Cristian Hernández (@mirenfurecido), R1 de Radiodiagnóstico.
Cristian Hernández tiene grabada ‘a fuego’ la conversación que tuvo con su abuelo cuando volvía del instituto. "¿Sabes lo que me gustaría que fueses de mayor?", le preguntó durante el trayecto de vuelta a casa. “
Quiero que seas médico”. Estas palabras, junto al interés que tenía por conocer más sobre el funcionamiento del cuerpo humano, fueron los motivos por los que este actual
MIR de Radiodiagnóstico decidió adentrarse en el sector de la Medicina. “Luego vas creciendo, formándote, entras al hospital y ves toda la parte bonita y vocacional. Pero, de primeras, fue por eso”, ha incidido. A pesar de sentirse realizado en la especialidad en la que se está formando, no siempre ha sido así, y hace tres años decidió
renunciar a su plaza MIR de
Cirugía Vascular siendo residente de tercer año. “No me sentía cómodo”, ha aclarado.
A pesar de ese cambio de opinión, en un primer momento Hernández tenía muy claro que quería formarse en Cirugía Vascular. Había rotado durante el cuarto año de Medicina por esta especialidad y
le había fascinado todo lo que aprendió en ella. “El
examen MIR me fue muy bien, saqué el número 281, y, tras la prueba, no investigué nada más porque tenía claro que sabía lo que iba a hacer.
“Al comienzo de la
residencia todo iba bien, pero luego me pilló la pandemia como R1 y creo que nos trastocó a todos un poco. Además, es una especialidad muy demandante, tanto física como mentalmente y los residentes teníamos mucha carga. El ambiente tampoco era el mejor y, al final,
sentía demasiada presión y ansiedad”, ha lamentado.
'Escapar' del MIR y cambiar de país
Así, en plena batalla mental sobre si continuar con la especialidad o renunciar a ella, se le presentó una oportunidad laboral ajena a la Medicina y no pudo evitar cogerla. “Era un
trabajo relacionado con las inversiones y las criptomonedas en Dubai, y decido dejar el MIR a mediados del tercer año. Yo no estaba cómodo en el hospital y aunque económicamente perdía por todos los lados, quería alejarme de eso”, ha explicado.
Durante seis meses estuvo viviendo en Dubái y, al regresar a España decidió que quería
volver a presentarse al MIR para elegir otra especialidad. Eso sí, no quería estar solo estudiando hasta entonces, así que estuvo ejerciendo como médico en una empresa que hacía reconocimientos a la
Policía y a la Guardia Civil.
Una especialidad MIR sin "mucho" contacto con el paciente
La idea que tenía de futuro Hernández era entrar en Anestesiología, principalmente, porque no quería tener tanto contacto con el paciente después de los años tan intensos en Cirugía Vascular. “Eran muy demandantes y estaba cansado a la exposición de tantas personas”, ha reconocido a este periódico.
Así, tras hacer el examen MIR por segunda vez, consiguió el número de orden 1.700 y, a diferencia de la convocatoria anterior, esta vez sí que estuvo investigando otras opciones para no cometer el mismo error de ‘novato’. “Me planteé incluso Cardiología, pero hablando con una conocida de la universidad me recomendó Radiodiagnóstico. Investigué sobre esta disciplina pensando, principalmente, en eliminar el factor estrés en pacientes críticos, y al final me decanté por esta especialidad”, ha afirmado.
Renunciar a tu plaza MIR: ¿una buena decisión?
En la actualidad, Hernández no se arrepiente “para nada” de haber escogido esta rama sanitaria. “Estoy super contento”, ha añadido. De hecho, siendo residente de primer año, está “encantado” con el ambiente que hay en su Servicio. “Nos tratan genial y, en cuanto a las guardias de 24 horas, las seguimos haciendo, pero no hay tanta presión”, ha subrayado.
Además, ha incidido en que la especialidad “le gusta” porque le parece “super transversal” donde aprendes “de todo”. “Es muy clínica, mucho más de lo que la gente puede pensar en un primer momento”, sentenciado.
En cuanto a los MIR que están en una situación como la que vivió Hernández, pero no se atreven a dar el paso de renunciar a su plaza, este médico ha querido animarlos a que hagan lo que realmente desean. “La presión social te incita a terminar algo con lo que no estás a gusto, pero hacerlo por obligación, con problemas de salud…Es un precio muy alto. Encima vas a terminar tan quemado que no vas a querer ejercer de ello. A veces hay que pagar un pequeño precio en contra de lo que piensa tu alrededor, pero que realmente es beneficioso para ti”, ha concluido.
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