Es una de las familias de medicamentos más consumidas a nivel mundial



21 abr. 2014 12:47H
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Miguel Muñoz-Navas, presidente de la Sociedad Española de Patología Digestiva.

Redacción. Madrid
La Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD) ha emitido un comunicado en el que recomienda el uso de inhibidores de la bomba de protones (IBP) dado que son “medicamentos cuya eficacia está contrastada para determinadas enfermedades del aparato digestivo y también cuando se utilizan como protector gástrico en pacientes con algunas patologías y bajo control médico”.

Entre estos IBP se incluyen fármacos como omeprazol, lansoprazol, pantoprazol, rabeprazol y esomeprazol, y es una de las familias de medicamentos más consumidas a nivel mundial. Solo en España, representaron en 2010 el 4,9 por ciento del consumo global de medicamentos del Sistema Nacional de Salud.

Con todo, “los efectos secundarios de estos medicamentos pueden surgir cuando los utilizan personas para las que no están indicados, o cuando pacientes que sí deberían tomarlos no lo hacen, por miedo o cautela”, explica Carlos Martín de Argila, especialista del Aparato Digestivo y experto de la SEPD. Recuerda que es el médico quien “debe prescribir o dejar de prescribir el medicamento, valorando los riesgos y los beneficios para cada paciente”.

Revolución

Los fármacos inhibidores de la bomba de protones han supuesto una revolución en el manejo de las enfermedades relacionadas con la secreción de ácido clorhídrico del estómago como úlcera gástrica, úlcera duodenal, enfermedad por reflujo gastroesofágico o infección por Helicobacter pylori. “Son medicamentos muy útiles para los especialistas del Aparato Digestivo”, explica el Dr. Martín de Argila, “porque su eficacia está bien contrastada en enfermedades muy prevalentes, actuando sobre células del estómago, bloqueando o disminuyendo la secreción de ácido clorhídrico necesario para deshacer los alimentos en el proceso de la digestión”. En España, la úlcera péptica afecta al 10 por ciento de la población en algún momento de su vida, con una prevalencia de úlcera activa del 1 por ciento; mientras que la enfermedad por reflujo gastroesofágico afecta a un 15 por ciento de la población y la prevalencia de infección por Helicobacter pylori está en torno a un 40 por ciento.

Su elevado consumo anual a nivel mundial es debido a que generalmente los fármacos IBP son también altamente recetados como gastroprotectores para personas que consumen antiinflamatorios no esteroides (tales como el ibuprofreno y el ácido acetilsalicílico entre los más conocidos). Normalmente son personas de edad avanzada, con enfermedad crónica y que  toman estos medicamentos de forma prolongada. “La aspirina o los antiinflamatorios no esteroideos pueden producir pequeñas úlceras en el estómago y el duodeno. Para que éstas cicatricen más rápido recetamos estos fármacos que frenan la producción de ácido clorhídrico”, explica el experto de la SEPD.

Ante informaciones que generan confusión sobre la eficacia y seguridad de los IBP cuando se consumen de forma prolongada, la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD) recuerda que no todas las personas que toman aspirina o antiinflamatorios no esteroideos deben consumir fármacos IBP, sino solo aquellas que forman parte de grupos de riesgo y que se concretan en personas mayores de 65 años, con antecedentes de enfermedad ulcerosa péptica, que toman antiinflamatorios en altas dosis o combinación de varios, que toman anticoagulantes o corticoides en dosis altas con patología previa grave como cirrosis hepática o insuficiencia renal, por ejemplo.
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