Mariano Esteban. |
Eduardo Ortega / Imagen: Pablo Eguizábal. Madrid
Presidente de la Real Academia Nacional de Farmacia (RANF) desde enero, Mariano Esteban acude a los estudios de Sanitaria 2000 para relatar cómo han sido sus primeros meses a los mandos de esta centenaria institución. De hecho, si algo tiene claro es que el potencial de las reales academias españolas está desaprovechado, y llama a que la clase política recurra a ellas, particularmente a las de Farmacia y Medicina, para tener una visión más objetiva y neutra de todo aquello que atañe a la sanidad y la salud.
Por otro lado, Esteban, prolífico y veterano investigador en varios países, reivindica la figura del científico nacional y lamenta la huida de talentos que no retornan a España. Por ello, reclama un Pacto de Estado por la Ciencia que permita que las iniciativas estatales relacionadas con este ámbito no dependan de un signo político u otro, sino que sean estables en el tiempo y a largo plazo.
Lleva siendo presidente de la Real Academia Nacional de Farmacia poco tiempo… ¿Cómo han sido estos meses?
La verdad es que estoy encantado de poder contribuir con mis conocimientos a una institución tan relevante como esta. Hasta ahora, desde que tomé el cargo en enero, ha sido un continuo hacer de actividades académicas, científicas, reuniones, discusiones, mesas redondas… Y todo ello en un ambiente muy cordial y abierto, que es lo que pretendemos: dar a conocer el conocimiento y que éste llegue a la sociedad.
¿Cuál es el sello que quiere imprimir a la institución durante su mandato?
Esta institución es muy antigua, data de 1777. Por consiguiente, lo que uno pretende es dar continuidad a lo que ya existe o a lo que otros presidentes han venido haciendo con anterioridad. En todo caso, vivimos en un mundo abierto y globalizado. Mi posición es que la Real Academia sea un lugar para todos y abierto a la sociedad y a todas las instituciones, tanto públicas como privadas, focalizando el interés en el medicamento y en cómo repercute en la salud.
Por ello debemos abrirnos y utilizar los medios tecnológicos actuales con tal fin, que nos dotan de una capacidad más amplia para llegar a todos los rincones. En definitivar, que la Academia sea de todos y para todos.
¿Cree que el formato de reales academias español debería modificarse para ser más influyente?
La academias están en continua evolución, como la propia sociedad. Yo tengo un largo recorrido vital: he estado 22 años en el extranjero, la mayoría de ellos en Estados Unidos, y eso te permite ver cómo se trabaja en otros países. Y la experiencia me reafirma que la Academia debe estar dispuesta a trabajar con todos, de una forma cada vez más abierta
Pero parece que las españolas no tienen tanta influencia como sus homólogas en otros países…
Cada real academia tiene unos fines concretos. En el caso de la de Farmacia, el principal, es dar apoyo a la investigación. En segundo lugar, asesorar a las distintas instituciones en cuestiones relacionadas con el medicamento, y en tercer puesto, elaborar informes para mejorar el uso de los fármacos.
Las academias están ahí para ser utilizadas por las diferentes instituciones y por la sociedad en general. Creo que es una pérdida no utilizarnos al máximo, todo ese potencial no se está aprovechando. Es fundamental que tanto instituciones públicas como privadas lo aprovechen.
De hecho, en estos meses que llevo como presidente ya hemos celebrado el primer encuentro de reales academias, en particular de Medicina y Farmacia, con parlamentarios, y la Comisión de Sanidad del Congreso de los Diputados vino a hacernos una visita en nuestra sede. Fue una reunión de lo más cordial y abierta en la que expusimos lo que hacíamos. Claramente había un gran desconocimiento de lo que las reales academias estaban aportando y cómo pueden beneficiar con su conocimiento el contenido de muchas de la leyes que se discuten en el Parlamento. Creo que este primer encuentro, que parece mentira que sea el primero, ha sido muy positivo, porque demuestra que las academias pueden tener un punto de vista más aséptico, más neutral, para la elaboración de leyes.
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¿Cómo se puede potenciar la influencia de las reales academias en las políticas estatales?
Lo fundamental es hablar. Hablando nos entendemos todos, como estamos haciendo aquí. Debe haber comunicación y no debe haber partidismo. La salud no pertenece a nadie, sino a todos. Creo que es ahí donde existe el cuello de botella: hay un retraimiento a que otras partes también intervengan. Lo que nos falta es diálogo, y ahí es donde tenemos que hacer un esfuerzo, que creo que es bien sencillo.
Las academias y los científicos correspondientes tienen que estar representados cuando se tomen decisiones que afecten a la salud de la población. Son los que pueden transmitir sus conocimientos de una forma objetiva y neutral. Aquí no se trata de tener protagonismo, sino de trabajar conjuntamente. Me da la impresión de que hay cierta desconfianza y creo que esa visión es equivocada.
De hecho, y como ejemplo, la expresidenta a la que yo sucedo ha formado parte del comité que ha dado pie a la nueva ley universitaria.
¿Cree entonces que deberían tener más influencia en las decisiones políticas relacionadas en salud?
Yo lo que digo es que las reales academias deben ser utilizadas de una forma totalmente abierta y amplia, y creo que no lo estamos haciendo.
Muchos profesionales creen que la RANF es un ‘cementerio de elefantes’, o eso dicen. ¿Cree que es hora de llevar a cabo recambios generacionales en este tipo de instituciones?
A ver, yo creo que la Historia es la madre de la Ciencia. Las personas mayores han adquirido una sabiduría a lo largo de su trayectoria y de su vida, y en las sociedades tradicionales esa sabiduría es respetada. Eso es algo que en la Academia se ve: Uno llega a ser académico a partir de los 60 años, en general. Eso quiere decir que ya has acabado tu trayectoria, una fase de tu actividad profesional, pero estás empezando otra, en la que la base es la transmisión de un conocimiento.
Por esto, es lógico que los académicos vayan adquiriendo mayor edad. Y esa definición de ‘elefantes’… Bueno, yo diría sabios o gente que ha llegado a una fase de su vida en la que pueden asesorar de una manera brillante y ejemplarizante, porque no hay ningún tipo de restricción. Las academias no tienen ataduras y son órganos independientes. Por eso tenemos que emplear a todos estos individuos.
Esteban habla sobre la posición de la RANF sobre la situación actual de la oficina de farmacia y su aportación histórica al sector biotecnológico. |
Usted es un renombrado investigador con experiencia en varios países. ¿Qué cree que falla en el sistema de I+D e innovación español, según su experiencia?
Que no se cree a sí mismo. Que no se cree que pueda ser competitivo a nivel mundial. La clase política no piensa que los investigadores españoles podamos contribuir y aportar grandes conocimientos a la sociedad. ¿Por qué? Pues porque ellos tienen un mandato corto, y la Ciencia es a largo plazo. No entienden, con excepciones brillantes por cierto, que durante su periodo de tiempo un investigador le diga que tiene un proyecto que va a durar 10 años. Eso no lo entienden.
Lógicamente, esa falta de confianza en que los investigadores pueden ayudar al desarrollo económico del país nos lleva a la situación en la que nos encontramos. Pero, por mi experiencia, te das cuenta de que el español compite muy bien y es brillante le pongas donde le pongas. Pasa que aquí la burocracia y las restricciones imposibilitan y dificultan enormemente el que uno tenga ese empuje. Mi posición es darle al investigador todas las posibilidades para que desarrolle aquello que lleva dentro. Creo que España ha estado compitiendo muy bien en los últimos años, pero de repente ha entrado, pum, en una caída brutal.
¿Puede ser que el problema sea la falta de investigación de iniciativa privada?
En primer lugar, la investigación tiene que ser pública, porque es la que te va a permitir desarrollar proyectos de una forma totalmente independiente. Pero también tiene que contribuir, al menos hasta cierto punto, la investigación privada. Ambas se complementan mutuamente. Pero tienes que mantener la investigación pública para que España sea competitiva. Lo que está claro es que sin investigación no hay futuro.
¿Cree que legislativamente se está apoyando esta investigación de la que hablamos?
Ha habido unos avances espectaculares en los últimos años, indudablemente. Nos hemos colocado, en investigación académica, entre los diez primeros a nivel mundial. Pero esto de repente se corta, y claro, vamos a tener una caída, que ya estamos viendo, que va a ser mayor durante los próximos dos años. Van a desaparecer grupos de investigación que se ha tardado años y años en crear con inversiones considerables. Esto es lo que va a ocurrir si no tomamos medidas de para mantenerlos. A pesar de la destrucción económica por la que estamos pasando, de la que somos conscientes, esto no puede seguir pasando. Puedes retrasar carreteras u otras estructuras viarias, pero no puedes frenar el desarrollo intelectual y experimental de la investigación.
Creo que es el momento de proponer un pacto de Estado por la Ciencia. La Ciencia no puede estar sometida a la ambigüedad de que un partido u otro estén más a favor de unas políticas u otras. Los ciudadanos y todas las asociaciones profesionales, científicas, universitarias… demandan un pacto de Estado por la Ciencia.
Esteban, durante la entrevista. |
¿Y cuáles tienen que ser las condiciones de este pacto?
Es muy simple: que haya continuidad en los Presupuestos Generales del Estado en el apartado de Ciencia. Es decir, que los programas sean a largo plazo, no a corto. Que eso no se modifique en función del partido que esté en el poder. De esta manera la investigación podrá ser continuada y tendrá una definición en el tiempo, pudiendo poner fechas para su desarrollo. Además, así los propios investigadores sabremos a qué atenernos.
Lo que no puede ser es que de repente tengas una convocatoria, ahora no o ahora sí, sin saber con cuánto dinero se cuenta, y otras cuestiones que quedan al libre albedrío.
¿Qué medidas propondría usted, más allá de la cuestión económica?
Se establecieron programas muy buenos, como los ramones y cajales, para la incorporación de investigadores españoles. Esto ha dado y está dando resultados espectaculares, y de repente se corta. Tenemos que establecer un mecanismo de continuidad en el cual el investigador se tenga que formar en distintos ámbitos. Y hay que salir, y saber cómo se trabaja fuera, pero al mismo tiempo hacer cosas como las que ha hecho Japón, que ha reclutado a investigadores que trabajaban en otros países. De hecho, China lo está haciendo, y para 2020 planea dedicar a investigación un 2,5 por ciento de su PIB. En España estamos en un 1,3 por ciento, y vamos más bien hacia abajo.
Por tanto, tenemos que mantener que los investigadores se puedan mover por otros países, pero pudiendo recuperarlos. Que esto parece ya ‘Españoles por el Mundo’. Estamos perdiendo la riqueza fundamental, que es el conocimiento, y el español es exquisitamente brillante a la hora de desarrollar e innovar. Yo creo que es por esa mezcla genética obtenida gracias a las diferentes culturas que han poblado la Penísula...
Pero hay también mucha crítica interna al perfil general del investigador español, en particular a su capacidad para comunicar…
Estoy de acuerdo. El investigador tiene que desarrollar su capacidad intelectual a través de investigación básica. Y luego tiene que haber mecanismos para trasladar esa investigación básica a ser aplicada. Tiene que existir una continuidad: creación de conocimiento y mecanismos que puedan trasladarlo a la realidad. Ese tipo de fluidez tiene que existir para que ese conocimiento repercuta a favor de la sociedad.
Ahí es donde tenemos que poner los mecanismos y los medios para que así sea. Pero no tenemos que descuidarnos y dedicarnos todos a incentivar solo la publicación, como pasa en China. En los últimos años, varios órganos están empujando a que trabajos que de verdad pueden tener aplicabilidad se protejan. Lo que nos hará fuertes es la suma de todo esto.
Ya que es presidente de la Real Academia de Farmacia, toca preguntarle sobre la situación de la oficina de farmacia… ¿Qué puede hacer la Real Academia por la botica?
Esteban explica su aportación a la biotecnología española. |
Para empezar, ya hemos salido a favor de la oficina de farmacia apoyando la iniciativa y manifiesto del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos en contra del anteproyecto de Ley de Servicios Profesionales. Apoyamos completamente a la botica, porque es una entidad con una gran aceptación social, y creo que viene ejerciendo una labor magnífica que da confianza al ciudadano.
También nos planteamos cómo llegar más a las oficinas de farmacia, porque ellas son parte integral también de esta casa. Y ver si podemos llegar a través de los medios de comunicación, conjuntamente con la Real Academia Nacional de Medicina, para hacer una divulgación a través de la radio o de otros mecanismo, estar más con ellas. Queremos hacer más grande la labor que ejemplarmente están desarrollando.
Usted fue director del Centro Nacional de Biotecnología durante más de 10 años. ¿Alguna vez pensó que el sector iba a tener la relevancia de la goza a día de hoy?
Cuando yo llegué al centro, comenzamos a desarrollarlo y a incorporar grupos de investigación, y en pocos años fuimos creciendo rápidamente. Establecimos un convenio con una multinacional farmacéutica, que ha sido el contrato más grande que se ha hecho en España en estas condiciones con un laboratorio, de manera que abrimos la colaboración entre un centro público de investigación y una empresa. Todo con un dinamismo muy claro y diáfano.
Nuestro objetivo estaba muy claro, que era llevar bienes y servicios a la sociedad. Empujamos la biotecnología española con gran fuerza, desarrollamos sectores como la genómica, la proteómica, la bioinformática… Que luego se han acabado extendiendo a través de personas que se han ido trasladando a otros sectores. También empezamos a crear empresas, spin off. Luego se crea la asociación española de biotecnología, Asebio. Entonces las biotech comenzaron a crecer como hongos, de una forma muy brillante además, que es lo que hace falta en nuestro país. Crecieron rapidísimamente y de forma muy competitiva.
Ahora estamos en una crisis y estamos viendo cómo sufren estas pequeñas empresas. La biotecnología que antes era como ver monstruos o fantasmas ha demostrado que está para mejorar la sociedad y la vida de los ciudadanos. Es ejemplar que haya crecido de una forma tan admirable.
¿Cree que la apuesta española por la biotecnología debería ser todavía más firme?
Eso es obvio. Es por lo que están apostando todos los países. Estados Unidos está creciendo enormemente gracias a la biotecnología. Francia, Alemania, Japón, China… Todos lo hacen. Además, es necesario para la mejora de la salud de todos.
Y ojo, las cosas se hacen de forma ordenada. El investigador es el primero que está en contra de pervertir el orden natural, y eso que quede bien claro. Es siempre quien ha alertado sobre los problemas que pueden surgir y que deben ser previstos. De ahí que haya normativas internacionales sobre procesos de investigación.
¿Qué supone más impedimento para la investigación: La moral o la barrera económica?
Hombre, si no hay recursos económicos, apaga y vámonos. Eso es fundamental. La investigación tiene un coste. El desarrollo de un solo medicamento está cifrado en unos 1.000 millones de dólares. Es un proceso muy largo de muchos años y que involucra a mucha gente.
Con todo, la moral también es fundamental. Los investigadores somos conscientes de ello, y siempre haremos cosas en beneficio de la sociedad. Además, no se hacen investigaciones a lo loco, sino racionales y dirigidas hacia unos objetivos relacionados con la salud.
Vea aquí la entrevista completa a Mariano Esteban, presidente de RANF.
Mariano Esteban, presidente de la RANF, y Eduardo Ortega, periodista de Redacción Médica, durante la entrevista realizada en los estudios de Sanitaria 2000. |