Los ingenieros desempeñan un papel fundamental para su diseño y control



26 oct. 2014 12:21H
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Javier Barbado / Imagen: Miguel Fernández de Vega. Madrid
El hospital terciario tradicional y moderno no se limita a atender a los enfermos. Tras sus grandes y a menudo extensos pasillos y plantas esconde instalaciones similares a las de cualquier empresa provisora de servicios como, por ejemplo, Mercadona, Leche Pascual, Amazon o El Corte Inglés. Solo que, en este caso, las prestaciones son sanitarias y la seguridad del paciente no admite devoluciones del producto.

 Isabel Navarro, jefa del Servicio de Hosteleria; Maite Montero, jefa del Servicio de Suministros; y Jaime Fernández, técnico.


Por eso, los ingenieros superiores y técnicos adquieren aquí especial relevancia. Sus conocimientos de electromecánica y de informática confluyen para diseñar la estrategia del hospital para almacenar y distribuir la totalidad de sus materiales entre el personal sanitario. Publicación de Ingeniería Sanitaria ha visitado las instalaciones del 12 de Octubre de Madrid, pionero en el uso de los carruseles robotizados para la dotación de lencería a los profesionales, entre otros avances reseñables. 

Son las diez de la mañana en este gran centro hospitalario de la capital. Un camión repleto de productos sanitarios de uso común en Cirugía y Medicina aparca frente a los sótanos del edificio de maternidad, donde se localiza el almacén general que da entrada a los pedidos organizados desde la sección de compras que dirige Maite Montero, jefe del Servicio de Suministros. Los mozos de carga verifican con personal del hospital el material entregado. Acto seguido, este último introduce los datos en el sistema informático del hospital que se conecta, a su vez, con los tres carruseles robotizados del almacén. El mandato de alguno de los servicios del centro será satisfecho un día específico de la semana, pero en todo caso el pedido ya ha llegado y se tardará muy poco en guardarlo y clasificarlo para tenerlo bajo control en todo momento.

Raquel Heras Fernández, supervisora de Quirófano en la Residencia General del hospital, devuelve un pijama usado
(se separa la chaqueta del pantalón para que el trabajador revise si lleva objetos en el bolsillo).

Los carruseles (una especie de tiovivo con puerta de entrada blindado por vallas) utilizan un sistema de ordenación caótica de los productos, lo que quiere decir que, ante la llegada de una entrega, seleccionan de forma automática y programada por medio de complejos logaritmos matemáticos el sitio específico –un cajón dentro de un estante– en el que será más eficiente ubicarlo conforme al espacio disponible (el nombre se debe a que no existe un orden aparente en la selección). Como los estantes giran hasta que la máquina detecta el nicho que debe alojar el producto, lo cierto es que se parecen a las atracciones de feria que tanto gustan a los niños y que les da su nombre a estos aparatos de sobra conocidos entre los ingenieros industriales.

No en vano, existe entre éstos una acalorada controversia sobre cuál sería el carrusel ideal para una organización hospitalaria que, a grandes rasgos, se resume en la posibilidad de centralizar su ubicación en un solo almacén o bien en diseminar su presencia por todo el centro extendiendo sus aplicaciones a objetos como las prendas de los profesionales, tal como se ha hecho de forma pionera en el 12 de Octubre.

Las prendas devueltas pasan a un palé para su transporte fuera del hospital a la zona de lavado. El camión las trae de vuelta limpias (por lo general, hace entre dos y tres rutas de ida y vuelta al lavadero diarias).

Todo el personal del hospital –sanitarios, administrativos, celadores…– escoge de hecho, nada más comenzar su jornada, la bata, camiseta y pantalón de su talla con solo deslizar su tarjeta de identificación por el sensor de alguno de los carruseles localizados en la residencia general (hay dos), en el edificio de consultas externas o en el Materno-Infantil, según ha explicado a este periódico Isabel Navarro, jefa del Servicio de Hostelería.

Para la zona de operaciones, por ejemplo, se conceden tres “créditos” al profesional, lo que quiere decir que puede extraer un pijama (verde en este caso) hasta en tres ocasiones y devolverlo siempre en otra máquina destinada al efecto. En esta última la prenda se redirige a unos canastos para su lavado, que se hace fuera del hospital.

En el caso de la lencería –precisa– trabajan alrededor de 25 personas en horarios de mañana y de tarde entre costureras, planchadoras y lavanderas. Las máquinas dispensadoras de pijamas –como se las denomina en el argot de la plantilla y que también funcionan con carruseles– comenzaron su andadura en el hospital en la zona quirúrgica, y, con el paso del tiempo, su excelente resultado llamó la atención de los ingenieros y demás trabajadores, lo cual dio pie a que se generalizara su uso en el centro.

La gran utilidad de los carruseles en los centros sanitarios

Para el subdirector de Gestión Técnica del hospital, el ingeniero Luis Mosquera, los edificios de asistencia sanitaria se adaptan como ningún otro a las ventajas que ofrecen los carruseles, y por eso su uso en ellos “viene de largo” si bien se ha llevado a cabo “de forma fehaciente” en los últimos años en España.

Estos recursos robotizados permiten ahorrar, por ejemplo, en número de trabajadores contratados, pues uno solo se muestra capaz de facilitar a un operario la preparación simultánea de hasta media docena de pedidos. De la forma tradicional, cada técnico debe clasificar cada pedido de uno en uno. En el caso del 12 de Octubre, los productos que, por su tamaño o características, no tiene sentido procesar en los carruseles, se almacenan de esta manera por los trabajadores con la ayuda, eso sí, de tabletas que agilizan la lectura del código de barras de cada objeto y la información de dónde debe colocarse (o sea, lo que el carrusel hace por sí solo lo hace en este caso una persona con la ayuda del lector y de la información de un dispositivo portátil), ha explicado Montero.

 El profesional desliza su tarjeta identificativa en el sensor de color negro, selecciona la prenda que necesita y la recoge.

En cuanto a las compras –que ella misma gestiona– se encargan a partir de los stocks de producción apercibidos por los carruseles (otra de sus utilidades), de modo que, cuando resulta necesario, se ordena una reposición desde el centro. Por lo tanto, existen dos clases básicas de peticiones de suministro: la detectada por variaciones del producto disponible, y las que emprenden a demanda los servicios médicos y quirúrgicos cada día de la semana.

Si volvemos a la rutina del almacén general de este complejo madrileño, averiguamos que sus quince trabajadores se reparten en tres turnos y que, una vez pasada la recepción y carga matinales, por la tarde se ocupan de preparar los pedidos que en la madrugada siguiente entregarán a cada servicio hospitalario.

Desde que se utilizan los carruseles, se han minimizado los errores, aumentado la eficiencia y la velocidad en el reparto, por lo que, según confirma Mosquera, está prevista la instalación de otros nuevos en la Farmacia del hospital.

Dos tipos básicos de máquinas, cada uno con sus ventajas

Mosquera, quien también ejerce como presidente de la Asociación Española de Ingeniería Hospitalaria (AEIH) aclara que, por lo general, los carruseles se dividen en dos clases: horizontales, en los que predomina el uso de la superficie y que suelen utilizarse para los grandes almacenes, y los verticales, que se adaptan mejor a servicios como el farmacéutico, ocupan menos espacio y soportan mejor mercancías delicadas o con necesidades específicas como la refrigeración.

En el caso del 12 de Octubre de Madrid, existen tres usos prácticos de la ingeniería de estas características, según lo narrado, situadas en el almacén general (carruseles horizontales); área de Farmacia (pendiente de instalar más el año que viene y verticales en su mayoría); quirófanos y lencería, y una cuarta aplicación de uso habitual en centros sanitarios: los robots de transporte o vehículos autodirigidos para trasladar y servir material (por ejemplo, comidas) dentro del propio recinto.

 Vista de los tres carruseles con sendas puertas y ordenadores en el almacén general (edificio Materno-Infantil).


 La responsable de Suministros muestra una caja con el pedido colocado de forma automática por el carrusel.


 Algunos productos, por su tamaño o caracterísicas, se almacenan fuera de los carruseles.


 Un operario observa el registro en el carrusel del pedido que acaba de llegar para ser almacenado.


 Las tabletas facilitan la identificación y ubicacion manuales de los materiales que se guardan fuera del carrusel.


 El almacén general recibe todos los productos de los que se nutren los servicios asistenciales.

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