, seguro que es más fácil sacar adelante proyectos tan interesantes como el de la Unidad del Corazón del Complejo Asistencial de Salamanca, creado gracias al apoyo tecnológico de Medtronic y presentado por su gerente, Cristina Granados.

Y a Ramón Ares no le ha hecho falta intervenir para que los directivos sepan que en Galicia, las tecnologías de la información, más que un problema, están siendo un elemento facilitador de los muchos cambios que está implementando el Sergas, gracias al trabajo discreto pero brillante de la Subdirección de Innovación Organizativa, liderada por Julio García Comesaña.

Las Jornadas Nacionales de Sedisa, consolidadas y convertidas ya casi en un mini Congreso Nacional de Hospitales, se celebrarán en Salamanca en 2016. Para entonces es posible que ya casi nadie tenga dudas de que más que adaptar, lo que toca es transformar de una vez nuestro SNS.

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