Solo dos perfiles firman más contratos como especialistas que como generalistas.
Enfermería es uno de los grados universitarios que
más puertas abre al mundo laboral. Es más, las tenientes de este título fueron las únicas del ámbito de salud que notificaron
un incremento en el número de contrataciones en 2024. Por ello, miles de estudiantes se afanan en enviar sus solicitudes a las universidades que imparten la carrera, lo que la convierte en una de las más deseadas. Muchas
continúan su andadura instructiva por la vía EIR. Sin embargo, los datos de inserción no son tan alentadores. Y es que la mayoría
encuentra trabajo antes como generalistas que como especialistas, pese a contar con los dos años de Formación Sanitaria Especializada (FSE).
Según datos del Ministerio de Trabajo y Economía Social,
el 68 por ciento de los contratos firmados por enfermeras especialistas apuntadas al Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) el año anterior fueron para ejercer como profesionales sin EIR. En concreto, fueron 126 acuerdos laborales del total de 185 sellados en 2024.
Hay que destacar que el volumen de contratos no es especialmente alto, dado
el bajo número de demandantes de empleo de sanitarias con especialidad en búsqueda de empleo. Un escenario producido por el grado de empleabilidad de este perfil, pero también por el poco desarrollo de las disciplinas enfermeras. Esto hace que el número de contratos ofrecidos sea menor, lo que puede hacer que primen el grado antes que el EIR en su currículo. Razón por la que pueden
aparecen camufladas entre aquellas que solo cuentan con estudios universitarios.
Diferencias por especialidades
El mayor número de contrataciones para trabajar como enfermera generalista se observa en prácticamente todas las disciplinas. De las seis ramas elegibles en el EIR -
Médico-Quirúrgica no se incluye al no contar con un plan formativo todavía-, solo dos de ellas consiguen más acuerdos laborales como especialistas:
Salud Mental y
Obstétrico-Ginecológica.
En el caso de las enfermeras relacionadas con el bienestar sexual y reproductivo, el 21 por ciento de los contratos fue para ejercer la especialidad -un total de 30-, mientras que el
52 por ciento -74-
se destinó a la ocupación de matrona -incluida dentro de esta vía EIR-. Tan solo el 15 por ciento -21- correspondieron a generalistas. Por su parte, las profesionales del ámbito psicológico y psiquiátrico ratificaron el 42 por ciento de los acuerdos de 2024 -9- para su área, frente al 23 por ciento -5- alejados de esta.
Solo dos especialidades enfermeras anotan más contratos de especialista que de generalista
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Por el contrario, cuatro de los perfiles EIR encuentran su ingreso al mundo laboral con mayor facilidad a través de puestos en los que no se exige la especialidad. Este es el caso de
Enfermería del Trabajo, en el que 33 por ciento de los contratos -17- son para generalistas y el 29 por ciento -15- para especialistas. Más amplia es la diferencia en
Familiar y Comunitaria, con un 79 por ciento de vacantes sin EIR -48- y un 12 por ciento -7- con. Cifras similares también para
Pediátrica, donde sus tituladas sellaron el 70 por ciento de acuerdos -9- para puestos alejados de su formación, mientras que solo el 23 por ciento -2- fueron para aquellos en sintonía con sus conocimientos.
Las peor paradas fueron las egresadas de
Enfermería Geriátrica. Y es que el 68 por ciento de los contratos firmados -26- fueron para trabajar como generalistas, pero no registraron ninguno para desarrollar funciones relacionadas con su formación.
Necesario impulso de las especialidades
Esta situación hace que muchas enfermeras duden de la importancia del EIR. La facilidad para laborar en el Sistema Nacional de Salud (SNS) simplemente con el grado, unida al bajo impacto de la especialidad en su futuro laboral,
plantea interrogantes sobre la necesidad de circular por la vía FSE. Es más, en la última convocatoria, el examen enfermero fue el que convocó a un menor porcentaje de aspirantes matriculados para su realización: un 79 por ciento. Una proporción que palidece ante el 92 por ciento de asistencia del FIR o el casi 90 por ciento del MIR.
El escaso desarrollo por parte de las Comunidades Autónomas de las disciplinas enfermeras acrecienta la incertidumbre de las graduadas. Y es que en la mayoría
no cuentan con bolsas de empleo para ellas, ni tampoco se les reconoce
su categoría profesional. Esto complica que surjan oportunidades labores centradas en la especialidad, además de
permitir el acceso a sanitarias sin el EIR a las unidades destinadas a las tenientes de la titulación. La escasa regulación de las siete ramas se nota también en la falta de complementos en buena parte de los territorios para aquellas que cuentan con los dos formativos en el SNS.
Motivo por el que el Consejo General de Enfermería (CGE) y las sociedades científicas de la profesión
buscan acelerar su establecimiento en todas las comunidades autónomas. Dar respuesta a este déficit es uno de los principales objetivos del organismo colegial, al superarse la veintena de años desde la creación de las especialidades enfermeras.
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