Cada 21 de diciembre se celebra el Día Nacional del Niño con Cáncer, una iniciativa impulsada por la Federación Española de Padres de Niños con Cáncer. En el marco de esta celebración,
el Consejo General de Colegios Farmacéuticos (Cgcof) ha publicado el 'Punto Farmacológico 148' donde han abordado la
epidemiología del cáncer pediátrico en España que afecta a cerca de 1.100 menores por año. En esta línea, el documento explora los aspectos clínicos y el tratamiento de las neoplasias más frecuentes en niños y actualiza el papel asistencial del profesional farmacéutico.
Cada año se diagnostican hasta 300.000 nuevos casos entre menores de 18 años, de los cuales en torno a 1.100 casos corresponden a España. "Por fortuna, su mortalidad es relativamente baja, estimándose tasas de supervivencia a los 5 años cercanas al 80 por ciento en los países de nuestro entorno, y que alcanzan el 100 por ciento en algunos tipos concretos de tumores", han detallado en la presentación del documento.
Los tumores hematológicos y los del sistema nervioso central son los más prevalentes. "Se estima que cerca del 50 por ciento de los niños menores de 15 años que padecen cáncer sufren una leucemia, la linfoblástica aguda como la mieloide aguda o un linfoma, fundamentalmente el linfoma de Hodgkin o algún subtipo de linfoma No Hodking", han explicado en el comunicado.
Desde el Cgcof, han destacado la
función del farmacéutico en su desempeño para contribuir a una mejor calidad de vida de estos pacientes. "El farmacéutico desempeña un importante papel la educación de los pacientes infantiles de leucemias y linfomas en aspectos como la alimentación, pues los tratamientos y la propia enfermedad pueden ser causa de malnutrición, o la reducción de riesgos de padecer infecciones a las que, por su estado de salud, son más propensos, insistiendo en medidas como el lavado de manos, una buena hidratación, ejercicio físico regular y moderado y evitar el tabaco o las aglomeraciones en ambientes cerrados", han argumentado.
En este contexto, han destacado que el farmacéutico puede orientar a que el enfermo y sus familias contacten y participen en iniciativas de la sociedad civil, como asociaciones de pacientes, con el fin de mejorar la salud y calidad de vida de los niños y adolescentes afectados.
"Se considera que la mejor medida preventiva es la detección precoz, pues
el comienzo temprano de los tratamientos de leucemias y linfomas es decisivo para su eficacia. Entre los signos de alarma que puede detectar el farmacéutico, y sobre los que debe aconsejar consultar lo antes posible con el médico pediatra, se encuentran: la fiebre de origen desconocido, la pérdida de peso o astenia marcada sin causa aparente, los hematomas sin causa identificada, el dolor de huesos generalizado, las inflamaciones de ganglios linfáticos (o la aparición de “bultos”), el dolor de cabeza o las alteraciones visuales", han agregado.
En lo que se refiere al tratamiento, "como en toda enfermedad larga y en la que se usan diversos medicamentos, es
fundamental la labor del farmacéutico en el fomento de la adherencia y en el seguimiento y vigilancia farmacológica", han explicado.
El papel del farmacéutico en las terapias CAR-T
La reciente irrupción de las terapias CAR-T en el tratamiento de leucemias y linfomas hace que, por su complejidad, sea "fundamental" la colaboración entre la farmacia hospitalaria y la farmacia comunitaria, con el fin de
"mejorar" la gestión clínica y la continuidad asistencial de estos pacientes. "Así, se confirma que la profesión farmacéutica, en sus diversas modalidades de ejercicio, continúa adquiriendo nuevas funciones asistenciales", han sentenciado.
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