Los MIR se convirtieron en sustento de un SNS acosado por la pandemia.
Hace cinco años, España se cerraba. El virus
Covid-19 ponía en jaque al país, sometido a un ritmo vertiginoso de contagios y fallecidos. La única solución era limitar el contacto social, por lo que el Gobierno decretó el confinamiento de la población. Las calles se vaciaron de vida y pocos eran los pasos que resonaban en los adoquines, más allá de las rutas fijadas hacia el supermercado o la oficina de
Farmacia. De los pocos que mantuvieron su camino prepandemia fueron los sanitarios. Todos ellos
se enfrentaron al coronavirus en primera línea de batalla, la del Sistema Nacional de Salud (SNS). Médicos, enfermeras, farmacéuticos, TCAE y el resto de profesiones del ámbito de sanidad hicieron de escudo contra el avance del virus Una barrera en la que
no hay que olvidar a los residentes.
A
Álvaro Alejandre la declaración del Estado de Alarma le pilló en una rotación de
Enfermedades Infecciosas en el Hospital Universitario Virgen de La Macarena (Sevilla). Era una de las últimas para la conclusión de su
MIR en
Medicina Interna, que realizaba en el madrileño
Hospital General Universitario Gregorio Marañón. "Recuerdo que me llamó mi jefe y me pidió que volviese para Madrid", ha revelado el facultativo a Redacción Médica. No se imaginaba lo que iba a encontrar.
"Aquello fue la guerra", ha rememorado. El servicio de Urgencias estaba colapsado. Los pasillos repletos de camas. El hospital se encontraba desbordado por la incidencia desbocada, lo que hacía que el número de pacientes por sanitario se multiplicase. Un panorama que también afectó a los residentes.
"Tuve que asumir mucha más responsabilidades que las que me correspondían en aquel momento", ha explicado el ue fuera R4 a principios de 2020.
Alejandre: "Los MIR fuimos el sustento del SNS."
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De MIR a coordinador
El residente se encargó de
la coordinación de unas plantas que se habilitaron en el centro para la asistencia de pacientes covid. Una unidad que llegó a encabezar él solo, debido a las bajas de sus compañeros. "Al final de la primera ola y durante la segunda, yo era el único internista del área. El resto de profesionales no estaban acostumbrados a tratar infecciones", ha comentado Alejandre. Además, asumió la atención autónoma de afectados que en circunstancias normales hubiera recaído en colegas en el quinto año de Medicina Interna.
Los
MIR se convirtieron en salvaguarda de la infraestructura sanitaria española durante los momentos más cruentos de la pandemia. Dejaron atrás el proceso formativo para
transformarse en iguales del resto de la plantilla facultativa de Atención Hospitalaria y Atención Primaria, agotada y afectada por los efectos de la enfermedad. "En cierta manera, fuimos el sustento del SNS", ha asegurado el internista, actualmente en el Hospital de Manises (Valencia).
Trabajo en equipo y aprendizaje
Rubén Blanco estaba en su primer año de residencia en el centro de salud de San José (Salamanca) cuando comenzó la
pandemia. El especialista en Medicina Familiar y Comunitaria salía de una guardia cuando recibió la noticia del confinamiento. "Venía justo de pasar una jornada con varias muertes por covid y no pude procesarla bien", ha comentado a este diario el actual facultativo del centro de salud de Béjar (Salamanca). "Pero al día siguiente ver la situación postapocalíptica que se dio fue algo impresionante", ha añadido.
Como para el resto de sanitarios, el escenario fue tremendamente duro. El médico perdió rotaciones, pero cree que le servió para aprender y, sobre todo, para
acabar con las confrontaciones. "Fue terrible, pero me quedo en que todo el mundo dejó a un lado las rencillas y trabajamos como un equipo, mejor que en cualquier otro momento", ha explicado.
Aterrizaje forzoso de los R1
Alejandre y Blanco ya tenían bagaje en el SNS, pero hubo una generación que entró en el hospital con el
coronavirus como compañero.
Marina,
MIR de Cardiología en su quinto y último año de residencia, ha rememorado con emoción y crudeza cómo vivió el inicio de su formación en plena pandemia del covid-19 en 2020. "Recuerdo perfectamente aquel 2020.
Nos incorporamos tarde al hospital, a finales de septiembre, en un escenario de auténtico caos. El sistema estaba desbordado, los profesionales agotados y los recursos al límite. Vivíamos en la incertidumbre constante, sin saber qué nos íbamos a encontrar cada día ni si estaríamos a la altura. Fue un aterrizaje forzoso, sin margen para la adaptación", ha explicado.
Una misma realidad le tocó vivir a
Gadea Braceras. La egresada en Medicina fue víctima del retraso de elección de plaza, lo que hizo que ingresará en Dermatología del Hospital Universitario de Donostia en el noveno mes del año. Eso sí, la joven decidió incorporarse en el SNS un par de meses antes para cooperar como médico general. "No trabajé directamente con pacientes Covid, estuve reforzando un hospital psiquiátrico donde los pacientes ingresados no estaban infectados, pero sufrieron consecuencias del aislamiento", ha explicado a Redacción Médica. "También viví muy de cerca el agotamiento y la desesperación de compañeros y amigos que sí estaban en primera línea. Los médicos estaban exhaustos, desgastados tanto física como emocionalmente, enfrentándose a una situación límite", ha continuado.
Los primeros años de residencia fueron especialmente duros, marcados por la
alta presión asistencial y la falta de estabilidad en la formación. "Aprendimos a marchas forzadas, sin apenas tiempo para asentarnos en nuestra especialidad. Nos exigían tomar decisiones en situaciones críticas, pero, al mismo tiempo, eso nos hizo crecer más rápido como médicos", ha señalado la residente de Cardiología. Braceras ha puntualizado que la rotación en el servicio de Medicina Interna fue especialmente complicada. "Estaba centrada en el seguimiento de pacientes con covid, lo que hizo que
dejáramos en un segundo plano muchas otras patologías. Esto llevó a que ciertos diagnósticos se retrasaran, empeorando el pronóstico de muchos afectados por enfermedades no relacionadas con el virus", ha recordado
Marina: "Tenemos la responsabilidad de ayudar a construir un sistema más fuerte para el futuro."
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Al igual que Alejandre, la joven ha puesto en valor
el papel de los médicos parte del sistema de Formación Sanitaria Especializada (FSE). "Sin nosotros, sin los MIR, las costuras del SNS se habrían roto en los peores momentos. Estábamos en primera línea, con guardias eternas, sosteniendo lo insostenible. No éramos héroes, solo médicos en formación que tuvieron que aprender a base de golpes", ha aseverado la futura cardióloga.
Aprendizaje interiorizado
Formar parte del grupo de médicos que combatió el coronavirus fue doloroso. No obstante, también fue
un aula irrepetible para la mayoría de residentes. "Nos formamos en medio de una crisis sanitaria sin precedentes, y eso ha marcado nuestra manera de ejercer la Medicina. Hemos aprendido más en estos años de lo que quizás aprendieron generaciones anteriores", ha apostillado Marina. Blanco comparte la opinión de la joven. "Creo que el covid en lo estrictamente formativo me ha aportado más de lo que me ha quitado", ha agregado. Además, sirvió para la instauración de nuevas tecnologías en los servicios, como es el caso de la teledermatología en el Hospital Universitario de Donostia. "Nos ayuda a pautar un tratamiento con mayor velocidad y a centrarnos en los casos más graves", ha explicado Braceras.
Por su parte, Alejandre espera que la pandemia no haya servido únicamente para el aprendizaje de los MIR, sino también para el resto de estamentos de la sociedad. "Por ser positivo, yo que se dio valor a la sanidad pública, pero me hubiese gustado que se aprendiese a
valorar más los recursos humanos que los materiales. La respuesta ante este tipo de incidentes no está en el espacio y la construcción de pabellones, sino en las manos", ha compartido.
Blanco: "El covid en lo estrictamente formativo me ha aportado más de lo que me ha quitado"
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El internista espera que el país esté preparado en el caso de tener que afrontar otra situación similar. Braceras es más negativa. "Creo que los aplausos a todos los sanitarios han quedado olvidados. Solo hay que ver las condiciones precarias que todavía tenemos", ha criticado. Marina cree que sí. A las puertas de completar su residencia, la joven mira al futuro con optimismo, pero también con la certeza de que
su promoción tiene un reto importante por delante. "Somos la generación que creció en la crisis, y ahora tenemos la responsabilidad de ayudar a construir un sistema más fuerte para el futuro”, ha sentenciado.
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