Varios estudiantes del Grado resaltan la dureza de los docentes a la hora de evaluar las asignaturas

Los estudiantes de Medicina niegan que los profesores aprueben por pena


25 oct. 2024 12:40H
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Medicina está considerada una de las carreras univesitarias más complicadas. Ya no solo por la dificultad de su temario, que también, sino por la evaluación de los docentes académicos. Y es que, en palabras de los propios alumnos, son especialmente exigentes durante los primeros años de facultad, obstaculizando a muchos de los aspirantes el cumplir su sueño de convertirse en médicos.

Recientemente Redacción Médica se hizo eco de un estudio científico que afirmaba que los profesores universitarios de las Ciencias de la Salud tienden a aprobar a los estudiantes ‘más flojos’ para evitar que estos tengan una mala imagen de ellos. Unas conclusiones que no comparten, en absoluto, los alumnos de Medicina consultados por este periódico, quienes han aseverado que la realidad es todo lo contrario y que son “muy duros” a la hora de evaluarles.

Esa ha sido una de las opiniones que ha compartido Nerea, estudiante de sexto. En su caso, recuerda que el primer examen que tuvo, de Embriología, lo suspendió al igual que “un montón de gente” y tuvo que ir a revisión. “Allí, si había alguna palabra que no le gustase al profesor en un ejercicio, te lo tachaba todo”, ha aseverado.

Según la propia experiencia de esta futura médica, los exámenes de Medicina durante los primeros años se centran más en preguntas de desarrollo. Eso hace, tal y como explica, que sean completamente subjetivos a la hora de corregir. “Dependiendo del docente que te examinase te podía aprobar si le dabas pena, pero la mayoría no lo hacía. La verdad es que las pruebas eran un poco caos”, ha resaltado.

Exámenes en Medicina


Esa sensación de dificultad  se incrementaba especialmente con una materia: Neuroanatomía. “Esta era la más temida de mi facultad y la suspendía el 70 por ciento de los compañeros. Daba igual lo que escribieses que no pasabas del cinco", ha narrado. De hecho, la convocatoria que ella aprobó le saloó bastante mal en comparación con los dos intentos que tuvo previamente. “La parte práctica, que era oral para ellos, te intimidaba un montón. Había piezas de anatomía con cerebros y troncos cerebrales 'en fresco' y tenías que señalar las estructuras en ese mismo momento, y explicarles lo que te preguntaban. Y vamos, te daban por todos los lados”, ha subrayado.

Exigencia de los profesores de Medicina


En este sentido, Susana reconoce que tenía “muy endiosados” a los profesores de las materias básicas por lo duros que eran. “No sé si son así porque quizás el cribado en Medicina es muy riguroso y quieren evitar que continúe la gente menos preparada”, ha incidido.

Cuando estuvo en tercero, hubo otra asignatura muy difícil en Medicina que también se le ‘atragantó: Farmacología. El problema, según reconoce, no es tanto por el contenido, aunque sí que es densa, sino por los criterios de evaluación tan exigentes, ya que se aprobaba con el 65 por ciento de las diez mejores notas. “Es decir, si sacabas un cinco sobre 10 no aprobabas porque si los diez mejores sacaban un 10, el aprobado se quedaba en un 6,5; y si obtenías menos nota suspendías. Así que, tu puntuación dependía de los demás y eso fomentaba la competitividad en el Grado”, ha detallado.

Forma de examinar en la carrera de Medicina


Por suerte, esa sensación que tenía con determinadas asignaturas fue desapareciendo conforme avanzaba cursos y los exámenes se centraban más en el tipo test. “Aquí sí que priorizan en enseñarte verdaderamente lo importante y en que aprendas. Algo que creo que debería ser así siempre”, ha enfatizado.

Susana no es la única estudiante del Grado que tiene este tipo de opinión sobre los docentes universitarios. Laura también ha vivido en sus propias carnes la dureza de las calificaciones durante los primeros años de Medicina. De hecho, en uno de los exámenes tenía que sacar, como mínimo, un 4,9 para aprobar, pero, falleció su abuela y no pudo dedicar el tiempo necesario para conseguir esa nota. “Conseguí un 4,8 y, a pesar de que les dije que no pude hacer más por problemas familiares, no me aprobaron”, ha lamentado.

Por otro lado, para Irene, el problema de su facultad no es tanto la exigencia de los propios docentes en la forma de corregir los exámenes, sino que no hay un temario cerrado. “Cada uno podemos tener una información distinta del contenido y, a veces, tenemos que ampliar lo que pone en las diapositivas. Es por ello que hay muy poca gente que saque un 9 o 10. Suele ser solo uan persona y, a veces, coincide en que es repetidora", ha concluido.
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