Mari Lourdes de Torres, Cristina Miguel y Elena Arias.
El tiempo no se detiene. El paso inexorable de las horas, los días y los años es una circunstancia con la que tiene que convivir el individuo, consciente de que tiene un fin. Sin embargo, no todo perece -o no debería- a su avance. La humanidad, armada en la lucha social, introduce cambios dentro de la línea cronológica que transforman nuestro comportamiento o, al menos, el de parte de sus integrantes para siempre. Así, perduran las ideas de que la mujer está capacitada para cualquier oficio o de que
no depende de un hombre para alcanzar sus objetivos. Algunas pertenecen al ámbito de la sanidad. Por ejemplo,
la enfermera ha dejado de ser acompañante del médico para convertirse en una figura con peso y valor propio. Una realidad formada a base de reivindicar su espacio en el hospital, como
mujeres y profesionales. Camino en el que las sanitarias de mayor edad tuvieron que regular las agujas del reloj para que las más jóvenes puedan seguir su ritmo y, también, establecer su pauta.
Mari Lourdes de Torres fue una de esas enfermeras que se plantó ante el paso del tiempo. Trabajó durante 43 años en tareas asistenciales, principalmente en el
Hospital Universitario Miguel Servet (Zaragoza). Ahora jubilada -aunque mantiene funciones de docente en el Instituto Superior de Formación Sanitaria (Isfos) del CGE-, la profesional comenzó como Ayudante Técnico Sanitario (ATS),
luchó por la convalidación con la diplomatura de Enfermería y más adelante por la consecución del grado, con el objetivo de equipararse al resto de disciplinas del campo de la salud. "He pasado por todo, pero siempre encabezando manifestaciones, dando caña desde el primer momento", ha indicado a
Redacción Médica.
La sanitaria ha dedicado su vida a reivindicar el papel de la Enfermería y, por ende, de la mujer, al tratarse de una de las profesiones más feminizadas de Ciencias de la Salud.
"Siempre hemos estado muy preparadas para lo que teníamos que hacer", ha señalado De Torres. Sin embargo, durante sus años en activo, se enfrentó a uno de sus conceptos que todavía aguantan la marcha temporal: el machismo. "Yo me he tenido que dar de codazos, porque estando mejor preparada académicamente, he optado a un puesto y se lo querían dar a un hombre", ha resaltado.
"Ellos llevaban pijama y nosotras bata, delantal y cofia, algo que no se veía en otras profesiones", ha señalado De Torres
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La enfermera zaragozana ha sido víctima de l
a diferenciación entre enfermera y facultativo. "Yo era la chica rubia, pero el médico era el jovencito rubio. La forma de dirigirse a nosotras era como si no hubiésemos estudiado", ha lamentado. También vivió la discriminación por sexos dentro de la propia Enfermería,
marcada por la indumentaria. "Ellos llevaban pijama, nosotras bata, delantal y cofia. Ese tipo de distinciones no se hacían en ninguna otra profesión", ha rememorado De Torres. Incluso, se notaba en las propias aulas, ya que las estudiantes ocupaban las primeras filas en algunas materias, pero en otras sentaban a los hombres. "En asignaturas como Anatomía los ponían delante", ha puntualizado. Hasta la forma de dirigirse al alumnado era distinta. "Los profesores llamaban de 'usted' a los chicos y de 'tú' a las chicas, cuando tendrían que haber usado pronombres distintos", ha explicado.
En su mente todavía resuenan comentarios como el que recibió por parte de un compañero médico durante una jornada en la UCI. "Me llegó a decir qué bien
me sentaba el sujetador nuevo. Seguro que un hombre no le preguntaría si lleva calzoncillos nuevos", ha revelado. De Torres duda de la malicia de la respuesta, al igual que de los decenas de "guapa" o "parece que te han pintado". "Formaban parte de la idiosincrasia de la época", ha comentado.
Calificativos que fueron aminorando su aparición a lo largo de la dilatada trayectoria de la sanitaria. El tiempo, poco a poco, dicta sentencia sobre ellos.
Cambio de generación, problemas persistentes
Parte de las situaciones vividas por De Torres quedaron ancladas en el pasado. Sin embargo,
aún se escuchan en los pasillos del Sistema Nacional de Salud (SNS). "Hay quien se dirige a ti como 'niña' o 'bonita'. Es una falta de respeto, ya que esto nos lo dicen a nosotras por ser enfermeras y mujeres. Sobre todo, esto último, ya que tengo compañeras médicas que reciben también esta clase de comentarios", ha resaltado la especialista en
Enfermería Familiar y Comunitaria del centro de salud de Arroyo de la Vega (Alcobendas, Madrid), Elena Arias.
No obstante, bajo su prisma, el problema actual no radica en únicamente en los comportamientos de pacientes y homólogos masculinos, sino en
"los retos y obstáculos a los que se enfrentan para el acceso a puestos de gestión". Un escenario que afecta a todo el gremio enfermero. "Es una especie de techo de cristal al que nos enfrentamos prácticamente a diario si queremos hacer algo más que no sea trabajar en lo asistencial", ha denunciado Arias, en referencia a los puestos de mando del ámbito de la Salud Pública, en los que se escasean las tituladas de Enfermería.
"Las enfermeras nos enfrentamos a un techo de cristal cada vez que intentamos acceder a un puesto más allá de lo asistencial", ha denunciado Arias
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Con ellas concuerda la enfermera de la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital Universitario de La Paz (Madrid), Cristina Miguel. "Es importante de cada vez haya más mujeres y enfermeras en puestos de dirección", ha afirmado. Además,
ha reivindicado la figura de la investigadora de Enfermería, en muchas ocasiones, opacada por otras ramas sanitarias. Precisamente, la sanitaria presentará en breves su tesis doctoral. "Al final, te dedicas a compaginar tu vida y función asistencial con el trabajo científico. Creo que debería de existir un mayor apoyo a todas las profesionales que optan por seguir este camino", ha agregado. Una senda
cada vez más practicada por este perfil de salud.
El futuro de la enfermera
Las manillas no dejan de girar, siempre apuntando al mañana. Aquí, el conjunto de las enfermaras aboga por no dejar de escribir la página del futuro de la profesión. Para ello, mejorar las condiciones laborales, además de
promocionar la labor de este colectivo. "Los pacientes deben ser conscientes de lo que hacemos. No puede ser que llegue una persona y te diga que para nuestra carrera no hay que estudiar tanto", ha aseverado Arias. Un desconocimiento que invisibiliza a las
más de 291.000 mujeres colegiadas en Enfermería, según datos del Instituto Nacional de Estadística.
Las casualidades del calendario han querido que el 8 de marzo acoja
el Día de la Mujer y también a San Juan de Dios, patrón de Enfermería. "Fue el primer enfermero de Europa, alguien que miró al paciente más allá de sus pertenencias. Solo veía a una persona que necesitaba atención sanitaria", ha explicado De Torres. Su percepción ha pervivido más de cinco siglos. El tiempo no lo desgasta todo. En el aprovechamiento de sus virtudes reside la mejora del gremio.
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