Rubén Blanco, en su consulta.
La asignación de las plazas
MIR suele dar resultados parecidos año tras año, especialidades como
Dermatología o
Cirugía Plástica agotan sus plazas a las primeras de cambio, mientras que, en el caso de
Medicina de Familia, la que más ofrece, los cupos no suelen completarse y
el año pasado quedaron hasta 246 sin ocupar. Una
especialidad desprestigiada, a la que la mayoría de los futuros médicos miran con recelo por no formar parte de las modalidades más glamurosas, sus condiciones laborales y salariales modestas, y la alta probabilidad de desempeño en
entornos rurales.
No obstante, siempre hay excepciones que cumplen la regla, estudiantes de
Medicina que, con resultados brillantes en el examen
MIR, decidieron elegir Familia pudiendo haber elegido cualquier otra especialidad con mucha más demanda. El pasado año fue el caso de
Jimena Riesco,
número 17 del MIR que optó por la Atención Primaria y el anterior fue
Nerea Barriuso, decimocuarta mejor nota de la prueba, quien también diera la sorpresa. En este reportaje nos centramos en el caso de
Rubén Blanco, quien en la convocatoria del MIR 2018-2019 consiguió la undécima mejor nota y optó por la
Atención Primaria, convirtiendose así en el mejor MIR de la historia que se decantó por Familia. Actualmente ejerce en el centro de salud de Béjar, Salamanca, su provincia de nacimiento.Tiempo después de su elección
Redacción Médica quiere conocer su historia y si fue o no una decisión correcta.
“Si, Medicina de Familia fue una buena decisión”, asegura rotundamente Rubén quien no obstante reconoce que en su momento hubo gente que le cuestionó su decisión, aunque esto nunca influyó lo más mínimo ya que su familia y allegados eran más que conscientes de que su elección sería esa y de ninguna forma la iba a cambiar por opiniones externas.
“Cada día tienes un reto diferente”
“Decidí entrar en Medicina de Familia porque no me quería restringir a un solo órgano,
me parece mucho más divertida la Medicina general que la más específica, además le tengo
poco cariño al trabajo en hospital por lo que Familia era perfecta para mí”, nos comenta Rubén Blanco, contra todo pronóstico.
"Ahora mismo la Atención Primaria moderna no tiene nada que envidiarle en calidad a la Medicina Hospitalaria"
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Rubén reconoce que
su trabajo puede llegar a ser “angustiante” por momentos, y es que la carga de trabajo es bastante elevada, pero niega que los de su especialidad sean “médicos de segunda”; “ahora mismo
la Atención Primaria moderna no tiene nada que envidiarle en calidad a la Medicina Hospitalaria”.
“Lo que me gusta es que
cada día tienes un reto diferente y que puedes ir mucho más allá de la dimensión estrictamente médica. Puedes manejarte también en temas psicológicos, en temas sociales.
Es una especialidad muy, muy completa y que no es para nada aburrida”, explica entusiasmado el salmantino.
Residente de Familia en plena pandemia
Y como puede deducirse por las fechas, el mayor reto le llegó a Rubén muy pronto; la
pandemia por Covid-19 que azotó al mundo a inicios de 2020 y que cambió por completo su experiencia como residente.
“Fue una
experiencia muy dura, yo
fui residente de primer año durante la pandemia, en mi centro de salud seis de los ocho compañeros estaban de baja por haberse contagiado. A los de Atención Primaria nos acusaron de no estar operativos en ese momento
¿Cómo se contagiaron mis compañeros entonces?”, recuerda Rubén.
Durante esos meses al joven residente le tocó asumir situaciones que en ningún caso le hubieran tocado en circunstancias normales, realizando labores más de médico adjunto, firmando recetas o pasando consultas y, aunque reconoce que
perdieron nociones de aprendizaje básico, lo compensaron con el ‘callo’ ganado en esos momentos.
“Nosotros desde el punto de vista egoísta y en lo relativo a formación
hemos salido mejores médicos gracias al Covid-19, mucho más curtidos, vivimos una experiencia que otras promociones nunca tuvieron, trabajamos prácticamente en condiciones de guerra”, explica Rubén sobre su generación de médicos residentes.
“El principal desafío de Atención Primaria es que los gestores confíen en ella”
Para Rubén, la
Atención Primaria no debe realizar grandes cambios “simplemente trabajar por el bien del paciente y evitar al máximo que llegue al hospital.
El principal desafío de Primaria es que los gestores confíen en ella”.
Aunque si que reflexiona sobre la importancia de conocer el entorno psicosocial del paciente, algo que ahora mismo
la falta de tiempo dificulta en exceso; “En hospital el número de consultas no suele pasar de 25, sin embargo, nosotros el día que vamos apurados atendemos hasta a 40,
se trabaja a un ritmo completamente diferente, muchísimo más rápido y da la sensación de que tenemos que trabajar mucho más para hacer el mismo trabajo”.
Muy pronto miles de médicos graduados tendrán que enfrentarse a la misma decisión que le cambió la vida para bien a Rubén y, aunque la mayoría no sigan el mismo camino, habrá otros que verán esta historia como una referencia para seguir trabajando en
una de las patas fundamentales de nuestro sistema de salud.
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