El presidente del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Valladolid, Rafael Martínez.
Rafael Martínez lo ha sido todo en el Colegio Oficial de Farmacéuticos (COF) de Valladolid. Ha sido vocal de oficina de farmacia, vocal de número, vicepresidente, secretario y, ahora, cierra el círculo tras
erigirse como presidente tras las elecciones de abril. Martínez, licenciado en Farmacia en la Universidad de Salamanca e hijo de una farmacéutica que ejerció en Olmedo, donde también trabajó él,
construyó su proyecto profesional en 1995 con su propia farmacia en el barrio de Las Delicias en Valladolid para después trasladarse en el mismo municipio. El nuevo presidente del COF Valladolid adelanta un
mandato "con cierta visión continuista" y aboga por
"favorecer el desarrollo de una carrera profesional" que vuelva a hacer atractiva la farmacia comunitaria para los jóvenes titulados.
¿Cuál es la hoja de ruta que seguirá el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Valladolid que preside?
He sido secretario del Colegio y ahora, presidente. La hoja de ruta tiene cierta visión continuista, con tres puntos importantes. El primero, defender la profesión y a los farmacéuticos; el segundo, representarlos y negociar con las administraciones; y el tercero, por supuesto, llegar a acuerdos con las demás entidades sanitarias, colegios de médicos, de enfermeras, psicólogos, administración y, sobre todo, pacientes.
Como secretario he tenido bastante peso en los últimos cuatro años del Colegio, con el objetivo de defender y representar a los farmacéuticos, llegar a acuerdos con administraciones para mejorar la asistencia sanitaria en general y la farmacéutica en particular, y también con pacientes y demás profesiones sanitarias.
¿A qué desafíos se deben enfrentar los farmacéuticos de Valladolid?
Los farmacéuticos de Valladolid tenemos a corto plazo un desafío muy curioso que hasta ahora no había tenido lugar: el desabastecimiento. Lo tenemos que gestionar con las administraciones para mejorar la capacidad de sustitución del farmacéutico. Luego, el reconocimiento de las administraciones a toda la labor que hace cuatro años con la pandemia estábamos haciendo y ahora parece que ha caído un poco en el olvido. Retomar esta memoria y volver sobre ella; todo lo que era la atención farmacéutica con mayúsculas y que las administraciones la reconozcan en mayor medida, así como la coordinación de todos los sanitarios.
"Hay que retomar la memoria de la atención farmacéutica con mayúsculas y que las administraciones la reconozcan en mayor medida"
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¿Cuáles son sus principales preocupaciones?
La principal preocupación es, sin duda, la sostenibilidad de la farmacia rural y la carga de guardias en zonas rurales, que en algunos casos es muy importante y gravosa. Hay farmacias que están de guardia siete días completos de cada 21 días. No digo ni que sea mucho, poco o regular, lo que digo es que habrá que ajustar las guardias a las necesidades de la población.
Y, sobre la coordinación con el resto de sanitarios, es muy importante que no hagamos cada uno la guerra por nuestra cuenta. Debe haber vías de comunicación para que el paciente esté perfectamente atendido, mejorar la coordinación para dar una respuesta más ágil al paciente si tiene cualquier inconveniente. Si detectamos un problema en la farmacia, poder pedir que el médico le llame inmediatamente, por ejemplo.
¿Cuáles son las prioridades del COF Valladolid y el Consejo de Colegios Profesionales de Farmacéuticos de Castilla y León a la hora de negociar con la Consejería de Sanidad?
Tenemos que dar salida y viabilidad a las farmacias rurales. A través de la Diputación se conciertan determinados servicios, como la toma de tensión y sistemas personalizados de dosificación (SPD), que persigue mantener la adherencia terapéutica y mejorar la salud del paciente. Hay muchas cosas que se pueden hacer y se deberían concertar. El Consejo debe hablar con el Sacyl, la Junta de Castilla y León y con las diputaciones, insisto, para buscar la viabilidad de las farmacias. Pero no por qué sean viables de por sí, si no por atender a la población más vulnerable, la más mayor y alejada de zonas urbanas. Mejorar la salud de la población, la atención sanitaria y farmacéutica y, segundo, mejorar la viabilidad de las farmacias.
¿Considera que en algún momento la farmacia comunitaria dejó de ser una opción atractiva para los jóvenes titulados? ¿Por qué?
Sí. La oficina de farmacia es un establecimiento privado de interés público de carácter sanitario. Tenemos un horario razonablemente amplio; no es un horario de funcionario. El salario es de una entidad privada, y hay una cierta diferencia salarial entre nivel público y privado. Pagan mejor los organismos públicos, que tienen horarios más concentrados; un farmacéutico en la Administración pública habitualmente tiene horario de mañana, a las 15 horas sale del trabajo y se olvida, y si hace guardia, se la pagan.
Todo eso hace que la oficina de farmacia sea una opción menos atractiva porque se cobra menos, se trabaja más o el horario es más amplio. Para revertirlo, hay que abrir la mente y favorecer el desarrollo de una carrera profesional. Favorecer que un farmacéutico que se decante por la farmacia comunitaria tenga puntos o beneficios sobre determinados sistemas, en nuevos concursos de apertura o mejoras en el desarrollo en el ámbito salarial si tienes una formación más propia de oficina de farmacia que de formación de Farmacia Hospitalaria. En definitiva, una serie de méritos que se te puedan reconocer.
"No se aprovecha la capacidad de los farmacéuticos de conocer la población a la que atienden"
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¿Qué papel tiene la farmacia en el medio rural?
Las farmacias en el ámbito social, en cuanto a la soledad no deseada, la detección de problemas cognitivos, mentales, de personas que viven solas y se deprimen, podemos hacer mucho. Quiero poner en valor la capacidad social de la oficina de farmacia y los farmacéuticos que trabajan en ella para conocer a sus pacientes para después coordinarse con médicos, enfermeras, psicólogos y asistentes sociales. El farmacéutico que atiende a un paciente, lo conoce perfectamente, sabe si está solo, si tiene algún tipo de depresión o si toma la medicación o no. No es un control por controlar, sino mejorar su asistencia sanitaria y social.
Me da la impresión que no se aprovecha la capacidad de los farmacéuticos de conocer la población a la que atienden, porque el 90 o 95 por ciento la conocen por nombre y apellidos. La farmacia es un sitio privilegiado para conocer a tus pacientes y detectarles problemas sociales y de salud.
¿Por qué dio el paso a presentarse para presidir el Colegio de Farmacéuticos de Valladolid?
Porque ya era el secretario y tenía el compromiso con la Junta de Gobierno anterior para continuar cuatro años más y terminar o mejorar los puntos en que tenemos capacidad de mejora. Llevo muchos años trabajando y siendo parte de juntas de gobierno en el COF procurando por las cosas que me han encomendado. He sido vocal de oficina de farmacia, vocal de número, vicepresidente y secretario. El pasar a presidente es cerrar el círculo. Tengo el bagaje en cuanto a aprendizaje y puedo asumir ciertos compromisos y roles.
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